Teresa García no presume de ser una experta política. Muy al contrario, semanas antes de las elecciones manifestaba a sus allegados que aquello no estaba hecho para ella, que se retiraba. Los consejos y los ánimos de su padre, un veterano socialista, Salvador García Carrillo, la mantuvieron finalmente en las listas del PSOE, en el puesto número cuatro. Casi nada. Es una inexperta, sin duda, y se equivocó al actuar por su cuenta en su enfrentamiento con una directora de gobierno, que viene a ser a su vez esposa del secretario de Organización del PSOE teldense. Pero tras estallar la crisis ha demostrado temple y coherencia con sus actuaciones anteriores. Y se ha enrocado en una postura de la que es difícil moverla: la pueden depurar en el grupo municipal, quitarle sus competencias, pero no hay posibilidad alguna de abrirle expediente en el partido, ni se sostiene que le reclamen el acta de concejal. Salvo que alguien diseñe lo que se ha dado en llamar “una salida digna”.