Hace exactamente ocho días publicábamos en esta misma sección lo que se confirmó este lunes: Soria pretende hacerse desde el Cabildo con el control total de la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria (SPEGC) para convertirla en su muy particular comisión de contratación de la Corporación que preside desde su atalaya. Externalizada, para que nos entiendan. Pretendía, por tanto, que la Autoridad Portuaria le vendiera este lunes sus participaciones en esa sociedad, pero se metió otro leñazo. Entre que Chema Hernández lo explicó fatal (hay cosas que tienen mala venta, es cierto), y la postura cada vez más activa de los representantes del Estado, que recordaron lo de la unanimidad imposible, la venta quedó aplazada para mejor oportunidad. Soria había llevado hasta un notario, que se constituyó en vano en la puerta, para inscribir en el acto la venta de esas acciones, pero se tuvo que volver por donde había venido.