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Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

DOS ESPADAS: CUARTO TOMO (final de la serie)

Antes de navidades prometí que, una vez que leyera la cuarta y última entrega de la serie Dos Espadas, escribiría una larga reseña sobre el punto y final de las aventuras de la joven Cira.

No obstante, y aunque me cueste admitirlo, Kenny Ruiz me ha chafado mi deseo y, a causa de su buen hacer, mi propósito inicial se ha transformado en virtud de las circunstancias, en algo mucho más escueto y conciso. ¿La razón? Una y muy simple: de la cuarta y última entrega de Dos Espadas sólo se puede decir que hay que verla, en persona, “personalmente”, y no dejarse llevar por “radio-patio” o “radio-tienda de cómic especializada, versión tendero buenas noches”.

Cada página, cada viñeta de esta última entrega parece querer superar a la anterior y, si se quiere contar, de alguna forma, lo que ocurre, toda la magia y el espíritu de esta historia gráfica se perdería en el intento. Está claro que se pueden añadir algunas frases, muy clásicas, tales como “cuando hay armas y magia de por medio, todo puede pasar” o “por mucho que se huya del destino, éste te acabará atrapando”. Sé que suenan a tópicas, pero es que los seres humanos tendemos a repetirnos mucho y nunca queremos aprender.

La virtud de la obra de Kenny Ruiz, por encima de los tópicos anteriormente comentados, es su capacidad para evolucionar, de igual modo que evoluciona el carácter y la forma en la que Cira se enfrenta a los retos que aparecen en su camino. Al final, el largo camino recorrido por Dos Espadas ha beneficiado a la obra, en todos los sentidos, y las dudas del primer tomo ya han quedado diluidas por la claridad y la seguridad que demuestran las páginas del cuarto y último tomo de la serie.

Tal y como también se suele decir en estas circunstancias, llegado el momento “están todos los que son y la suerte está echada, para bien o para mal”. Para el resto, mudos espectadores del espectáculo que vamos a presenciar, sólo nos queda colocarnos bien en el sillón y tener los ojos muy abiertos, porque si pensábamos que lo habíamos visto todo, muy equivocados estábamos… Vaya que sí.

¿Y el futuro? Quién sabe si volveremos a cruzarnos con Cira, Dago y sus amigos a la vuelta de cualquier esquina o en las pantallas de un cine en 3D con súper-pantalla panorámica. Eso, el tiempo y alguna que otra cosa más, lo dirá.

Por ahora, quienes no hayan leído esta cuarta entrega, ya están tardando en ir a buscarla a la librería especializada más cercana. Y a paso ligero.

© Kenny Ruiz, 2015

© Norma Editorial, 2015

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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