El presunto asesino de la niña coreana debió ir a la cárcel hace tiempo, según su ex esposa

La ex esposa de San Ok Lee, presunto homicida de la niña coreana de once años asesinada en su casa de Gran Canaria, está moralmente convencida de que la muerte pudo evitarse porque el hombre debió ir a la cárcel tiempo atrás, algo que piensa que evitó su “terror” a denunciar sus malos tratos.

Unos malos tratos que incluyeron “palizas diarias” y amenazas de muerte, según aseguró en una entrevista a Efe Carmen Valentina Castro Pérez, madre de una hija del acusado de la muerte de la pequeña In Sil Oh, a quien presuntamente mató el sábado 30 de agosto pasado un hombre que las autoridades policiales destacaron era un viejo amigo de su padre, al que incluso llamaba cariñosamente “tío”.

El fatal desenlace de In Sil Oh, que falleció, según la versión policial, al entrar a robar dinero y joyas que fueron luego halladas en su poder Sang Ok Lee, quien habría esperado que la casa de su amigo estuviera vacía y, al encontrar por sorpresa a la niña, acabó por matarla y posiblemente también por agredirla sexualmente, no fue, por ello, una sorpresa para Carmen Valentina, según destacó.

“A mí se me pasó por la cabeza que este hombre me iba a matar” en distintas ocasiones, ya que era “extremadamente violento”, declaró en ese sentido la mujer, que relató que contrajo matrimonio con Sang Ok Lee en 1990, cuando ella tenía sólo 19 años y él, 12 años mayor, la “engatusó” aprovechando su inexperiencia para no desvelar su verdadera personalidad.

“Al año de estar casada con él -explicó- me enteré de que este señor tenía antecedentes penales, de hecho tengo pruebas que lo testifican, y después de ahí fue un calvario: paliza diaria, amenazas, pánico, ya lo mío era terror”.

“Era tanto terror que yo me metí en mi mundo y, como él amenazó también con matarme a mí, a mi hija y a mi familia, pues yo acataba todo lo que me decía”, apostilló.

Prueba de ese sentimiento que le inspiraba su pareja es el hecho de que, si bien Carmen Valentina se separó de él cuando su hija, ahora de diecisiete años, era aún muy pequeña, sólo cuando había transcurrido más de una década y logró superar un cáncer cuyas secuelas la obligan a permanecer conectada a un aparato que le ayuda a respirar, se atrevió a solicitarle el divorcio, refirió.

“Jamás supe de él hasta al cabo de once años, que yo ya, después de pasar mi enfermedad, me vi con fuerzas para encararme a él y pedir el divorcio, y, de paso, pedir una manutención por mi hija, puesto que yo estoy enferma y no podía trabajar”, señaló.

Admitió, en todo caso, que el valor acumulado en esos años siguió siendo insuficiente para animarla a denunciar formalmente los malos tratos y las amenazas de muerte de las que acusa a su ex esposo, a quien sólo logró que se condenara al pago de una multa por un delito de abandono de familia, pese a considerar que, por su trayectoria, merecía estar en la cárcel.

“Mi denuncia fue por abandono de familia, pero, en realidad, no fue por abandono de familia, fue por maltrato”, declaró al respecto la mujer, que insistió en que si no le acusó de ello “fue por miedo”.

Ese miedo y la consecuente indecisión para denunciar los presuntos malos tratos imposibilitaron, a su entender, que se pudiera acusar de algún delito que llevara a la cárcel a Sang Ok Lee, quien sí que se encuentra ahora en la prisión del Salto del Negro de Las Palmas de Gran Canaria, imputado judicialmente por la muerte de In Sil Oh.

Muerte por la que, “aunque no tenga nada que ver con él ya, desde hace años, me siento culpable”, afirmó Carmen Valentina Castro Pérez, que, insistente, sentenció: “esto se podía haber evitado”.

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