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Las víctimas del educador de la Casa Cuna le veían como a un padre

Hasta quince años se han podido prolongar los abusos sexuales continuados por parte de un educador de la Casa Cuna en Santa Cruz de Tenerife, el mayor centro de acogida de menores en desamparo de esta isla, sin que psicólogos y otros técnicos se percataran de ello. Sin embargo, la abogada Natalia Domínguez Castilla sospecha que las agresiones han podido sucederse durante más tiempo, ya que el presunto agresor lleva vinculado a esa institución más de dos décadas, y que la cifra de menores agredidos puede ser de “decenas”.

Como adelantó este martes CANARIAS AHORA, tras la denuncia en enero pasado de una de las víctimas, que sigue como menor en esa institución, han salido a relucir los nombres de al menos otras diez víctimas de J.C, aunque la letrada sospecha que pueden ser muchos más, dada “la falta de vigilancia y seguridad del centro, ya que algunas relaciones sexuales se mantuvieron en el mismo campanario de la Casa Cuna”.

Uno de los denunciantes, que fue llamado a declarar por el juzgado de Instrucción número 2 de La Laguna, que instruye el caso, en calidad de perjudicado, comenzó a mantener relaciones sexuales con J.C. cuando tenía solo 12 años y se han prolongado durante otros 15. A pesar de que desde los 25 años dejó de estar bajo la tutela del Cabildo, del que depende la Casa Cuna, mantuvo las relaciones porque, como afirma, “le veía como a mi padre”.

¿Cómo lo hacía?

J.C., un hombre casado y padre de familia, esconde otra cara que ahora ha salido a relucir. Según las declaraciones recogidas en el sumario ante la jueza Celia Blanco, lo primero que hacía con sus víctimas eran sesiones de fotografías. “Les alababa lo guapos que eran, que podían llegar a ser modelos, que él les ayudaría”.

De hecho, hay incorporadas a la causa decenas de fotografías de menores en slips o bóxer. Tras lograr crear una relación afectiva, J.C. pasaba a mayores. Los vídeos encontrados en su domicilio cuando la Policía le detuvo muestran relaciones sexuales completas. Todas estas pruebas están incorporadas a la causa.

“Lo veían, en efecto, como a un padre”, relata Natalia Domínguez. “Partimos de la base de niños abandonados, dejados en un orfanato, aunque ya no se use esa palabra. Niños con una fortísima carencia afectiva. Este hombre les hacía regalos, les compraba móviles? Y esa dependencia afectiva se ha mantenido en el tiempo, lo que no significa, en absoluto, que las relaciones fuesen consentidas. Estamos hablando de abuso de superioridad, intimidación y amenazas si contaban lo que pasaba”.

Que las relaciones fueron consentidas es una baza de la defensa de J.C. según ha podido conocer CANARIAS AHORA.

Ni apoyo psicológico ni seguridad

La Consejera de Asuntos Sociales del Cabildo de Tenerife, Cristina Valido, de quien depende la Casa Cuna, ha declinado hacer declaraciones sobre este caso “por recomendación de los servicios jurídicos”, pero ha admitido que J.C. fue apartado de sus funciones “cuando se conoció el caso”, es decir, en enero pasado, tras interponerse la denuncia.

De hecho, una de las quejas de la abogada es la falta de asistencia psicológica a los menores en ese centro “cuando esos niños son quienes más deben recibirla”.

Durante al menos 15 años, los servicios de apoyo psicológico no se percataron de nada. “Cuando me entrevisté con los responsables de la Casa Cuna me explicaron que ellos no intervienen salvo en casos extremos o que se haya producido algún conflicto. Uno de mis representados se sentaba solo en un rincón del patio, no hablaba con nadie, y nadie se preguntó qué le pasaba”.

Natalia Domínguez añade que los dos menores denunciantes que siguen en la Casa Cuna “han comenzado a tener una sesión a la semana tras pedirlo yo, a finales de mayo pasado, pero el caso ya estaba denunciado en enero”.

Los dos adultos que han apoyado la denuncia mantienen tratamiento psiquiátrico.

El Cabildo lo niega

Por su parte, la oficina de prensa del Cabildo de Tenerife niega que los menores no tengan apoyo psicológico ni que haya falta de seguridad en la Casa Cuna. La abogada, sin embargo, tiene incorporadas a la causa dos preguntas: “Si el Programa Amigo, por el que un adulto se puede llevar a un menor del centro un fin de semana, recomienda que no sea un educador del mismo ¿por qué J.C. se llevaba varios menores consigo cada fin de semana? Si hay seguridad ¿por qué J.C. pudo mantener relaciones sexuales continuadas con los niños dentro del mismo centro?

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