Apenas tardó unas horas José Jiménez, consejero de Medio Ambiente del Cabildo, en reaccionar. Leyó en la prensa grancanaria la noticia (publicada en esta sección ayer mismo) acerca de la rocambolesca adjudicación de unos contratos relativos a unos trabajos que ya estaban realizados. Ya saben, aquello del riego y marras que se iba a adjudicar a tres empresas por la vía del procedimiento negociado y sin publicidad cuando, de repente, todos los consejeros de la Mesa de Contratación se cayeron del guindo ante la constatación de que había tomate. Pero todo en esta vida tiene una explicación, incluidos los extraños fenómenos de la Casa Palacio y sus oficinas satélites. Jiménez nos llamó muy amablemente para informarnos de que se trata de contratos complementarios de una obra principal porque había que regar 10.000 árboles que se iban a echar a perder y no había tiempo para esperar por todos los trámites. O sea, que era verdad que se iba a contratar lo que ya estaba regado, pero estaba en juego la supervivencia de unos árboles.