Margarita Hidalgo se fue este miércoles para su casa con una nueva queja ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, es decir, ante sus jefes. Y decimos nueva porque no es la primera vez que el nombre de Margarita Hidalgo suena en la planta alta de ese histórico edificio de Vegueta. Tiene fama de ser desconsiderada con los operadores jurídicos, con los que ha de tratar a diario. Es temida (y detestada) por su mal carácter por abogados y procuradores, pero también por algunos de sus compañeros de profesión. Imagínense cómo iba a tratar a tres periodistas que pretendían informar sobre una demanda en la que está involucrado un personaje público y que tiene además su origen en un caso que fue primera página en muchos periódicos y objeto de debate parlamentario en muchas ocasiones. No había menores ni derechos fundamentales que preservar especialmente, lo que no fue obstáculo para que la señora Hidalgo se llevara por delante el derecho a la información y se quedara tan fresca. Los tres periodistas derribados por el burro que voló este miércoles en el Palacio de Justicia han presentado una dura y contundente queja contra la juez, lo que podría derivar en que, una vez más, le enmienden la plana y le obliguen a celebrar el juicio, pero entonces con todas las garantías jurídicas. No tenía necesidad ninguna, pero ella lo eligió así.