Un nuevo estudio alerta de la toxicidad de los vapores del cigarrillo electrónico

El cigarrillo electrónico lleva una década, desde su aparición, en el candelero. Mientras los datos estadísticos muestran como más del 90% de las personas que se pasan al “vapeo” terminan dejando de fumar, algunos estudios revelan la presencia de compuestos tan o más tóxicos que la nicotina en el aerosol formado por el vapor. Incluso los neumólogos alertan de que la industria tabaquera está usando el e-cigarrillo para captar nuevos adeptos, y señalan a los nuevos dispositivos IQOS de Philip Morris.

El caso es que el balance de esta década de “vapeo” se ha situado entre los beneficios y los peligros del e-cigarrillo, o mejor dijo, el dilema de si dichos peligros son superiores a los de la nicotina. Hasta hace relativamente pocos meses los riesgos de los cigarrillos electrónicos se limitaban a que resultasen eficaces para dejar de fumar. Pero en abril de este año un equipo de científicos estadounidenses alertó de que algunos de los ingredientes que contienen estos dispositivos son más tóxicos que la nicotina, según un estudio publicado hoy en la revista PLOS Biology.

Los líquidos que sirven de aditivos para los cigarrillos electrónicos “son extremadamente diversos y algunos de ellos, como el propilenglicol y la glicerina vegetal, son más tóxicos que la nicotina sola”, apuntó el autor principal del estudio, Robert Tarran, de la Universidad de Carolina del Norte. Por otro lado, pocos meses antes, en febrero, una estudio con varias marcas de “vapeadores” halló niveles variables de arsénico, plomo, zinc, magnesio y níquel en el aerosol que conforma el vapor.

El estudio, realizado por la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg y publicado en la revista Environmental Health Perspectives, destacaba que aunque los niveles variaban de un dispositivo a otro, no se podía descartar que su presencia fuera acumulativa, si bien en una misma dosis de aerosol estaba muy por debajo de los límites fijados por la FDA (Food and Drugs Administration, la agencia de salud encargada de aprobar la comercialización de los dispositivos).

Según los autores del estudio, el problema reside en que actualmente se utilizan ciertas piezas reutilizables del cigarrillo –la bobina de calentamiento– que inicialmente eran desechables; este hecho unido a la posibilidad de recarga del cigarrillo propiciarían que en la fase de creación del aerosol se liberasen estos metales. Sin embargo, el cardiólogo Konstantinos Farsalinos, una polémica autoridad en materia de salud y cigarrillos electrónicosaseguró tras la aparición del estudio que las cantidades inhaladas diariamente estaban muy por debajo de los límites fijados por la FDA y por lo tanto no eran peligrosas.

Peligrosos a cualquier concentración

Ahora bien, un nuevo estudio aparecido a principios de septiembre apuntaba a que esencialmente el plomo y el arsénico –abundantes en el medio ambiente como rastros de la actividad industrial, pero también presentes en el cigarrillo electrónico–, podían ser perjudiciales a cualquier concentración. En concreto se trata de una revisión publicada en la revista The BMJ y con editoriales vinculadas de las investigadoras españolas María Tellez-Plaza y Ana Navas-Acien, de 37 estudios que incluyen más de 300.000 casos, en los que se describen 13.000 enfermedades coronarias, 4.000 infartos cerebrales y 15.000 otros trastornos cardiovasculares en todos los estudios.

Los resultados relevaron que la exposición al arsénico aumentaba un 23% el riesgo de enfermedad coronaria e implicaba un riesgo relativo un 30% mayor de enfermedad cardiovascular compuesta, aunque no hubo asociación con riesgos mayores de accidentes cerebro-vasculares. En cuanto al plomo, el estudio lo asocia con un incremento del 62% de riesgo de accidente cerebro-vascular respecto a las personas que no se ven expuestas a él.

Finalmente, el doctor Rajiv Chowdry, director del estudio dentro de la Universidad de Cambridge, declaró al diario The Independent que el riesgo ambiental parecía ser alto a tenor de lo frecuentes que son estos metales en la naturaleza por culpa de la actividad industrial, y destacaba que el riesgo se da incluso en bajas concentraciones. Por su parte, la doctora Tellez-Plaza escribía en su editorial que convenía incluir a los cigarrillos electrónicos entre los riesgos de exposición a los metales pesados que cita el estudio.

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