El Rey y la Infanta Leonor conocen a Sofía en la clínica Rúber
Era la primera vez que Leonor veía a Sofía, una niña que tanto su abuela la Reina como sus tías las Infantas Elena y Cristina han coincidido en que tiene un aire a su hermana mayor.
La Infanta Leonor llegaba diez minutos antes de las once de la mañana al Hospital Rúber Internacional de Madrid en compañía de su padre, el Príncipe de Asturias, para conocer a su hermana y ver a su madre. Una hora y media después salía andando, de la mano de don Felipe, y con un pato de peluche rosa en sus manos que no llevaba a la entrada.
La primogénita de los Príncipes, que nació en esta misma clínica hace casi diecinueve meses, regaló un saludo a las decenas de periodistas que esperaban ante la clínica tan esperada imagen, y recibió dos besos de su padre, que conducía el coche en el que llegaron y regresaron a La Zarzuela. Ella, sentada en una sillita, en el asiento trasero.
La pequeña Leonor, que llevaba un vestido de flores en tonos azules, con una rebeca a juego y una diadema también azul con un pequeño lazo para sujetar su pelo ondulado y rubio, demostró que ya camina con mucha seguridad. Atenta a cuanto sucedía a su alrededor, la pequeña Infanta echó a correr rampa abajo por la entrada principal de la clínica, pero su padre consiguió pararla a tiempo de la que hubiera sido una inoportuna caída.
La reacción de Leonor al ver a su hermana fue, según don Felipe, “muy buena”. “No”, contestó sonriente el Príncipe cuando un periodista le preguntó si había indicios de celos en la primogénita.
“Es una monada”
El abuelo paterno de la recién nacida, don Juan Carlos, acudía a la Rúber Internacional a las seis y diez de la tarde, nada más llegar a Madrid tras un viaje de carácter privado que le ha tenido ausente de la capital en estos días de puente.
El Rey comprobaba personalmente entonces lo que por teléfono le había contado su hijo el Príncipe: que madre e hija están bien, que doña Letizia se recupera rápido y que Sofía se parece a Leonor. Tres cuartos de hora después, abandonaba la clínica en compañía de la Reina, rumbo a La Zarzuela, sin hacer declaraciones, lo que decepcionó a los periodistas, deseosos de conocer la opinión del monarca sobre su nueva nieta.
Si el lunes, el día después del parto, fue una jornada tranquila para la Princesa de Asturias y su hija, con escasas visitas y todas de carácter familiar -la Reina, la Infanta Elena y los padres de doña Letizia-, por la tarde de este martes se sucedieron las de carácter familiar y las de representantes políticos e institucionales. Los primeros en llegar eran la Reina -el lunesestuvo pero se marchó a Barcelona para celebrar el cumpleaños de su nieto Miguel-, y los Duques de Palma, que iban con sus tres hijos varones -Irene, la benjamina, se quedó en casa- y con los dos de la Infanta Elena, que ya había estado por la tarde del lunes.
Para la Infanta Cristina su sobrina es “una preciosidad” y “tiene el aire de su hermana Leonor”. “Es una monada”, coincidieron los Duques de Palma al marcharse. Los primos de Sofía estaban muy ilusionados al verla por primera vez, a querían tocar y dijeron que era “muy pequeñita”, comentó doña Cristina antes de añadir que también preguntaron si tenía dientes.
Ya en la calle, antes de marcharse, Juan, el hijo mayor de los Duques de Palma, dio un traspiés, lo que provocó la risa de su primo Froilán, hijo de los Duques de Lugo, que se ganó un pescozón de su tío Iñaki Urdangarín. También estuvieron en la clínica para conocer a su tercera bisnieta, los abuelos maternos de doña Letizia, Francisco Rocasolano y Enriqueta Rodríguez, que llegaron en un coche conducido por su hija Paloma.
Con los Reyes en la clínica, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su esposa Sonsoles Espinosa, acudían a media tarde para felicitar personalmente a los padres de Sofía. Inmediatamente detrás de ellos, entraba en el centro el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, también para felicitar a los Príncipes y presentar sus respetos a la Familia Real: “Rompiendo el protocolo diré que los Príncipes están inmensamente felices y esa felicidad es también la nuestra”.
Cuando Zapatero y Gallardón ya se habían ido, se acercaba por la clínica el presidente del PP y líder de la oposición, Mariano Rajoy, que el lunes enviaba una canastilla de primera puesta para la recién nacida. Cuarenta y ocho horas después de ser padres por segunda vez, los Príncipes de Asturias enviaban hoy un ramo de flores a la Virgen de Atocha, protectora de la Familia Real y de la Monarquía española desde el reinado de Felipe IV, y por la que sienten una gran devoción.
Ante ella, en su templo madrileño, depositó doña Letizia su ramo de novia, ante ella llevaron a su hija Leonor y, dentro de unos meses, harán lo mismo con Sofía, cumpliendo así con una de las más antiguas tradiciones de la Familia Real. Los regalos para la recién nacida siguieron llegando hoy a la Rúber Internacional, además de flores y plantas para doña Letizia y mensajes de felicitación para los padres, que en breve recibirán un suculento pero “modesto” obsequio: un queso de la denominación de origen extremeña de La Serena.
Con este regalo, los promotores de la iniciativa quieren contribuir a la recuperación de doña Letizia después de su “feliz alumbramiento”. Se espera que madre e hija abandonen la clínica antes del fin de semana.