El Hierro aporta claves para anticiparse a futuras erupciones en Canarias
El volcán de El Hierro pasará a la historia como el primero monitorizado en directo desde mucho antes de su nacimiento, y con tanto detalle, que quizás permita empezar a entender qué fenómenos en el Atlántico anuncian con años de antelación que hay una erupción en ciernes en Canarias.
Los geólogos llevan décadas debatiendo si el vulcanismo de Canarias es el resultado de los movimientos tectónicos de la región del planeta donde se encuentran las islas o de una pluma por la que emerge magma del manto terrestre en ese punto concreto del océano, dos tesis que cuentan con pruebas y prestigiosos partidarios.
“Sin embargo, la potencial relación entre esos dos procesos geodinámicos nunca se ha establecido, probablemente porque la frecuencia de erupciones en estas islas es relativamente baja, 16 en los últimos 600 años, y porque hace pocos años que disponemos de datos de instrumentos de monitorización”, apuntan los vulcanólogos Carmen López, Laura García-Cañada, Joan Martí e Itahiza Domínguez.
Estos cuatro científicos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) y el Instituto de Ciencias de la Tierra “Jaume Almera”, del CSIC, defienden en el último número de “Journal of Geodymanics” que la erupción submarina de El Hierro fue el resultado de un proceso que comenzó mucho antes, que involucra a un área geográfica muy extensa y, lo que es más importante, que emitió varios avisos previos.
Cuando el 10 de octubre de 2011 los instrumentos del IGN comenzaron a detectar que brotaba magma en algún punto bajo mar de Las Calmas, muy cerca del puerto de La Restinga, hacía ya cuatro décadas que Canarias no vivía un fenómeno de este tipo, en concreto, desde el nacimiento del volcán Teneguía, en La Palma (1971).
No obstante, las islas sí habían asistido a episodios sísmicos más recientes y a un par de amagos del Teide (1989 y 2004), por lo que esta vez Canarias contaba desde hacía tiempo con una red de vigilancia, tanto de terremotos como de deformaciones del terreno.
Los autores de este trabajo mantienen que, si se observan los datos recopilados por la red de vigilancia sísmica de Canarias desde 1996 y se cruzan con los aportados para un contexto geográfico mucho más amplio (de Azores a Marruecos y de Cádiz a Cabo Verde) por otros organismos internacionales, se pueden observar “indicios de actividad tectónica anómala desde 2003 en adelante, cuya intensidad se incrementó en 2007 y que finalmente se aceleró tres meses antes de la erupción de octubre de 2011 en El Hierro”.
Estos científicos consideran que pueden probar que el nacimiento del volcán Tagoro “fue precedido por años” de seísmos y deformaciones del terreno, provocados por una irrupción de magma del manto en diferentes puntos del subsuelo situados bajo las Islas Canarias, la cordillera del Atlas y el sur de la Península Ibérica.
La presión de ese ascenso de materiales fundidos del manto desencadenó seísmos que, a su vez, originaron fracturas que facilitaron que el magma subiera hacia la corteza bajo las Islas Canarias. Y, en El Hierro, el magma siguió empujando ya cerca de la superficie (a entre 25 y 15 km), lo que elevó varios centímetros la isla y provocó cientos de temblores, hasta que se abrió una grieta.
A la luz de lo ocurrido con el volcán Tagoro y de los fenómenos que lo precedieron, los autores de este trabajo proponen monitorizar a largo plazo los seísmos y la deformación del terreno en el área del Atlántico comprendida entre Azores y Marruecos, porque consideran que puede resultar muy útil “para evaluar los riesgos de futuras erupciones en las Islas Canarias”.