El país de los despropósitos
Dice en un estracto del artículo el autor: “No les hablo, de vergüenza que me da, de la filtración a los medios ni de cómo éstos se entretuvieron para vender en crucificar a quien resultó ser inocente. Tampoco les diré de la entrevista que la radio y la TV canaria, la autonómica, difundieron con el protagonista del suceso; a traición y a pesar de trincarlo sedado hasta las cejas para seguir exprimiéndolo y alimentar el degradante morbo”.