Sainete de la Casa de Canarias en Madrid

Federico Echanove / Federico Echanove

El 'oficialista' Espacio Canarias Creación y Cultura, abierto por el Gobierno regional en 2009 para promocionar en el exterior la obra de los artistas y creadores canarios y cerrado en 2012 por problemas económicos, podría reanudar sus actividades próximamente en la sede de la Casa de Canarias, ya que el edificio en que se encuentra ubicada ésta pertenece al Gobierno regional desde que lo adquirió en 1999.

Al menos esa es la solución que se apuntó hace un año, tras el cierre por parte de la consejería de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda que dirige la lanzaroteña Inés Rojas, desde donde en estos días se recuerda que el edificio en que se encuentra la Casa de Canarias “es propiedad del Gobierno regional y nunca les hemos cobrado un alquiler”.

“No vamos a desalojarlos y esa asociación de canarios residentes en Madrid podrá seguir llevando a cabo sus actividades ahí; por eso nuestro deseo es poder firmar un Convenio en el que queden bien claros los derechos y obligaciones de cada uno”, agregan fuentes de la consejería en contacto con CANARIAS AHORA tras marcar distancias con la Casa de Canarias e insistir en que aunque, con los recortes, se hayan reducido drásticamente las subvenciones del Gobierno regional, la inmensa mayoría de las casas regionales “no cuentan con el privilegio de disponer de un local del Gobierno”.

El 'oficialista' Espacio Canarias podría firmar un Convenio con la Casa Regional para reanudar su actividad en su sede de Jovellanos.oficialista'

Y es que la noticia saltó el pasado mes de junio y no por previsible fue menos impactante: los problemas económicos derivados de los recortes de las subvenciones públicas y de la importante deuda que actualmente tiene la Casa de Canarias en Madrid habían obligado a la actual junta directiva a subastar su colección de Arte. “'Una oportunidad única de adquirir a muy buen precio obras de los más destacados pintores canarios'” proclamaba la entidad -que, en aquellos días, acababa de celebrar su 60 Aniversario-, en su página web.

Obras de Martín Chirino, Rafael Monagas, Gregorio Toledo, José Luis Fajardo, María Revenga, Martin González, Pedro González, Santiago Santana o Pedro de Guezala se ofertaron a precios que, según los organizadores, no alcanzaban ni la mitad de su valor en el mercado, en una 'subasta silenciosa' y resuelta, no con un martillo como las de las numerosas casas dedicadas a este negocio en la Villa y Corte, sino por medio de sobres y plicas como los de las contrataciones de obras de las administraciones públicas.

Los precios de salida iban desde los 300 euros de algunas acuarelas hasta los 10.000 del lienzo 'Maga', de Pedro de Guezala. Gran parte de la obra ofrecida procedía de las donaciones de artistas noveles que en todos estos años han expuesto sus cuadros en el señorial piso, propiedad del Gobierno de Canarias, que alberga la sede de la entidad en la céntrica calle de Jovellanos.

“Sólo falta que cualquier día de estos inicien la subasta de la biblioteca”, ha manifestado a CANARIAS AHORA un antiguo socio que en el pasado formó parte de la junta directiva. Y es que en los anaqueles de aquellos salones se encuentra una de las 'joyas de la Corona' de la Casa de Canarias: más de 5.000 volúmenes -entre libros, revistas y diversas publicaciones- que desde su fundación en 1953 han ido creciendo ininterrumpidamente.

La consejería de Cultura recuerda a “esa asociación de residentes canarios en Madrid” que el Gobierno regional es dueño de su sede.

“La subasta fue un éxito, pero no es de eso de lo que toca hablar ahora, sino de que seguimos vivos y al pie del cañón como referente de la cultura canaria en Madrid”, comenta, por su parte, la aún presidenta de la entidad, Aida Luque, a este periodista al tiempo que se niega rotunda, terminante y airadamente a responder a ninguna pregunta sobre la situación económica de la Casa de Canarias, la deuda que arrastra desde hace varios años o la situación de sus cuentas.

Y si bien la vida de la Casa de Canarias hacía lustros e incluso decenios que -por una peculiar idiosincrasia sociológica que luego analizaremos- tenía un tono bastante languideciente, desde que en 2008, a causa de la crisis y los recortes, el Gobierno de Paulino Rivero redujera drásticamente las subvenciones con las que se cubría la mayor parte de su presupuesto, inició una caída en picado de la que aún no se ha recuperado.

Un cúmulo de circunstancias se confabularon entonces en contra de la vetusta institución, empezando por el hecho de que los rigores de la crisis no impideron a ese mismo Gobierno entonces de coalición de CC con el Partido Popular abrir, de manera paralela y frente al Parque del Retiro, en la no menos señorial calle de Alcalá, un centro propio, el ya mentado Espacio Canarias, dependiente directamente del Ejecutivo, para la promoción en Madrid de los artistas y creadores canarios, principal función que, mal que bien, además de la folklórica o de promoción turística, tiene como finalidad la Casa de Canarias. Aunque portavoces del Ejecutivo se refieran ahora a ella despectivamente como “esa asociación de canarios residentes en Madrid”.

“Competencia desleal”

“Fue una competencia desleal para la Casa de la calle Jovellanos, el Gobierno regional utilizaba muchos más recursos que ellos e incluso llegó en algún momento a dilapidarlos”, comenta a este periódico el escritor Luis León Barreto tras recordar que “a causa del elevado coste de su mantenimiento” el Espacio Canarias tuvo finalmente que cerrar sus puertas en 2012.

“Es absurdo que desde el primer momento no se planteara algún tipo de colaboración entre ambas instituciones y no una rivalidad esterilizadora”, agrega León Barreto, encargado de gran parte de la programación cultural de la Casa entre 2001 y 2005 junto al también periodista y escritor Sabas Martín,y cuya marcha para las Islas supuso una gran pérdida para aquellas actividades que en los primeros años del siglo tuvieron un nivel bastante aceptable.

Lo cierto es que, nacido en el marco del llamado Programa del Septenio y de todas aquellas movidas culturales surgidas durante el mandato de la entonces responsable de Cultura del Ejecutivo regional, Milagros Luis Brito, con el Espacio los poderes públicos de las Islas apostaron por un modelo propio para promocionar la cultura canaria en Madrid. Y en cuanto llegaron los recortes las 'vergüenzas de la Casa de Canarias' quedaron más al descubierto que nunca: una estructura de personal y de gasto totalmente innecesaria y obsoleta y heredera de épocas pretéritas, con dos bedeles y un horario de mañana y tarde absolutamente innecesario para las actividades que se desarrollaban -mucho pollo para tan poco arroz-; un bar-cantina que nunca termina de funcionar, a diferencia de otras exitosas casas regionales, por las dificultades materiales de acceso y conocimiento de la existencia del local para el viandante; y una masa social muy envejecida y bastante conservadora, y dicho sea con todo el respeto del mundo, con cierto olor a naftalina.

El Hogar Canario de Madrid fue fundado en 1953 en el marco de la utilización que hacía el franquismo de lo regional para legitimarse.

Y es que fundada en 1953 como Hogar Canario por un grupo de residentes canarios en Madrid que en muchos casos ocupaban cargos de responsabilidad en la dictadura franquista, y reducida en aquellos años su alcance a lo meramente folklórico, no hay más que echar un vistazo a los presidentes que tuvo en aquellos años para detectar esa impronta que ni con la democracia ha desaparecido del todo. Así, tras el periodista de 'Abc' Juan Bautista Acevedo (1953-56), el segundo presidente del Hogar fue el palmero Esteban Pérez González (1956-59), hermano del todopoderoso ministro de la Gobernación franquista Blas Pérez y tristemente conocido como cabeza visible de la represión del régimen en la etapa más propiamente fascista de la posguerra. El tinerfeño Luis Benítez de Lugo y Ascanio, marqués de la Florida, también ocupó el cargo entre 1959 y 1966, tras haber presidido el Atlético de Madrid en los tiempos en que ni siquiera se había construido el Estadio Vicente Calderón y disputaba sus partidos en el Estadio Metropolitano (por cierto, que según cuentan historiadores fubolísticos, Benítez de Lugo tuvo que abandonar su cargo en la entidad colchonera tras una rebelión de las gradas al grito de 'Fuera el Marqués'). El magistrado y presidente de Sala del Supremo Manuel Cerviá Cabrera también ocupó la poltrona en dos relevantes periodos (1966-70 y 1971-76), tras un breve interludio en que estuvo al mando Andrés Miranda y antes de que entre 1971- 83 la ocupara el militar Antonio Alemán.

Si se analizaran todas las juntas directivas de esos años seguramente podría realizarse una radiografía muy precisa de las élites de poder canarias en el exterior en aquellos años del franquismo. Y es que ubicado en la castiza calle de Fuencarral, a mitad de camino entre lo que paradójicamente hoy son dos barrios madrileños tirando a pretendidamente vanguardistas y alternativos como Chueca y Malasaña, las actividades del Hogar Canario en aquella época, sin poco más alcance que el folklórico, deben inscribirse en la utilización que de lo regional realizaba el franquismo para legitimarse. Una función que también se detecta en otros conocidos tópicos de aquella época de Madrid en sepia a la que hoy podemos acceder a través de los archivos del NO-DO, como la Feria del Campo que periódicamente se celebraba en el recinto de la Casa de Idem o la llamada 'demostración sindical' que tenía lugar cada Primero de Mayo en el Estadio Santiago Bernábeu y en el que los coros y danzas agasajaban al Dictador con jotas y muñeiras, pero también con sardanas, zortzikos y castellets.Y al compás del 'glorioso movimiento' también se ejecutaban isas y folías.

El baile dominical

Y no todo era negativo en lo que estoy contando: según los testimonios de la época, el Hogar también llevaba a cabo cierta labor asistencial. Y al margen de que las tradiciones de los pueblos existan y existirán siempre a pesar de los que pretendan manipularlas y usarlas en beneficio propio no cabe duda de que el Hogar Canario e instituciones similares contribuyeron a preservarlas a pesar de Franco. Y por otra parte, según cuentan los más viejos de entre los que uno ha consultado que conocieron aquella época, aquellos vetustos salones de la calle Fuencarral también cumplían otra benéfica misión, ya que aquél era uno de los pocos sitios de Madrid donde los fines de semana había un baile barato y, al parecer hasta se ligaba. No todo el mundo podía permitirse juergas nocturnas como las que se corría unas calles más abajo Ava Gardner en el bar de Perico Chicote antes de que la llevara de vuelta al hotel y envuelta en un antifaz, cuando ya empezaba a clarear, en su taxi El Fary.

Y, como anécdota, incluso se cuenta que en los destartalados salones de calle Fuencarral, en la cantina había una bandera canaria que pendía de un mástil. No hemos podido aclarar si tenía siete estrellas verdes, aunque parece poco probable. En cualquier caso, las personas con quienes hemos hablado no se fijaron en si había o no estrellas en la bandera. Tal vez la causa fuera que, como escribió recientemente en el diario 'El País' el escritor y cronista de la Villa y Corte Moncho Alpuente a los bulliciosos bailes de los domingos, conocidos en todo el vecindario, acudían “las chicas más guapas residentes en Madrid”, extremo que Alpuente pudo constatar personalmente.

Aunque el local se encontraba ubicado en la calle Fuencarral, se accedía hasta allí a través de una escalera situada al fondo de un pasadizo interior que comunica dicha calle con la Corredera Alta de San Pablo y en el que había ubicada una galería comercial que cuando se inauguró en los años 50 constituía el 'summum' de la modernidad. En época ya algo posterior, coincidiendo con la transición a la democracia, cuenta el también escritor y periodista Juan Cruz Ruiz que cuando conoció el local de la calle Fuencarral, con su viejos y algo sucios suelos de madera y de baldosa, lo que más le llamó la atención fue la conjunción de gentes dispares. Y que pudieran coincidir en una tertulia viejos falangistas como el tinerfeño Francisco Aguilar y Paz y personas más vinculadas a la izquierda como el escultor Martín Chirino.

Lo cierto, no obstante, fue que la transición democrática dejó algo descolocado al Hogar Canario, que bajo la presidencia del abogado José Gaspar González- Palenzuela (1983-87), catedrático de Derecho del Trabajo y autor de libros tan sugestivos como el titulado 'Cómo hacer un Convenio Colectivo modelo', debió cerrar sus puertas. Y es que el edificio formaba parte del llamado patrimonio sindical cuya devolución se negociaba entonces con los sindicatos recién legalizados; aunque esto finalmente no sucediese.

Reapertura con Saavedra

Curiosamente sería el fenómeno de la consolidación del Estado de las Autonomías y, en particular, la canaria, lo que ocasionaría que el Hogar volviera a reabrirse. Y sería el Gobierno del socialista Jerónimo Saavedra quien lo propiciaría aunque se esperaría para llevar a cabo el acto de apertura a la campaña electoral de la primavera de 1987 tras la que el PSOE era relevado por el llamado 'Pacto Canario' entre el PP, las AIC y el CDS, bajo la presidencia de Fernando Fernández. Quien esto escribe era entonces casi un muchacho, y hasta era todavía bastante novelero, por lo que ante la convocatoria, anunciada en los diarios de la capital, se constituyó aquella asfixiante tarde del caluroso mayo allí como un clavo, al igual que gentes de todo Madrid (no solo canarios), y particularmente jóvenes, como jamás se ha visto luego en el actual local de la calle Jovellanos. Ni siquiera en saraos especialmente concurridos como los celebrados en alguna edición de Fitur o Arco en tiempo de vacas gordas. Y es que hace 26 años la cultura del canapé gratis estaba en Madrid todavía bastante viva.

Aún presidía el Hogar Palenzuela, aunque poco después sería relevado por el ex delegado de CEPSA en Tenerife Angel Hernández, un hombre muy culto y de ideología liberal, padre del montador cinematográfico Angel Hernández Zoido. Evidentemente, se había recurrido sin ningún recato a las subvenciones públicas para volver a poner la entidad en marcha. Y prueba de la dependencia que desde entonces se dio al Hogar de las instituciones canarias fue que en aquel acto de reapertura se insistiera reiteradamente en que quien quiera que fuera el presidente de Canarias tras las elecciones que iban a celebrarse podría contar allí con su despacho en Madrid y una estructura de apoyo con varios bedeles y funcionarios a su servicio. Un inmenso error que lastraría el posterior funcionamiento de la entidad con una estructura de personal sobredimensionada, ya que si bien es posible que Saavedra contemplara en algún momento la posibilidad de que la Oficina del Gobierno de Canarias estuviera allí, los posteriores gobiernos lo desecharían y se dotarían de una oficina propia que iría consolidándose cada vez más, como la que actualmente hay en la calle Fernanflor, muy cerca del Congreso de los Diputados.

Desde 1987 arrastraba el lastre de una estructura de personal obsoleta e innecesaria, que se cubría con subvenciones.

En 1992 Hernández,,que representa la asunción por la entidad de la democracia, dejaría paso en la presidencia al economista grancanario Nicolás Henriquez, quien volvió a insistir en la idea de ubicar en un mismo edificio la Casa Regional y la Oficina del Gobierno. Lo cierto es que las relaciones entre Henríquez y Hernández no siempre fueron buenas, en gran parte por tener una visión distinta respecto a la misión de la Casa, ya que mientras para el primero, que aún sigue en activo, era básico que el Hogar sirviera de proyección a las empresas canarias en el exterior, para el directivo de CEPSA -crítico de arte y traductor de latín durante su jubilación- lo esencial era promocionar la cultura de las Islas. Y es cuando Hernández vuelve a la presidencia en 1999 cuando se cierra definitivamente el local de la Calle Fuencarral y se produce el traslado a Jovellanos bajo la denominación de Casa de Canarias, previa adquisición por parte del Gobierno regional del nuevo inmueble.

Ya entrado el siglo XXI, Hernández se retirará por razones de edad y salud y será sustituido en 2003 por la funcionaria de Cajacanarias Aída Luque. Los problemas llegarán,como ya se ha dicho, cuando el Gobierno de Paulino Rivero se desentienda del vetusto invento, prefiriendo la creación de otro ente que pueda manejar sin intermediarios. Y cuando la estructura de personal heredada del pasado por la que la entidad cuenta con una secretaria y dos bedeles se revele, no ya absolutamente innecesaria (pues aunque eso era más que evidente, no constituía problema mientras se pagara con dinero público; la peña no suele tener demasiados escrúpulos en gastar pólvora del Rey), sino totalmente insostenible al desaparecer las subvenciones. ¿Con una conferencia o una proyección de cine a la semana era necesario mantener esa estructura? ¿Era necesario que la Casa abriera desde primera hora de la mañana hasta primera hora de la tarde cuando no recibía apenas visitas de nadie antes del mediodía? ¿Y para qué se necesitaban dos bedeles? Estaba claro que todo aquello era mucho pollo para demasiado arroz, pero como en la fábula del Rey Desnudo pocos eran capaces de reconocerlo. O de afrontar el siempre doloroso y costoso problema de los despidos que, cuando al fin no hubo más remedio que efectuarlos, no se supo abordar adecuadamente.

Despidos improcedentes

Y es que en julio de 2010 un juzgado de lo Social de Madrid condenó a la Casa de Canarias a readmitir a sus tres trabajadores, por considerar que sus despidos habían sido improcedentes, o a indemnizarlos por un total de 104.391 euros.

Si se tiene en cuenta que las subvenciones del Gobierno regional en 2012 y 2013 han sido de 3.000 euros y 2.100 respectivamente, se comprenderá que la actual junta haya tenido que pedir un préstamo para hacer frente a las indemnizaciones y que tenga que estar intentando sacar dinero de debajo de las piedras, ya que el número de socios, que pagan una cuota de 10 euros al mes, se estima que nunca ha sido de más de 400. La aprobación en 2012 de una derrama extraordinaria de 100 euros ocasionó la baja de un elevadísimo número de miembros..

En la primavera 2011, por primera vez concurren a las elecciones de la Junta Directiva dos candidaturas: la oficial, encabezada por Luque, la actriz Isabel Prinz y el abogado Rafael Machado; y la crítica, encabezada por el pintor Andrés Delgado, José Miguel Martín, y la periodista Alicia R.Mederos.

La confrontación tiene carácter histórico y, aunque el aparato oficialista termina por imponerse por mayoría absoluta, supone un soplo de aire fresco, formando parte de la candidatura crítica un buen número de jóvenes artistas y de universitarios, sector este último de población canaria en Madrid cuantitativamente muy importante además de muy alejado de la Casa de Canarias.. No obstante, y cuando paradójicamente en la entidad se empieza a actuar de manera algo más eficiente desde el punto de vista económico, entre los puntos del programa crítico figura, además de la revitalización de las actividades de la Casa, la readmisión de los despedidos y el mantenimiento de la estructura de personal anterior.

Los jóvenes críticos encabezados por Delgado y Mederos son, además, indisimuladamente respaldados por personas del entorno del gubernamental Espacio Canarias de la calle Alcalá, que por aquel entonces aún no había cerrado, y que significativamente ahora podría volver a abrir sus puertas en la mismísima calle Jovellanos.

Y es que el drama (o el sainete) de la Casa de Canarias es que ahora que ha comenzado al fin a ser más eficiente, o al menos a no costar tanto dinero al erario público, es cuando “esa asociación de canarios residentes en Madrid” está más cerca de desaparecer definitivamente o de ser en la práctica totalmente absorbida por el Gobierno regional.

Porque desde que el Gobierno comenzó a pasar de ellos han comenzado a funcionar mejor y, sobre todo, a costarnos menos a todos. A buenas horas mangas verdes.

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