Se está poniendo verdaderamente interesante la irrupción del Proyecto Equo en las Islas Canarias, una vez ya va camino de consolidarse en otras autonomías. La dispersión de la izquierda, y dentro de la izquierda, la dispersión de los verdes, de los ecopijos, de los eco-nacionalistas, de los eco-disconformes, de los eco-alternativas... ha provocado ya no pocas discusiones y alguna que otra acalorada asamblea. Lo que parecía más eco-natural, es decir, que Los Verdes (en cualquiera de sus facciones) fueran los canalizadores del proyecto que encabeza Juan López de Uralde, en Canarias es una hora menos, es decir, imposible. Los ecopijos del Partido Verde Canario, aquellos que gobernaron tan ricamente con el PP en Santa Brígida, fueron los primeros en posicionarse al grito de “ni de izquierdas, ni de derechas, siempre al frente”, definiéndose como formación de izquierdas eco-socialista al más puro estilo sueco, con todas sus acepciones. Pero alguien dio la voz de alarma y desde Equo pidieron que la asamblea celebrada este miércoles en Las Palmas de Gran Canaria tuviera carácter abierto. Fue ahí donde se pusieron sobre la mesa las distintas sensibilidades, las distintas voluntades, los distintos caprichos siempre disgregadores, por supuesto. Porque mientras que en Tenerife parece haberse fraguado el proyecto en torno al ex dirigente socialista Santiago Pérez y su equipo, en Gran Canaria hay muchas divergencias a la hora de aceptar la traslación de esa fórmula, es decir, Nueva Canarias, que encima tiene a Coalición Canaria haciéndole constantes arrumacos a ver qué fue de aquella ansiada unidad nacionalista.