Rajoy: “No estamos para tirar gobiernos ni para impedir que estos actúen”
El presidente del Gobierno español y también del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, se encargó esta tarde de cerrar el VIII Congreso Insular del PP en Tenerife, cita en la que, como estaba previsto, se dio la máxima confianza para dirigir el partido en la isla al realejero Manuel Domínguez. Este obtuvo el respaldo del 98% de los compromisarios y así encadena su segundo mandato.
En el Recinto Ferial de Santa Cruz y ante un estrado separado pocos metros de un fondo con pantalla digital en la que durante la alocución de Rajoy siempre lució una imagen del Teide con dos hermosos tajinastes, todo ello envuelto en el clásico azul limpio de las cumbres de Tenerife, el presidente del Ejecutivo central no hizo la más mínima carantoña a Nueva Canarias, cuyo diputado en el Congreso por la provincia de Las Palmas, Pedro Quevedo (el único que tiene), es clave, al menos por ahora, para que salgan adelante los Presupuestos del Estado para 2017. Se trata de un proyecto de ley, “siempre el más importante todos los años”, que Coalición Canaria (CC) ya ha apoyado y apoyará hasta el final, tal y como han dejado claro el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, y la diputada por Santa Cruz de Tenerife de CC, Ana Oramas.
En todo el tiempo que Rajoy dedicó en la tarde de este sábado a hablar del proyecto de Presupuestos, que no fue poco, jamás nombró las palabras Nueva Canarias, tampoco las siglas NC y menos aún a Pedro Quevedo, aunque sí se refirió a la relevancia del voto, del único voto (“el 175 más uno”, dijo) que llevaría la balanza al lugar que quiere el PP: la aprobación por la mínima de los Presupuestos del Estado para 2017. Lo más que se acercó Rajoy a NC, a esta formación política o a su diputado Pedro Quevedo, fue cuando afirmó aquello de que hay que “tener generosidad y grandeza, y saber ponerse en el lugar del otro”. Esto y poco más, nada más, salvo una retahíla de espacios comunes, de tópicos y de expresiones insertas en el sentido común.
Mariano Rajoy, que se encontró en la capital tinerfeña con un espacio casi lleno de militantes muy propicios a los aplausos, a las fotos y los selfies, y a levantarse una y otra vez de las sillas para remarcar los apoyos al líder, de manera especial cuando se aludía a Venezuela, ni se acordó en su intervención de los profundos problemas de corrupción que hoy en día afectan a gente de su partido en la Comunidad de Madrid. De esto, como viene siendo habitual, nada de nada, salvo el recurso a “los momentos difíciles” que ha vivido el PP en los últimos tiempos.
El presidente de los populares en España, y se trata de otra de las expresiones más utilizadas a lo largo de su exposición en el Recinto Ferial, no dejó de recalcar aquello de que “hay que ser positivos”, también para el trámite que espera a los Presupuestos del Estado en el Congreso, acerca de cuyo proceso negociador en marcha solo se limitó a trasladar genéricos: “A partir de ahora hay que recabar más apoyos” parlamentarios; “vamos a hablar con todos, aunque algunos crean que se pierde el tiempo”; “hemos demostrado voluntad y capacidad para llegar a un entendimiento”; “sería un disparate no aprobar los Presupuestos, algo muy negativo para todos”, o bien la afirmación de que sacarlos adelante “es un magnífico mensaje que damos al exterior, algo que ofrece crédito a nuestro país”. Y así todo el rato, aunque solo en segmentos de una intervención que duró entre 20-25 minutos como cierre del congreso insular de Tenerife y en relación con el duro trámite que aún espera al PP en la tramitación de las cuentas estatales de este año.
Ya más en clave de política nacional, hubo lluvia de mensajes dirigidos a Podemos, pero sin referencia explícita a este partido y con frases como “vamos a huir de la bronca, que hay gente que vive de ella y de lo que va mal, y vamos a centrarnos en las cosas que se pueden mejorar”.
Todas las afirmaciones marcadas en su discurso para ser trasladadas con mayor énfasis eran contestadas con numerosos aplausos y, en algunos casos, sobre todo con las menciones a la situación que afecta a Venezuela, un país con muchos vínculos con Tenerife (en sus mejores momentos económicos ese país recibió a gran número de emigrantes isleños a partir de mediados del siglo XX), a los bulliciosos toques de palmas se unían las ganas de los asistentes a levantarse en pie, incluso con cartulinas de pequeño formato en alto y mensajes reivindicativos contrarios al régimen de Nicolás Maduro, aunque muy pocos.
Acerca de la actualidad venezolana, Rajoy tampoco innovó gran cosa, aunque sí resultó algo más duro, no mucho, que lo escuchado de su cosecha sobre el particular hasta ahora. Rajoy dijo que pide para “Venezuela lo mismo que para España, exactamente lo mismo”. En este momento, el público se levantó en bloque de sus asientos y no dejó de aplaudir con la máxima intensidad. A ese mensaje general, el presidente español añadió elementos algo más específicos: “Democracia, libertad y que no haya presos políticos”. Todo esto lo remató, a modo de resumen, con esta otra secuencia: para Venezuela “queremos elecciones democráticas [insinuando que las que dieron el último triunfo a Nicolás Maduro quizá no lo fueran...] y limpias, y que se convoquen” de una vez.
En un plano más local, llegó lo de siempre, entre otras cuestiones la tradicional frase de que todo este trabajo del partido tiene sentido para que “Asier Antona [el presidente del PP en Canarias, también recién elegido] gane las elecciones autonómicas en 2019”, principalmente “porque el PP está haciendo bien las cosas” en las islas, un claro espaldarazo al joven dirigente palmero. Ese logro político se conseguirá, y así al menos lo esbozó Rajoy, “construyendo, que estamos para construir, y no para tirar gobiernos ni para impedir que estos actúen”.
Esta conclusión del presidente del PP parece que da larga vida a CC y al equipo de Fernando Clavijo en el Ejecutivo autonómico, en cuyo seno el PP no negó, en ningún momento, que pueda estar en breve. Tampoco dijo con rotunda claridad que sí lo fuera a hacer. Una vez más se impuso el juego de los posibles de Antona, la espera, el vamos a ver, el no es el momento.
Como ocurre en casi todos los congresos de casi todos los partidos políticos, el capítulo de elogios siempre aparece, y en este caso no iba a ser menos. A la ciudad de Santa Cruz Mariano Rajoy le soltó varios piropos, o lo que él pensó que eran piropos. Dijo que la capital tinerfeña es “una ciudad con caché y de nivel, de la que los españoles están orgullosos”. Pero no solo esto, pues hubo más: en ella vive “gente que distingue los matices que hay en la vida de los momentos de brocha gorda”.
A este encadenado de alabanzas, al menos según Rajoy, incorporó, y esto ocurrió justo en el inicio de su alocución, un “gracias por la lealtad en tiempos difíciles”, mensaje dirigido a todo el aforo. A ello unió de inmediato la sentencia: “La militancia es capaz de sobreponerse a cualquier circunstancia”. Quizá estas fueron sus principales y únicas aproximaciones, muy livianas y distantes, a los problemas que el partido aún tiene con la corrupción, sobre todo en el hervidero madrileño.
En la parte definida para los logros políticos con los que el PP ha mejorado Canarias, a Rajoy no le quedó más remedio que repetir casi lo mismo que antes había expuesto el presidente regional, Asier Antona, con lo que volvió a aludir a la aprobación de los aspectos fiscales del Régimen Económico y Fiscal (REF), algo que ocurrió a finales de 2014 y sistema que está vigente desde el 1 de enero de 2015; la próxima aprobación de la parte económica del REF, y la exención en el pago del IGTE por parte de Canarias al Estado, los tan manoseados 160 millones de euros al año que ya no debe devolver el erario canario y que ahora sirven para financiar el contestado programa Fdcan, con una duración de 10 años (1.600 millones para inversiones públicas).
A esos tres apartados, Rajoy incorporó, como no podía ser de otra manera, la esperada aprobación de los Presupuestos del Estado para 2017, que recogen unas ayudas “muy positivas” para Canarias respecto a las cuentas de 2016 y que, antes de que Rajoy subiera al escenario, Asier Antona ya había cifrado en una mejora global de 452 millones de euros.