Si no fuera porque es de compleja demostración, deberíamos asegurar que en este concurso-oposición alguien ha estado jugando con ventaja. Algunos pequeños detalles así lo reflejan. Por ejemplo, una de las afortunadas aprobadas en el primer examen tuvo dos lapsus: primero, comentar a todos los examinandos, minutos antes de dar comienzo las pruebas, que el segundo ejercicio se celebraría este viernes. Nadie lo había anunciado oficialmente. Y luego, en un alarde de manejo de información privilegiada, comentar en voz alta que ese segundo ejercicio se celebraría en Santa Cruz de Tenerife, y no en Las Palmas, donde tiene su sede oficial la Consejería de Economía, Hacienda y Comercio, sin que en ningún tablón de anuncio o bases de la convocatoria se indicara tal cambio de sede. También fue llamativo el modo en que se presentaron las preguntas por parte de los examinadores: un folio que se extrajo sin más de una carpeta, sin sobre lacrado y todas esas precauciones que se suelen tomar en aplicación de la máxima que adornaba a la mujer del César con determinadas virtudes. Luego, ¿cabe sospechar que de antemano se sabía que los afortunados aprobados iban a ser los tres de Tenerife? ¿Responde la decisión a la demostrada actitud de equilibrio que siempre ha guardado esa consejería desde que está en manos de Adán Martín?