El pulso, que más parecía perreta de niño chico, sirvió para comprender desde el primer momento cómo le gusta mandar a Soria y cuáles son los métodos que reserva para los que no le ríen la gracia. De Antonio Marrero se dijeron cosas de enorme extravagancia y hasta el PP amenazó con retirar los fondos de las insituciones públicas que gobierna si continuaba ese presidente y se mantenía en sus trece con Carmelo Ramírez. Ahora que un informe del órgano político que vela por el buen funcionamiento de las Cajas da la razón a Marrero y, por tanto, a Ramírez, ¿quién devuelve las capas de credibilidad perdidas por el camino? Aunque bien mirado, los que pierden la credibilidad -una vez más- son los que vuelven a quedarse con los glúteos in the air ante la legalidad vigente. Por cierto, especialmente significativo que la consejería de Mauricio tenga que dar la razón -vía servicios jurídicos gubernamentales- a su enemigo íntimo Carmelo Ramírez. Ya han ido a la farmacia a buscar algo para los ronchones que deben haberle salido al camarada.