Aprender español, una herramienta infalible contra la marginalidad

Solicitantes de asilo en clases de español impartidas por CEAR en Madrid.

Natalia G. Vargas

Las Palmas de Gran Canaria —

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Cristian, un hombre de Sierra Leona, busca entre sus apuntes los deberes sobre el pasado simple. Faltan cinco minutos para que comience su clase de español del viernes y quiere aprovecharla al máximo. Tiene un objetivo: aprobar el examen de lengua que necesita para obtener la nacionalidad española y, a medio plazo, ser abogado para “defender los derechos de las personas vulnerables de su país”. “Yo creo que puedo hacerlo”, duda. “Claro que puedes, estás preparado”, le responde Marina Naranjo, su profesora y técnica del área lingüística de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

“Las personas extranjeras que llegan a España y no conocen el idioma están avocadas a la marginalidad”, sentencia Naranjo. Por ello, un total de 104 personas acuden en Gran Canaria a clases de español ofrecidas por una quincena de voluntarios, una herramienta dirigida a que las personas extranjeras alcancen la plena autonomía y sea más fácil su integración en el mundo laboral, social y educativo.

Mauritania, Senegal, Sierra Leona, Ghana o Brasil son algunos de los países de procedencia del alumnado que asiste a las clases de Marina. Culturas, lenguas y religiones distintas confluyen en esas cuatro paredes con un objetivo común: integrarse lo mejor posible en España a través de la lengua. La Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, apela a los derechos y libertades de los extranjeros en España y hace hincapié en su integración social. Sin embargo, a pesar de que conocer la lengua sea un pilar determinante para alcanzar esta inclusión, en la mayoría de ocasiones solo se puede acceder a su aprendizaje de forma privada, generando un coste que para las personas que llegan sin recursos “es inabarcable”.

En este contexto, sobrevivir sin conocer el español se vuelve una odisea, pues “todo es burocracia”, tal y como señala Naranjo. Los números y las letras están por todas partes: pedir cita en el médico, leer una nómina o elaborar un cuadrante en el trabajo.

Así, de acuerdo con el derecho a la integración social de las personas extranjeras estipulado en la legislación española, CEAR intenta asumir el servicio de enseñanza del español y ofrece clases a grupos de quince personas en el marco de tres programas distintos. En primer lugar, el de asilo, al que pueden acogerse todas las personas que lo hayan solicitado. Este plan académico, del que forman parte en la actualidad 42 personas, incluye quince horas de clase.

Por otra parte, para las personas que llegan en circunstancias más difíciles, como el caso de quienes cruzan el mar en cayuco o en patera, pueden acogerse al Programa Humanitario y recibir a la semana cinco horas de español durante tres meses. Tienen un estatus legal establecido y les damos contenidos del nivel A1, un nivel de bienvenida para que puedan sobrevivir“, cuenta la técnica lingüística. Las cifras en este ámbito son muy cambiantes, pues han tenido de 30 a 10 usuarios en un mismo mes al tratarse de personas con un futuro incierto. Finalmente, mediante la tercera vía se puede acceder a las clases de extranjería, dirigidas a todas aquellas personas extranjeras que no tienen otro medio para aprender el idioma.

Camino a la nacionalidad española

Camino a la nacionalidad españolaEl grupo de los viernes, dirigido por Marina, está preparando el examen lingüístico exigido para poder obtener la nacionalidad española. En él, tienen que demostrar su soltura en cuatro ámbitos: escrito, auditivo, lector y oral. La profesora reparte a cada uno una ficha de preparación del examen oral. Aficiones, trabajo o familia. Tienen dos minutos para hablar de una de esas opciones.

“El baile es mi pasión, y voy a luchar por vivir de ello, aunque sea difícil”, confiesa Samba. “Me gusta mi trabajo porque es mi presente y mi futuro”, puntualiza Ibrahima. Por su parte, Insa no puede contener la emoción al hablar de su familia, que le aconseja para “hacer las cosas bien” y le anima a “salir adelante”. Fatu comparte que le encanta su trabajo, que consiste en cuidar a personas mayores, y Gloria hace que al resto de la clase le den ganas de ir al gimnasio al contar lo bien que se lo pasa en las distintas clases a las que va. “En los discursos que han empezado a sonar con más fuerza en los últimos meses se presenta a las personas extranjeras como un grupo homogéneo y criminal, pero cuando las conoces por su nombre y apellido y comparten contigo sus historias, te rompen un poco más el corazón esos alegatos de odio”, afirma Naranjo.

Para poder optar a la obtención de la nacionalidad española no solo deben superar el nivel A2 de español, sino que también tienen que aprobar un test sociocultural. “¿Cuál de estas tres obras literarias es de Federico García Lorca?”, “Cómo se llaman los órganos del gobierno de las provincias españolas?” o “¿Cuál es el impuesto que pagan al Estado todos los consumidores al comprar productos y bienes o contratar servicios?” son algunas de las preguntas incluidas en el cuestionario. “En CEAR hay profesoras que ayudan a preparar esta prueba, pero también ofrecemos manuales para que estudien por su cuenta”, explica Naranjo.

Voluntariado

Voluntariado “Dar clases de español a personas extranjeras es una cura para mi equilibrio emocional”. Jordi tiene 62 años, es pedagogo jubilado y lleva medio año como voluntario impartiendo el nivel A2 en CEAR. “Quien gana más con este intercambio es el profesorado, ya que el alumnado es profundamente agradecido y el hecho de que les dediques tu tiempo es muy valioso para ellos”, valora. “Ha habido personas que vienen a mí llorando y me dicen que soy la primera profesora que han tenido en su vida”, cuenta Marina Naranjo.

Naranjo es profesora de español como lengua extranjera y ha impartido clases a estudiantes europeos en el marco del programa Erasmus. Pero su alumnado de CEAR es muy diferente. “Vienen sin nada, algunos son ágrafos y no saben siquiera cómo agarrar un lápiz”. Por ello, su atención es mayor y en tiempo récord hacen de la clase su familia. Además, con la misma velocidad, en cuanto llegan, “hay que enseñarle lo básico” para que puedan esquivar la exclusión.

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