Mueren padre e hijo tras la explosión de la fábrica pirotécnica de Teror
La explosión en el taller de pirotecnia propiedad de la conocida familia Dávila León en el municipio grancanario de Teror se ha saldado con el fallecimiento de Francisco Dávila, propietario de la fábrica, y su hijo Pablo. Una tercera persona, un sobrino del dueño, resultó herido por quemaduras en miembro superior de carácter menos grave que ha sido trasladado hasta el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. La deflagración provocó además un incendio en la zona de la carretera de salida entre Teror y Arucas, donde hasta última hora de la tarde aún trabajaban los bomberos para evitar que se produjesen nuevas explosiones en la zona.
Cerca de las 20.00 horas, el Ayuntamiento de la Villa terorense confirmaba que el incendio provocado tras la explosión había quedado totalmente “extinguido”, aunque los efectivos del Consorcio de Bomberos continuaban a esa hora trabajando para enfriar la zona y evitar que se propagase alguna llama. Las mismas fuentes afirmaron que no existe peligro de que las llamas alcancen el Parque Natural de Osorio, donde existe una extensa vegetación. Además, se ha descartado que el fuego haya afectado a viviendas, aunque dos de ellas han tenido que ser desalojadas como medida de precaución.
Respecto a las víctimas, uno de los fallecidos es Francisco Dávila -60 años-, el propietario de la pirotecnia, y el otro es su hijo Pablo. El herido -37 años-, que ha sido trasladado al Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín con quemaduras de caracter menos grave, es sobrino del dueño del taller. La fábrica, Pirotecnia El Secuestro, está ubicada en el barrio del mismo nombre y pertenece a la conocida familia Dávila León, dedicada históricamente a los fuegos artificiales.
Los servicios de emergencia, que ya no buscan a más desaparecidos en este siniestro, recuperaron en primer lugar el cuerpo sin vida del hombre más joven, que quedó atrapado en el interior de la fábrica donde trabajaba cuando se produjo la explosión.
Horas después se pudo recuperar el cadáver de Francisco Dávila, al que también sorprendió la deflagración dentro de la fábrica.
Osorio, en un principio amenazado
El barrio de El Secuestro está situado a dos kilómetros del casco histórico de Teror y colindante con la montaña de Osorio, hacia donde en un principio se dirigieron las llamas que lograron extinguir tres helicópteros del Gobierno canario y el Cabildo de Gran Canaria. Precisamente, debido a la cercanía del Parque Natural de Osorio, la magnitud de la explosión y el fuerte calor en la zona, en un principio se temió que el conato de incendio se convirtiese en forestal.
No obstante, el incendio sólo ha quemado una pequeña extensión de matorral y eucalipto y ha requerido evacuar a los ocupantes de una vivienda cercana a la fábrica pirotécnica, sin que se conozca por el momento que haya causado daños materiales de importancia.
Cerca de las 19.00 horas, los accesos a las inmediaciones de la fábrica aún se encontraban acordonados por temor a que se produjeran más explosiones, ya que en su interior se almacena gran cantidad de material pirotécnico.
En las labores de extinción del fuego han participado efectivos de la Policía Local de Teror, Protección Civil de ese municipio y de Valleseco, bomberos del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria de los parques de Arucas y San Mateo, un helicóptero y un equipo de tierra del Grupo de Emergencias y Seguridad del Gobierno canario y otros dos helicópteros del Cabildo grancanario.
Como un “terremoto”
Según ha podido confirmar este periódico, la explosión fue de tal calibre que el estruendo pudo escucharse en Arucas, en la playa de Las Canteras y hasta en algunas zonas de Santa Brígida.
Por su parte, los vecinos del barrio de El Secuestro de Teror no olvidarán el tremendo estruendo que les sorprendió a las 15.15 horas y que les hizo pensar estaban ante un “terremoto” que movió sus casas y rompió los cristales de sus ventanas y al que siguió, según contó una de ellas, una “lluvia de billetes de 50 y 20 euros que salieron volando por las ventanas de la fábrica” siniestrada.
Luego, la onda expansiva de la deflagración originó una densa cortina de humo que no dejó ver nada más, relató.