Conociando la facilidad de Adán Martín para el relajo y la coña, es fácil deducir que el hombre reaccionó haciendo lo que le pedían los parroquianos, es decir, se puso directamente a darle al grifo de cerveza y a despachar cañas. Fue entonces cuando un grupito de impresentables empezó a elevar el tono y a insultarle de manera más contundente. De “chicharrero” se pasó a “ladrón” y de ahí, a esquilmador de los presupuestos de Gran Canaria y a sinvergüenza. La cara del presidente se transformó por completo y adoptó una expresión que parecía querer decir al principal instigador: “Si no fuera el presidente, te llevabas una cachetada”. La situación fue tan tensa que obligó a los escoltas a intervenir y a que uno de ellos, vía móvil, avisara a la Policía Local, que se personó de inmediato en el bar. El presidente abandonó el lugar cabizbajo, y los mentecatos maleducados se quedaron contentísimos. Algunos, por cierto, son muy conocidos, miembros de parrandas muy pijas de colegios bien. O sea, no eran matados.