El 'Rayo' vuelve a casa tras seis meses en el Índico
El buque de acción marítima Rayo ha vuelto este domingo a su base, en el Arsenal militar de Las Palmas, tras una misión de 6 meses que le ha llevado a combatir, sin incidentes, la piratería en el Índico, en el marco de la operación Atalanta, y hacer un despliegue por el cono sur de África.
Así lo ha explicado a su llegada su comandante, Rafael Hernández, quien ha destacado que con esta misión la tripulación del buque ha contribuido a la seguridad marítima tanto en la zona del índico como en el Golfo de Guinea, realizando vigilancia con los diferentes países ribereños.
Hernández ha considerado que, “aunque la actividad pirata en la mar ha disminuido, es necesario seguir mostrando la presencia y efectuando acciones de disuasión contra posibles acciones piratas organizadas en tierra que puedan proyectarse” a la costa.
El capitán de corbeta ha informado de que en esta misión, que ha sido “muy tranquila”, el Rayo ha prestado asistencia a seis ciudadanos somalís, que se encontraban a la deriva.
La operación Atalanta ha contado con una dotación de 86 personas, mientras que en el despliegue por el cono de África han intervenido 75. Entre esa tripulación han figurado cinco mujeres.
El comandante del Rayo ha explicado que las actividades de piratería relacionadas con delincuencia organizada en la mar que se concentran en el Golfo de Guinea hacen “necesario implementar, de manera activa, iniciativas de control del tráfico marítimo en esa zona, siempre con cooperación de los países y la ayuda internacional”.
Tras su participación en la operación Atalanta, el buque de acción marítima Rayo entra ahora en un ciclo operativo de media disponibilidad a la espera de próximas misiones. Como ocurre con todos los regresos de marineros tras largas temporadas fuera de casa, el de este domingo también fue muy esperado por sus familiares.
Esposas, abuelas, hermanos y, sobre todo, niños pequeños, poblaron desde primeras horas de la mañana el muelle del Arsenal militar de Las Palmas donde iba a atracar el barco en el que llegaba su “héroe” personal.
Pero, de entre todas las miradas, besos, abrazos y caricias que se sucedieron sin parar desde que los marineros pusieron pie en tierra, hubo unas que enseguida acapararon la atención de todos: las de un padre que veía por primera vez a su hijo Eric, de dos meses. Con este feliz encuentro, este marinero puso fin a una misión en el mar para comenzar otra muy diferente.