Bares y restaurantes, ¡que cada palo aguante su vela!

Javier Suárez

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Estimado lector o lectora, permítanme que empiece esta columna dejando claro algo: lo que voy a contar ahora son sensaciones en primera persona, una opinión personal acerca de actuaciones que veo y observo en el sector de la hostelería y la restauración de las que algunas aplaudo y otras me hacen sentir vergüenza ajena, pero reiterando que es simplemente una opinión, la mía, seguramente muy lejos de la verdad absoluta.

Estos días pasados, el doctor Lluis Serra Majem, portavoz del Comité Científico que asesora al Gobierno de Canarias para la toma de decisiones ante la pandemia, hizo unas declaraciones en La Mañana de Cope Gran Canaria, con Javier Benítez, en las que literalmente decía que “con la hostelería se está siendo un poco injusto durante esta pandemia ya que no son un foco de contagio muy importante mientras que sí recibe muchas de las restricciones, con el quebranto económico que ello supone. Yo creo que relajar las medidas actuales para ellos podría estar justificado, siempre y cuando aquellos que no cumplan reciban el peso de la ley con sanciones importantes porque al final, como en todo, sucede que terminan pagando justo por pecadores”. Yo no puedo más que suscribir plenamente y al 100% la opinión del hasta ahora portavoz de dicho comité y ahora candidato al rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Y estas palabras me han llevado a reformular algunas preguntas al aire para las que no tengo las respuestas concretas, pero sí creo que pueden dar lugar a un un debate interesante. ¿Por qué no se segmenta la hostelería de una manera más clara y precisa? No es lo mismo un bar pequeño que un restaurante donde las mesas puedan tener la suficiente separación entre sí.

¿Por qué las federaciones de hostelería se ponen de perfil a la hora de denunciar el comportamiento irregular de asociados en el sector? Y no me refiero a que públicamente se dediquen a señalar con el dedo a quienes incumplan, pero sí podrían tener las fuerzas de seguridad y dichas federaciones un canal de comunicación directo y fluido para que las denuncias de los primeros tuvieran el efecto inmediato en forma de visita por los segundos.

¿Por qué la policía o los ayuntamientos no usan las imágenes en redes sociales que publican personas anónimas o establecimientos a la hora de multarlos o incluso cerrarlos? Me vienen a la mente las imágenes del Teatro Barceló en Madrid donde se veía a decenas de jóvenes saltando y bailando sin mascarillas ni distancia de seguridad. Curiosamente al día siguiente dicha discoteca repetía otra fiesta sin que el ayuntamiento de la ciudad cerrara de manera cautelar dicha sala tras el escándalo formado en redes sociales y en medio de una situación pandémica que tiene la capital de España. Esto lo he usado como ejemplo claro, pero este fin de semana hemos visto imágenes en redes sociales de establecimientos en las islas que no cumplían el aforo en las mesas, entre otros incumplimientos.

¿Qué debemos hacer los medios de comunicación al respecto? Voy a hablar en primera persona. He recibido este fin de semana fotos de un establecimiento en la isla de Gran Canaria que a simple vista está usando su espacio interior dando servicio en las mesas, lo que está terminantemente prohibido. He ofrecido esas fotos de manera privada a las autoridades por si quieren pasarse por allí y he recibido el silencio por respuesta. En cambio, quien les escribe denunció hace semanas el incumplimiento en aforo y medidas de un local de la capital grancanaria, que además era reincidente, y lo que recibí fueron decenas de insultos y alguna que otra amenaza.

¿Tiene sentido que los bingos y casas apuestas estén abiertos al 33% en esta fase 3 y los interiores de los restaurantes o los gimnasios cerrados? Este es para mí y para muchos el gran e inexplicable error del Gobierno de Canarias en las medidas aplicadas desde este lunes 25 de enero. Sin duda, un disparate absoluto el permitir estas circunstancias en una situación como la actual, que no tiene explicación ni lógica alguna por mucho que uno se intente en buscar, ya que se fomenta el uso de una actividad perniciosa que favorece una gran adicción como es la ludopatía en contra ya no del uso de los restaurantes, sino de los gimnasios, que han demostrado por activa y por pasiva que tampoco son focos de contagio alguno y que significan un ejercicio de salud y vitalidad para la sociedad. Y lo dice alguien que se apunta al gimnasio y que después va un día de 10.

¿Deben ser más claras y sin dar lugar a interpretaciones las medidas en cada estado de alarma por parte del Gobierno de Canarias? Rotundamente SÍ, así, en mayúsculas. Dejar el cierre “antes de las X horas” y no marcar la hora exacta del mismo confunde de manera inequívoca a los que quieren cumplir a rajatabla, a la vez que le da alas a los que quieren acogerse a cualquier resquicio legal para estirar todo lo que se pueda. Lo mismo se debería hacer con esa norma de 4-6 comensales por mesa, que da lugar a picardías como las de unir a “x” comensales y repartirlos en mesas de cuatro-seis. Lo más sorprendente de este caso es que somos nosotros como colectivo social los que en muchas ocasiones queremos forzar al hostelero a incumplir cuando le decimos “cómo que no puedes sentarnos en 3 mesas, pues nos vamos al restaurante de fulanito, que sí nos lo permite”, dejando al hostelero que quiere cumplir con la desazón de haber perdido negocio y encima ver cómo otro que se salta las normas sí lo tiene. Lo de levantarnos sin mascarillas para ir al baño o no respetar el espacio en la terraza a la hora de fumar, ya sólo debe ser causa de la escasa conciencia social y falta de educación que tenemos a día de hoy.

¿Están las terrazas actuales concedidas de manera urgente cumpliendo la normativa COVID-19? Ojalá poder decir que sí lo están haciendo pero, por desgracia, no paro de ver cosas aberrantes en ese aspecto. Bares que sacan sus mesas a las calles y juntan sillas con sillas de mesas colindantes para intentar meter el mayor número de comensales posibles, es lo más habitual. Y cuando digo bares lo hago a conciencia, porque eso se da más en ese segmento donde la clientela se sienta a tomar un café o bebida corta, que un almuerzo largo. Y eso no está bien, porque lo que debería ser un esfuerzo por parte de todos termina convirtiéndose en la ley de la selva, donde cada uno lucha por sobrevivir, y sin quererlo, entre todos se hacen daño mutuamente.

¿Está siendo el hostelero empático con otros sectores de la sociedad? Creo que no y me gustaría explicar por qué. Entendiendo que es uno de los sectores más atacados por las medidas tomadas en la pandemia, y no de ahora, sino desde el primer día, tengo la sensación de que al menos voz y protagonismo en los medios de comunicación o por parte de atención por las instituciones, sí están teniendo. Y no me gusta nada cómo se está comportando en los últimos días una parte del sector buscando desviar el foco de atención hacia la ocupación de los centros comerciales, aforo de las guaguas o incluso la situación de los colegios, en lugar de hacer también un ejercicio de autocrítica. Y ahí creo que falta formación y hasta me atrevería a decir, educación, por parte de una pequeña parte del sector, que cree que gritando más o abrazando el negacionismo conseguirán sus objetivos, cuando lo que quizás estén perdiendo sea la simpatía de la sociedad.

¿Debe el sector tener ayudas directas e inmediatas por parte de las instituciones? Por supuesto que sí, y no sólo por parte de los Ayuntamientos, Cabildos o Gobierno de Canarias, que lo están haciendo, o al menos intentándolo, sino por parte del Gobierno de España, que en boca de algunos de los ministros, como han sido el señor Garzón o el señor Iglesias, han menospreciado en ocasiones a un sector que, como decía el otro día Pedro Sánchez, @sanchez_jaen (Restaurante Bagá, no el presidente del Gobierno), en un hilo de Twitter que se convirtió en viral y que les invito a leer: “La hostelería en España es parte fundamental de nuestra cultura, de nuestra forma de vivir, no es sólo un sector que aporta un porcentaje a la economía de nuestro país. Nuestra hostelería nos hace diferente al resto….”

Al final me surgieron más preguntas y reflexiones de las que tenía pensadas en un principio, pero quiero reiterar eso mismo, son las mías y no tienen porqué ser las del resto. Lo que sí tengo claro es que esta pandemia y la situación actual no se evapora por pasar de fase 3 a fase 2 o se empeora, por lo contrario. Lo que sí parece importante es la necesidad de realzar la necesidad de un cambio de legislación para segmentar los establecimientos, permitir que cada uno pueda trabajar cumpliendo exactamente con lo que dicta la ley y a quien no lo haga como cliente, multa de las gordas. Y como establecimiento, cierre temporal hasta que haya “inmunización de rebaño”, o lo que es lo mismo, durante tiempo prolongado. Como decía Lluis Serra Majem, “que cada palo aguante su vela”, palabras que hago mías.

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