La demolición de una fachada histórica desata la polémica en La Laguna
La calle Nava y Grimón es uno de los puntos cardinales del casco histórico de La Laguna, en Tenerife. Los edificios de esta vía han conservado la esencia que caracteriza a esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo, esta calle se ha situado en las últimas semanas también en el centro de la polémica. La demolición de una edificación antigua y la construcción de una nueva han generado malestar en un sector de la población, que ha tildado la obra de “atentado patrimonial”. Mientras tanto, la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento defiende que el procedimiento se ha llevado a cabo con todas las garantías y en el marco de la legalidad.
Todo comenzó en 2017, cuando Coalición Canaria aún estaba al frente del Ayuntamiento. En febrero de ese año la entidad Mutua Tinerfeña obtuvo la licencia para construir un edificio dedicado a oficinas, con sala de exposiciones, salón de actos y cafetería. En esas mismas fechas, también fue concedida la licencia para demoler el inmueble preexistente.
Según un informe elaborado por el Servicio de Gestión del Casco Histórico, el inmueble no estaba incluido en el catálogo de edificaciones protegidas del vigente Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico. A pesar de ello, en 2017, el área de Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife remitió un oficio advirtiendo que “pese a no recogerse en el catálogo del PEP, se trata de un inmueble que posee unos valores patrimoniales indudables” tanto en el interior como en el exterior.
Como conclusión, el Cabildo propuso catalogar el inmueble e identificar los elementos a proteger. El objetivo: evitar una intervención que afectara “a los valores que motivaron la declaración del Conjunto Histórico de La Laguna”. El Ayuntamiento de La Laguna respondió a esta comunicación, apuntando que el oficio no constituía “un acto firme adoptado por órgano competente del que se pudiera derivar la adopción de medidas concretas”.
Así, ante la falta de una resolución que ordenara la adopción de medidas cautelares, la remodelación siguió adelante. La obra se ha topado con el rechazo de parte de la población. “En un centro histórico, que además es Patrimonio de la Humanidad, el criterio y el derecho que han de prevalecer no son los de propietarios y promotores, sino el interés general y el bien común”, sostiene en un comunicado el historiador y sociólogo Álvaro Santana Acuña.
“El interés general y el bien común se siguen vulnerando en el centro histórico lagunero por culpa de la gestión hecha desde la Gerencia de Urbanismo en favor de intereses privados. La construcción del edificio en el número 6 de la calle Nava y Grimón es la prueba más reciente de ello”, continúa el experto. Santana subraya que el edificio tenía elementos patrimoniales de valor, no solo en la casa, sino también en las zonas de jardín y huerta.
“¿Merecía ese edificio tener alguna protección? Es probable, pero no la tenía. Y cuando se presenta un proyecto de conformidad con lo establecido en el planeamiento, la Gerencia de Urbanismo no puede no conceder licencia porque estaría incurriendo en una ilegalidad tan grave que sería constitutiva de delito”, señaló Pérez en una rueda de prensa.
El concejal de Ordenación del Territorio, Santiago Pérez, ha reaccionado a las críticas de la ciudadanía. El también director de la Gerencia de Urbanismo ha adelantado a esta redacción que ha solicitado al Servicio de Gestión del Casco Histórico que estudie la viabilidad técnica y jurídica de regular la integración de los nuevos edificios en el ambiente urbano del conjunto histórico. El edil insiste en la importancia de analizar el asunto “evitando falsos históricos en las nuevas edificaciones” y “respetando escrupulosamente la libertad de diseño arquitectónico”.
El falso histórico
El diseño contemporáneo de la nueva edificación ha sembrado el malestar en la ciudadanía. El historiador Álvaro Santana critica el lenguaje arquitectónico “pobre” utilizado en el nuevo inmueble. “Un diseño mediocre y unos materiales decorativos de dudosa calidad para adaptarse al húmedo clima lagunero [...] No aporta nada de valor al patrimonio de la ciudad y además rompe con el entorno”, asevera.
En esta línea, Pérez ha defendido que el proyecto ejecutado ha supuesto una reducción de la volumetría existente. También ha resaltado la importancia de “evitar la cultura de la simulación”, puesto que el Plan Especial de Protección prohíbe los falsos históricos.
Este concepto describe las restauraciones de edificaciones históricas que tratan de reproducir el trabajo original y terminan transformando la esencia de la obra inicial. Además, ha insistido en que la ciudad “se va construyendo”. “Ningún momento histórico de la trayectoria de La Laguna como ciudad es más histórico que otro”, concluyó.
Por su parte, el sociólogo Álvaro Santana considera que el Plan Especial de Protección no protege la arquitectura canaria, y cuestiona la fiabilidad de este documento elaborado por la empresa Arquitectura, Urbanismo y Cooperación (AUC). “Esa multinacional creó un PEP según el cual cualquier edificio nuevo que tenga elementos arquitectónicos canarios no es contemporáneo, sino un falso histórico”.
Para el experto, este criterio “disparatado” es “el culpable de los edificios irrespetuosos, disonantes y vulgares que se construyen en el centro histórico desde 2005, como el juzgado en la plaza del Adelantado, el edificio de Nava y Grimón o el proyecto del nuevo mercado municipal”.
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