Representación de Lisístrata por el grupo Casiopea Jesús Díaz Benjumea
El teatro es, desde su origen, un espejo crítico de la sociedad. Un espejo en el que no todo el mundo parece querer mirarse. Al menos, así lo demuestran sucesos como el que ocurrió en Linares hace apenas unas semanas, cuando la representación de 'Lisístrata' fue suspendida por orden de la concejala de Igualdad del Ayuntamiento, María del Carmen Muñoz (del Partido Popular), a los pocos minutos de comenzar. La edil alegó que la obra era “inadecuada” para parte del público, ya que había menores en la sala. La reacción fue inmediata: desconcierto entre el público, indignación de los organizadores y una ola de críticas por lo que muchos consideran un acto de censura cultural.
Ahora, otra versión de esa misma obra llega a Sevilla. Y lo hace cargada de simbolismo. Representada por el grupo teatral Casiopea, compuesto por jóvenes actores y actrices locales, esta Lisístrata es “irreverente, moderna, profundamente feminista y, sobre todo, necesaria”, en palabras del director de la pieza. “Su puesta en escena demuestra que un texto con más de 2.000 años puede seguir removiendo conciencias, provocando risa y reflexión a partes iguales”, añade.
El texto original de Lisístrata es una comedia clásica de Aristófanes que narra cómo un grupo de mujeres griegas, lideradas por la protagonista que da nombre a la obra, decide iniciar una huelga sexual como medida de presión para poner fin a la guerra que asola sus ciudades. En esta versión, adaptada y dirigida por Fernando Lahoz, el conflicto bélico y las tensiones de género se abordan con humor y referencias contemporáneas, manteniendo la estructura coral original e incorporando teatro físico, danza y símbolos actuales. La obra reflexiona sobre el poder de la acción colectiva y el papel de la mujer en la toma de decisiones sociales y políticas.
Una obra censurada en otra ocasión
La suspensión de la obra en Linares tuvo lugar durante los actos del Día Internacional de la Mujer. Tras la entrega de reconocimientos a ocho mujeres y una actuación musical, comenzó la función en el espacio escénico El Pósito. Apenas habían pasado cinco minutos cuando la concejala decidió interrumpirla, alegando que no era apropiada para los menores presentes.
“Cuando la concejal paró la obra, el público no entendía qué estaba pasando; incluso pensaron que formaba parte del espectáculo”, explicaba Ana Latorre, secretaria de Juventudes Socialistas. Para ella, el hecho demuestra un desconocimiento del “espíritu feminista” de la obra y un desprecio por el valor cultural del teatro.
Representación de 'Lisístrata' en Linares, en una imagen cedida por la compañía Paca López
Desde el PSOE y varios colectivos feministas, como la Asamblea 8M Jaén, se pidió la dimisión de la concejala, al considerar el acto un ejemplo de censura. “Es algo casi surrealista y propio del franquismo más duro”, afirmó Juana Peragón, una de sus integrantes. Eso sí, la dimisión ni ha ocurrido, ni se espera.
Un clásico renovado con mirada contemporánea
El grupo Casiopea se define por hacer “comedia con pellizquito”, según Lahoz. “Era necesario actualizar la obra. Aristófanes era hijo de su tiempo, y aunque nuestra representación la puede disfrutar todo el mundo, nos gusta darle un toque fresco y moderno, que se note que tanto el reparto como la dirección está compuesta por jóvenes”, explica.
Los días 24 y 25 de abril se podrá disfrutar de esta obra que introduce, también según su director, “referencias directas al movimiento Me Too y otros temas actuales como los conflictos en Ucrania y Gaza”. Para él, la obra sigue siendo vigente porque plantea una pregunta esencial: “¿Por qué no somos capaces de dialogar y alcanzar la paz?”.
Representación de Lisístrata por el grupo Casiopea Jesús Díaz Benjumea
En un contexto global marcado por la violencia, el retroceso en derechos fundamentales, la polarización política y la censura, Lisístrata resuena con fuerza. Su huelga de sexo como acto de protesta no solo representa una rebelión en el contexto de la antigua Grecia, sino una metáfora atemporal del poder colectivo frente a la injusticia. Las mujeres de la obra se niegan a ser cómplices de la guerra. Reivindican su posición en una sociedad que las relega. Hoy, ese gesto tiene eco en las luchas feministas, pacifistas y en todos los movimientos que buscan cambiar estructuras injustas desde la base.
La obra también lanza un mensaje directo sobre cómo el sexo, la violencia o el control del cuerpo siguen siendo campos de batalla ideológica. “Lo que Aristófanes planteó en clave de comedia sigue siendo incómodo porque sigue siendo cierto”, sentencia Lahoz. En una época donde aún se debate sobre educación sexual, derechos reproductivos o la visibilidad del deseo femenino, Lisístrata entra como un torbellino de humor que desenmascara tabúes.
Juventud, humor y compromiso
Una de las claves de este montaje es la edad y energía de su elenco. Marina Redondo, actriz y fundadora de la asociación que da origen al grupo, recuerda que decidieron crear Casiopea cuando, tras acabar un curso juvenil en Viento Sur, no encontraron continuidad. “No queríamos disolvernos, queríamos seguir actuando juntos. Por eso montamos nuestra propia asociación”, explica Redondo.
Ella interpreta a Calónica, y aunque tiene otro personaje menor, destaca que la obra es coral. “Lo más importante es el mensaje colectivo. La guerra, el sexo, la doble moral... Todo eso se pone sobre la mesa con comedia, pero también con respeto”. Para la fundadora del grupo, la representación tiene un toque “entre Gen Z y millenial” que la conecta con el público joven.
Irene Flores, otra de las actrices, subraya la frescura que aporta el humor: “Cada público reacciona distinto. A veces se ríen donde no lo esperas, y eso hace que cada función sea diferente. Eso es lo más divertido de hacer comedia”.
Representación de Lisístrata por el grupo Casiopea Jesús Díaz Benjumea
Una obra con trayectoria y reconocimiento
La versión de Casiopea ha sido galardonada como Mejor Obra en el Certamen Nacional de Teatro de Olvera y seleccionada en el Certamen de Teatro Villa de Ardales. Críticos como los de la Zentralita la han calificado como “una joya” y la revista Achtung destacó que “trasciende el valor de la palabra sororidad”. El Festival Cultura con Orgullo (FOC) fue el lugar de su estreno, y tras varios llenos absolutos, su programación se ha ampliado.
El vestuario, que mezcla camisetas blancas y pantalones verdes militares simulando un uniforme, y la escenografía, cargada de simbología bélica, refuerzan el mensaje de la obra: la guerra está en todas partes, incluso en lo cotidiano. Y el sexo, lejos de ser un tabú, es una herramienta de poder, de negociación y de reflexión.
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