La portada de mañana
Acceder
Feijóo se alinea con la ultra Meloni y su discurso de la inmigración como problema
Israel anuncia una “nueva fase” de la guerra en Líbano y crece el temor a una escalada
Opinión - Junts, el bolsillo y la patria. Por Neus Tomàs

Camino a Roros: la ciudad de madera más antigua de Europa

Viejas casas de madera en el barrio minero de Roros.

Viajar Ahora

0

El tren que va desde Oslo hasta Roros no sólo hace un viaje a través del espacio. También supone un viaje atrás en el tiempo: es como irse hasta cuatro o cinco siglos hacia atrás. Del cristal y el acero que va dominando la increíble capital noruega a la madera de este lugar anclado en el tiempo. Roros es célebre en el país por sus más de 2.000 casas de madera perfectamente conservadas. El pueblo no es demasiado viejo, ya que se fundó a principios del siglo XVII. Pero atesora uno de los conjuntos históricos más importantes del país (forma parte de los lugares declarados Patrimonio Mundial por la Unesco). Roros es una de las ciudades mineras que se fundaron durante el reinado de Cristian IV. En este caso, el pretexto para levantarla fue una enorme veta de cobre hallada junto a la antigua granja de Roraas propiedad de un tal Hans Olsen Åsen que descubrió el tesoro por casualidad. Ese fue el comienzo. La riqueza de minera del lugar atrajo a una nutrida población de mineros y sus familias que crearon este pueblo en el que dominan casi de manera absoluta las viejas casas de madera.

Un escenario que puede parecernos idílico, pero que fue testigo de la dureza de la mina hasta prácticamente antes de ayer. Aquí nació Johan Falkberget, uno de los escritores clave del siglo XX noruego. Su padre era minero y en algunas de sus fantásticas novelas se describe de manera cruda la dura vida de los trabajadores y las consecuencias de esa dureza en las familias. Las visitas guiadas a las Minas de Olav -Olavsgruda- (Gruvveien, 612 –Glåmos-; Tel: (+47) 7240 6170) son una buena manera de adentrarse, y nunca mejor dicho, en la historia de Roros y ver más allá de la belleza de sus casas. Es un lugar inhóspito en el que la temperatura se mantiene en torno a los cinco grados y la humedad cala hasta los huesos. Un entorno duro en el que trabajaron generaciones de habitantes del lugar. Olavsgruda es sólo una de la docena de pozos que se excavaron alrededor del pueblo. En este caso hablamos de un complejo que alcanza los 50 kilómetros de túneles y galerías de los que se pueden recorrer unos dos.

Otro sitio vinculado a la mina es el Slegghaugan, un paisaje lunar formado por la acumulación de escorias mineras a las afueras del pueblo y que ha sido declarado monumento histórico. Aquí puedes visitar las antiguas fundiciones de cobre a través del Rorosmuseet, una institución que custodia y divulga la historia del lugar a través de un patrimonio primorosamente conservado: como el Hyttklokka, una pequeña estructura de madera que servía de campanario para marcar el inicio y fin de los turnos de la fundición. Junto a los hornos de cobre, que fueron el germen del pueblo, puedes ver bastantes casitas de madera con techos de cubierta vegetal. Es el barrio de Sleggveien, un lugar que se usaba como residencia de los trabajadores de la fundición. Antes de cruzar el río también puedes echarle un vistazo al Korthaugen Skanse –Casa de la Guardia- (Ole Guldals Gate), una pequeña fortificación que protegía la población de las incursiones suecas durante la Guerra del Norte (1700 – 1721).

Las calles de Bergstaden.- La ciudad creció sobre los escombros de cobre que se asoman a los cauces del río Glomma. Cobre, cobre, cobre. La minería trajo a miles de trabajadores, pero también a ingenieros, comerciantes, curas, maestros… El río sirvió como frontera entre los dos mundos. A un lado Sleggveien, dónde vivían los mineros y sus familias; al otro Bergstaden, dónde se construyó la iglesia y se acumularon las casas elegantes de las familias adineradas de Roros. Como pasa casi siempre. La ‘ciudad elegante’ se organiza en torno a tres calles longitudinales: Kjerkgata, Bergmannsgata y Lorentz Lossiusgata. A diferencia de lo que sucede en Sleggveien, aquí el paisaje urbano está compuesto por grandes edificios de hasta tres plantas pintados de colores chillones que crean un conjunto de gran belleza plástica. El orgullo del pueblo es su espectacular Iglesia Bergstandens Ziir (Kjerkgata, 39; Tel: (+47) 72 41 98 11) que, como no, también es de madera y tiene capacidad para albergar a unas 1.600 personas. El interior del templo es una muestra del poder de la Røros Kobberverk, organización que logró la carta real que otorgaba la explotación de las riquezas mineras existentes en un radio de 40 kilómetros en torno a la vieja granja de Hans Olsen Åsen. Para muestra un botón: el lugar destinado a los directivos de la compañía en la iglesia se sitúa un par de palmos por encima del púlpito. Los trabajadores ocupaban las galerías superiores, ocultos a las miradas de los ricos.

Hoy los viejos edificios de madera de esta zona se han convertido en un activo centro turístico en el que se amontonan restaurantes, tiendas y hospedajes que se organizan en torno a la idea de turismo sustentable. Un ejemplo claro de esto es la marca Rorosmat, una cooperativa de productores locales que ha puesto el acento en la recuperación de los productos y los sabores locales. El resultado de este esfuerzo ha cristalizado en la conversión del pueblo en la capital de la gastronomía tradicional noruega. Porque Roros es mucho más que Roros. En torno a la ciudad hay multitud de granjas, explotaciones ganaderas y talleres artesanales. Así que venir hasta aquí no sólo es ver casas de madera: en los alrededores todavía hay restos muy potentes de la cultura suami (lapones) y rastros de la vida montañera como la cría de renos o el uso de trineos tirados por perros en los crudos inviernos montañeses (que se han convertido en un reclamo turístico obviamente).

Acceso al Parque Nacional Femundsmarka.- Uno de los puntos fuertes de Roros es su situación junto a las montañas que conforman la frontera con Suecia. Femundsmarka es uno de los grandes espacios naturales del país. El elemento estrella de este imponente parque nacional es el Lago Femunden, el segundo más grande del país, pero también hay grandes extensiones de bosque y una gran zona de pantanos y lagunas de gran belleza. Este lugar es uno de los mitos del senderismo noruego y también una verdadera meca del piragüismo. El bosque disperso es otro de los puntos fuertes de este parque, ya que no es difícil ver lobos, osos, renos salvajes y otros bichos.

Fotos bajo Licencia CC: Lars Geithe; Jean-Baptiste Bellet; Steffen; Diego Tirira; Robert Anders

Etiquetas
stats