Folgado no lo quería recibir, pero resultó que ese día tenía que pasarse por el ministerio a atender a un miembro de una de la más acrisoladas dinastías de la energía española. Así que, casi a contrapelo, atiende al consejero canario para decirle que lo mejor era que hablara con la directora general, sí, efectivamente, con la misma que Soria II no quiso verse por pretender caza mayor. Así que Folgado trata de resolver la entrevista, pero como Becerril estaba ocupada, mandaron a nuestro insigne consejero al subdirector general, Martínez Rubio, que tampoco estaba para muchas alegrías, pero es educadísimo. Al final, para nada, porque como saben, el gas tendrá que esperar un poco.