La ardilla moruna campa a sus anchas en Fuerteventura y la culebra de California ya está presente en Tenerife
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han reclamado este miércoles un plan de contención contra las especies invasoras en Canarias y han aludido a la propagación de la ardilla moruna y de la culebra real de California, que también ha aparecido en Tenerife.
En un comunicado los investigadores del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) de este centro del CSIC alertan sobre la presencia de especies invasoras en las islas y reclaman la puesta en marcha de un plan de contención coordinado entre las instituciones para frenar la introducción de animales y plantas foráneas que amenazan la rica biodiversidad del frágil ecosistema canario.
Al respecto, detallan que los científicos del IPNA han estudiado los datos registrados de la presencia de la ardilla moruna (Atlantoxerus getulus), originaria de Marruecos y Argelia, en Canarias. Introducida en 1965 en Fuerteventura como animal doméstico, esta especie de ardilla llegó prácticamente a colonizar la totalidad de la isla en los años 80.
Actualmente está considerada una especie invasora cuya posesión, comercio y transporte están prohibidos por ley pero los datos señalan, añaden, que entre 1996 y 2006 al menos 30 de estas ardillas fueron transportadas entre las islas.
Según los autores del artículo estos datos dan cuenta de la ausencia de un protocolo riguroso para el control de especies invasoras en Canarias y alertan además de que el número de especies invasoras de menor tamaño trasladadas sin control entre las islas podría ser incluso mayor. El transporte incontrolado de ardillas desde Fuerteventura resulta especialmente alarmante si se tiene en cuenta que el resto de las islas Canarias presentan unas condiciones aún más favorables para la proliferación de esta especie.
Los investigadores del Grupo de Ecología y Evolución en Islas, perteneciente al IPNA, hacen especial hincapié en el hecho demostrado de que las labores para la eliminación de especies naturalizadas suponen un coste más alto que las necesarias para la prevención de su introducción.
Recuerdan además que el reglamento europeo en este ámbito señala que los requisitos para controlar las especies invasoras deberían ser más restrictivos en los territorios ultraperiféricos, adaptándose a las necesidades específicas del territorio.
Los investigadores recuerdan que ésta no es la única especie invasora presente en el archipiélago y señalan el caso de otra especie altamente perniciosa para la biodiversidad del territorio canario como la culebra real de California recientemente aparecida en Tenerife, como muestra de la necesidad de establecer un plan de contención ante la propagación de estos animales.
En el caso de la ardilla moruna, la única medida de control de las que se tiene constancia es la colocación de placas informativas en puertos y aeropuertos de las islas en la década de los 70 señalando la prohibición para su transporte entre islas y que fueron eliminadas a los pocos años.
Los autores del artículo argumentan que la implementación de mecanismos más estrictos – como los adoptados en otras regiones de alta diversidad biológica como Australia y Hawai y que incluyen medidas para la detección temprana y respuesta rápida que ayudan a minimizar el impacto – debería ser también una prioridad en territorios con abundante biodiversidad nativa como Canarias.
Asimismo, reclaman la puesta en marcha de programas educativos que fomenten la concienciación ciudadana sobre los riesgos que implica la introducción de especies invasoras en las Islas Canarias. Esta investigación cuenta con financiación del programa Tenerife 2030 del Cabildo de dicha isla y las ayudas para doctorado del Gobierno de Canarias.