El obispo ofrece ''cercanía, plegaria y apoyo'' a las familias de las víctimas
El obispo de la Diócesis de Canarias, monseñor Francisco Cases, dijo este miércoles durante la homolía del funeral oficiado en la Catedral de Santa Ana por las víctimas de la tragedia áerea de Barajas que “cuando el dolor es tan crecido, la presencia cercana y el silencio son más elocuentes que el ruido de los discursos”.
En una emotiva ceremonia, presenciada en el interior del templo por unas 1.800 personas, de ellas 1.125 familiares de las víctimas, junto a otro millar largo de asistentes en la plaza Santa Ana, monseñor Cases ofreció “cercanía, plegaria y apoyo” a los allegados de los fallecidos y transmitió el apoyo del Papa Benedicto XVI, de quien dijo que había rezado “por el eterno descanso de los fallecidos y por los heridos”, al tiempo que había pedido a Dios “fortaleza y esperanza” para sus familias.
“No es fácil decir una palabra que pretenda dar sentido a lo vivido cuando uno se ha rendido ya a la tragedia, y no es posible comprender cuando ya no tiene sentido”, empezó diciendo el obispo, para continuar con su reflexión sobre la cercanía y el silencio como antídotos contra el dolor, y a expensas de las palabras que se digan alrededor.
Monseñor Cases revivió su experiencia personal de la madrugada del 20 al 21 de agosto, las horas posteriores al accidente, cuando comprobó de cerca el dolor de las familias durante su presencia en Ifema, en Madrid, donde fueron llevados los restos de los fallecidos para el inicio de las identificaciones. “Amiga, me acerqué a ti y me dijiste, padre, viene usted en un mal momento”, relató el obispo en alusión a su primer contacto con los afectados. “Tu mirada acogedora sólo hablaba de dolor y te respondí temblando: hija, no pretendo convencerte de nada, sólo vengo a estar, a recoger una lágrima y una queja dolorida”.
Francisco Cases reflexionó entonces sobre la muerte y el papel de Jesucristo con algunas referencias a los agnósticos o ateos. “¿Donde estaba Dios el 11-S, el 11-M y el 20 de agosto?”, señaló el obispo que se preguntan muchas personas, para seguidamente responder que “siempre junto al que sufre”, ya que “Cristo ha hecho suyo todo lo nuestro”.
Durante la ceremonia, en la que también tuvo cabida la Comunidad Indostánica de Canarias, Cases evocó también la figura de la madre de Jesús, María, de la que destacó su capacidad de sufrimiento. “María sabe de dolor, sabe de silencio, sabe de queja contenida y sabe de amor” porque “nos enseña a entrar en ese misterio de sufrimiento y muerte sin sentido”.
Para terminar, el obispo recordó que “desde el 20 de agosto, toda Canarias se ha cubierto de un manto de dolor, como toda España y como tantos lugares del mundo”, por lo que hizo una última petición: “Padre, ponemos en tus manos las vida de nuestros seres queridos. Sabemos que tú los hiciste a ellos, como a nosotros, frágiles y débiles. Son las tuyas las mejores manos”.