''El principal reto es que el Gobierno no dé por eliminada la cooperación al desarrollo''
Irene Bello (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) puede ser, para algunos, un moscardón de molesto aleteo o un pepito grillo imposible de silenciar. Ella se ve como una luchadora, una guerrera sin espada ni escudo, armada con una sonrisa y con una voz y argumentos destinados a tumbar excusas. “Yo creo que mi labor es criticar y protestar”, se define, por teléfono. Con 33 años, esta joven ha tomado las riendas de la cooperación al desarrollo en las islas. Es delegada en Canarias desde hace ocho años de la Fundación Habitáfrica, nacida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) para actuar en los países emisores, y presidenta de la Federación Coordinadora de Organizaciones no Gubernamentales para el Desarrollo (CONGD) en el archipiélago. Desde hace meses trabaja a destajo para evitar que el Gobierno desmantele las ayudas para ONGD que actúan en África, después de que se haya anulado la última convocatoria de subvenciones a proyectos en el continente. “Entiendo que hay recortes que van a pasar por todos”, dice, “lo que no entiendo es quién y qué tipo de números hace para que, en cuestión de dos meses parezca que ha llegado la crisis, si los números son los que había”.
Para Bello, el principal problema es la “hipocresía” que los gobiernos y sociedades avanzadas no consiguen sacudirse ni siquiera durante la celebración del Día Internacional de la Cooperación al Desarrollo. Los problemas siguen siendo prácticamente los mismos. La cooperante, abogada de formación, que lleva más de ocho años batallando en los despachos como técnica de cooperación y asesora legal en temas de extranjería, insiste en que en lugar de combatir la pobreza se siguen “robando las materias primas” a los países en vías de desarrollo, o que la crisis ha despertado de nuevo el miedo al inmigrante, que la extranjería se ve como “arma política” y que los españoles aún consideran que los extranjeros vienen a “quitar el trabajo”. No faltan ejemplos como las campañas xenófobas que sacuden media Europa, la revisión del Tratado de Schengen, la hambruna en el Cuerno de África o la especulación financiera con los alimentos. La solidaridad se resiente: “Como está el patio aquí, es muy difícil contar que todavía tienes que enviar dinero a África”. Se celebra el Día Internacional de la Cooperación al Desarrollo, precisamente porque es el día en que, en 2006, se ratificó el compromiso con el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), ¿cómo valora ese compromiso y su evolución? ¿Se está cumpliendo?
cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM)
Hace relativamente poco, un informe aseguraba que no solamente no se iban a cumplir, si no que en algunos de los ocho objetivos se estaba peor que cuando se propusieron. Hay mucho debate al respecto y quien dice, desde el principio, que fueron más una estrategia política que real, que eran inviables, pero que quedaba muy bien que todos los países firmaran. Ahora se lavan las manos diciendo que en su momento se tendría que haber hecho algo, a lo mejor no mirar tan alto, haber ido a por menos y, poco a poco, llegar a esos objetivos que eran imposibles de conseguir. Da la impresión de que con la mala situación económica han pasado quizás a un segundo plano, ¿hace pensar que fuesen una estrategia para cuando las cosas van bien?
Cuando las cosas van bien, los gobiernos se permiten el lujo de hacer imagen, se permiten el lujo de gastar tiempo para temas de marketing; cuando las cosas van mal, se olvidan. Por ejemplo, el pacto del 0,7% o el de los ODM, o tantos pactos contra la pobreza, no soy yo quien los firma, los firman los gobernantes, que sean luego consecuentes con lo que hacen. Y no son solo recortes en las ayudas, en el ámbito de la lucha contra el hambre, por ejemplo, la crisis está fomentando la especulación con materias primas, con alimentos, para sustituir otros mercados.
la crisis está fomentando la especulación con materias primas
Les estamos matando de hambre y, hablemos claro, les estamos robando sus materias primas. Pero, además, ahora no hacemos cooperación, ni siquiera les venimos ayudando. En el fondo llega un momento en que piensas que mejor hacer una declaración diciendo que a los países en vías de desarrollo, ni agua. Hay mucha hipocresía detrás, no ahora que hay recortes, cuando estábamos en buenos momentos, se especulaba, solo que si al menos poníamos cuatro pozos y ayudábamos en la alfabetización, tienes un poco la conciencia más tranquila, pero ahora no sé qué pretendemos.
¿Y cómo valoraría lo que está ocurriendo en Europa, como la revisión del tratado de Schengen, con el tratamiento a los inmigrantes?revisión del tratado de Schengen
El tema es muy peliagudo, no tanto en sí, si no porque siempre ha sido uno de los grandes temas por los que se han atacado unos a otros. Se ha hecho un uso, más que pensando en dar una solución, de arma política. Es una realidad que hay flujos migratorios. Obviamente, va muy ligado con la cooperación al desarrollo, porque en un alto porcentaje la gente que emigra de sus países no lo haría si tuviese unas condiciones de vida dignas y ahí es donde entra precisamente ayudar a que salgan adelante para que no se vean en la necesidad de buscarse la vida en otro lado, respetando siempre que cada persona es libre de intentar salir adelante como pueda y donde quiera.
También una crisis como esta genera miedo al inmigrante.
Se cae mucho en los prejuicios, en el “yo no tengo trabajo, pero bien que a los negritos les dan trabajo”. Muchos inmigrantes trabajan sin contrato, sin paro y sin nada, ¿cuántos españoles haríamos eso? También hay mucha falta de información, y la que no falta, simplemente se ignora porque las condiciones en las que trabajan y viven millones de inmigrantes en nuestro país, muchos españoles no las soportarían. ¿Ni siquiera ahora?
Ahora estamos mal, pero el que estaba mal, está peor. Si uno está fatal, todavía hay mucha gente que tiene que situarse por detrás, y entre esos seguramente hay muchos inmigrantes. ¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan los cooperantes dentro y fuera de su país?
Hay muchos problemas burocráticos. Mucha gente piensa que trabajar en cooperación es irse a África. Hay un trabajo que hacer aquí que no solo es importante, es obligatorio. Hay que hacer papeleo, trabajo de seguimiento, de presupuesto,... Los problemas que se encuentran allí son miles. Te cuentan anécdotas y algunas son verdaderos problemas, incluso políticos. Según en qué países o en qué zonas la parte cultural la tienes que tener muy en cuenta. Cuando vas a trabajar en una comunidad o en una aldea y tratar con el consejo de ancianos, de sabios, de jóvenes, el de las mujeres... A veces saltarte algo les puede ofender y luego no hay forma de arreglar eso. Y todavía en algunos países hay problemas, por ejemplo, con los cooperantes blancos y mujeres. A veces tienen reuniones acompañadas de un traductor y una persona, que puede ser hasta un cargo relativamente importante, ni te mira a la cara, como si no existieras. Dificulta el entendimiento. ¿La figura del cooperante sigue teniendo cierto aura romántica de aquel que viaja a otros países, o eso ya se está borrando?
La figura del cooperante es la de quien trabaja sobre el terreno en los países en vías de desarrollo. Los técnicos, finalmente, somos intermediarios entre el financiador público y el país. De hecho, no solo es que sea romántico, es que cada vez se ve más claro que la fuerza de una ONG tiene que estar en el país. Otra cosa es que la propia burocracia nos exija también tener una pata aquí. Además, desarrollamos campañas de sensibilización para la sociedad canaria, la sociedad española y europea. Antes, a África se iban cuatro hippies, ahora, los perfiles de los cooperantes son la leche. Por ejemplo, en arquitectura, antes quien dejaba el mundo capitalista, donde se podía forrar, y decidía irse, era un loco; ahora hay muchos arquitectos que se tienen que ir porque aquí no tienen trabajo. Ha cambiando mucho la situación. ¿Se está profesionalizando la cooperación?
Totalmente. Pero lo fuerte de no es lo que pidamos, es que existen esos perfiles. En la mayoría de los casos se pide formación universitaria, licenciaturas, como es el caso de arquitectura o ingeniería, pero que además tengan idiomas y experiencia de haber trabajado, por ejemplo, en países africanos, porque el choque cultural es fuerte, y que estén dispuestos a, un día, estar en obra, otro día, reunidos con 20 mujeres y otro día, metidos en la oficina haciendo informes y cuadrando los presupuestos. Son miles de vertientes que ninguno estudiamos en las carreras. Proliferan ahora los cursos, masters y posgrados en cooperación...
masters
Las titulaciones complementarias sí. Es otra de las cosas que hoy también se ve, ya es casi un requisito tener un master en cooperación. Conozco a gente de más edad que ha estado años en África o en América Latina y que el primer curso de cooperación lo han venido a hacer ahora. Aún así, hay una parte cultural que no se estudia, y lo mismo uno llega a Mauritania y en no es capaz de adaptarse a los recursos que hay y de quitarse la lógica que ha estudiado y hacer una casa que no se caiga y que cumpla con las condiciones mínimas. Ese mini chip se aprende sobre el terreno. O lo pillas o no lo pillas.
Es cuestión de especializarse.
Y de experiencia. Mucha gente joven, recién graduada, se quiere dedicar a esto pero le cuesta adquirir esa experiencia. Si cada puesto que sale te exige mínimo tres años de experiencia, y no tienen la oportunidad, ¿cómo la adquieren? Es complicado.
Parecido al mercado laboral...
Igual, necesitas experiencia pero nadie te la da la oportunidad de trabajar. Luego está el tema del voluntariado, pero no todas las organizaciones cuentan con una estructura tan sólida como para soportar voluntariado. Nosotros (la Fundación Habitáfrica), por ejemplo, no tenemos un plan de voluntariado potente en el que recibamos a 20 voluntarios cada año en los países, porque en muchos casos mandar voluntarios significa que nuestros expatriados tengan una persona en su casa, porque no se cubre el alojamiento si no hay dinero. Otras veces, quienes van de voluntarios creen que van a África y que van a estar todo el día en taparrabos en una aldea y no calculaban que en un mes igual hacen una visita de cuatro días y pasan el resto en la oficina, de reuniones y de papeleo. Hay muchas cosas que no se entienden porque no se conocen.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la cooperación en Canarias?
El principal reto inmediato es seguir luchando para que el Gobierno de Canarias no de por eliminada definitivamente la cooperación en países en vías de desarrollo. A nivel de estrategia tenemos ahora a la empresa como un actor más de la cooperación. Personalmente creo que es un reto buscar fórmulas de consorcio empresa-ong. Canarias sería una muy buena plataforma para empezar a trabajar esto. El Gobierno quiere apoyar a la empresa para que se externalice y saque sus negocios hacia África porque aquí no hay más, y las ong seguimos preocupadas, en este caso, por África. Si estamos trabajando en una misma zona en Senegal, con una empresa canaria al lado, nos podemos sentar a hablar antes y establecer algún tipo de consorcio para así hacer algún tipo de proyecto conjunto, respetando los intereses de cada uno, respetando que la ong también pueda vigilar y se puedan llevar a cabo actividades al margen de la propiamente empresarial, como pueda ser todo el tema de género, de alfabetización, formación, capacitación... Otro tipo de vertiente que un proyecto empresarial no llevaría, pero un proyecto de ong sí. A lo mejor esa es la fórmula. ¿Ese sería el futuro, si el gobierno quiere privatizar la cooperación, que al menos cuente con la sociedad civil y con las ong?
No estoy en disposición de decirle al Gobierno si la empresa puede o no puede hacer cooperación, ese debate ya está superado. Ahora mismo el Gobierno de Canarias y el Gobierno español aceptan a la empresa como un actor más de la cooperación, pero que eso no suponga eliminar del mapa a las organizaciones, que sea realmente uno más y que incluso podamos buscar fórmulas comunes para hacerlo más interesante y más completo. Teniendo en cuenta los recortes que ha habido este año, ¿cree que se va a cumplir con lo aprobado en el plan director, con esos 10,5 millones de euros para cooperación en 2012?
lo aprobado en el plan director, con esos 10,5 millones de euros para cooperación en 2012
Sinceramente, no. Vamos a intentar volver a sentarnos con los partidos políticos. pero como está el patio no creo que se cumplan. Mi aspiración es que no se anule; si lo conseguimos será con recortes de lo estipulado, pero por lo menos que reflexionen y que vean en qué se gastan realmente lo poco que tienen: en becas, en viajes, en Casa África o en proyectos con ong, porque al final en cero no se ha quedado, lo que pasa es que lo poco que había se lo han gastado en otras cosas y ya no les ha quedado para los proyectos de las ong. ¿Y en qué se han gastado eso poco que había?
Pues no sé, porque las becas a estudiantes africanos creo que se han quedado fuera. Hay otros fondos que estaban dentro de la partida de cooperacion de 2011 que sí se han realizado, por ejemplo, los 20.000 euros a la CONGD, por el convenio que tiene, o el millón de euros de Casa África, el mismo que nos anularon, al que íbamos 26 organizaciones con 35 proyectos. Pero tampoco es justo entrar en la lucha interna, perdemos fuerza. Yo quiero que en cooperacion siga habiendo lo que había y que busquen dinero de otros lados. Para bien o para mal los escenarios van cambiando, el partido que antes no creía en esto, ahora está en la oposición y lo ve como una baza, y yo me considero en este caso más que nunca organización no gubernamental. Al final ellos gestionan el dinero público y yo quiero gestionar una parte del dinero público para desarrollar proyectos en África. ¿Canarias puede acabar perdiendo su situacion privilegiada de convertirse en un actor europeo que lleve la voz cantante en la cooperacion con África y con América Latina?
Lo que puede perder es la gente muy potente y experta que empezaba a tener. Realmente lo que pierde es fuerza el discurso de Canarias como plataforma tricontinental cuando hace cosas como las de este año. Tiene la suerte de que geográficamente está muy bien posicionada, pero no están haciendo nada. Como Gobierno de Canarias, da mala imagen, y no digo a la sociedad, porque ahora mismo le de igual Senegal, Cabo Verde, Marruecos o Mauritania. Pero de cara a Europa, sí da mala imagen. Creo que de ahí vino el forzar, de repente, la ley de cooperación, el plan director, el consejo asesor... Pero tener una cosa en el papel y luego no llevar a cabo ni la mitad, espero sinceramente, que les haga quedar mal. Que les llamen la atención...
A mi es que caso me hacen poco [ríe]. Tal y como está el patio, puedo imaginarme situaciones muchísimo peores, o mejores, pero aquí seguimos, la toalla no la tiro hasta que no me echen y yo sigo luchando, pero está complicado.