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Mequetrefes después de la cumbre

José A. Alemán / José A. Alemán

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He comprendido mi error al ver a Rajoy dar palos con el rabo sin que la dirigencia europea lo tenga muy en cuenta. Al no creerse que fuera una crisis internacional y centrar todo su esfuerzo de oposición en renovar los insultos a Zapatero, no se preparó de forma adecuada para traducirlos a otros idiomas y así le va. Además, ha tenido la mala fortuna de cargar tanto contra el legado y los engaños psocialistas, que ha quedado en evidencia al descubrir sus colegas europeos que también el PP disponía de cuentas de doble fondo para ocultar los déficits de sus administraciones. La larga lista de escándalos e historias como las de Garzón y Dívar también contribuyen lo suyo dar una imagen de país de nunca jamás.

La desconfianza económica y financiera de los “mercados” va unida al deterioro de la democracia española a ojos de la opinión pública, la europea y la nuestra. Es fama que a los “mercados” la democracia les importa poco, más bien les estorba. Pero han de mantenerse las formas y la derechona española no sabe hacerlo después de tantos siglos de impunidad. Una falta de saber hacer democrático que daña los avales de Rajoy y explica que a los pocos meses de una victoria apabullante no pueda presumir ante la UE de tener detrás al país: de poco le sirve una mayoría absoluta si no se gestiona como es debido. Lo que ha acabado por convertir sus “enérgicas exigencias” a la UE en mala propaganda de consumo interno más que en propuestas con posibilidades de ser aceptadas. Poco pinta la España de Rajoy y algo de eso barrunta la bancada popular del Congreso, como se vio en su estrepitosa celebración del ¿gran? éxito no tanto de sacar adelante los Presupuestos, cosa segura gracias a su mayoría absoluta, como de “conseguir” el rechazo de las 3.100 enmiendas de los grupos de oposición cautivos y desalmados.

Al hilo de la aprobación de los Presupuestos, por cierto, no le veo sentido al encuentro de Paulino con Rajoy. Salió el presidente canario con la ilusión protocolaria de siempre y el anuncio de la acostumbrada comisión; que era el medio de que se valía Romanones para empantanar los asuntos. Visto lo ocurrido en el Congreso con el Presupuesto, no creo que esté Rajoy por ir con Canarias más allá de las buenas palabras. Una impresión que reforzó el bocazas de Soria en uno de sus fines de semana engañabobos: no pudo reprimir su contento al advertir a Paulino que no esperara ninguna modificación presupuestaria.

Pero dejo para otro día los venires canarios del muy ministro para volver a Rajoy. Estaba el hombre muy cómodo con Merkel marcando el paso. La intransigencia de la canciller dio pie a su discurso de la inevitabilidad de los bárbaros recortes que están destruyendo al país para que la derechona lo reconstruya con mano dura, mucha policía, rosarios en familia y la obligatoriedad de que en todas las finales de Copa esté el Madrid; como Él hubiera querido. Lo tenía tan claro y era tal su tranquilidad que puso la política económica en manos de Luis de Guindos, el ex de Lehman Brothers. Y en las de Montoro, claro. Guindos, ya saben, contrató con Goldman Sachs, vinculada a la creación de las hipotecas basura, la valoración de Bankia con lo que ya me contarán. Si a esto añadimos que la supervisión de la banca española se la encargaron a dos consultoras privadas extranjeras (no al Banco de España) y que una de ellas es Oliver Wyman, la que certificó la solidez del Anglo Irish Bank poco antes de que se fuera a la porra y la misma que asesoró la extensión de las dichas hipotecas basuras, se explica el miedo que dan. Ni a Félix Rodríguez de la Fuente se le hubiera ocurrido poner a un lobo en medio de un ganado de ovejas.

Ya tenía Rajoy las piezas colocadas y distribuidas las putadas de los viernes cuando apareció en escena François Hollande para reafirmar la idea, ya muy extendida y negada por él, de que hay otras vías para salir de la crisis con menos sufrimiento de la población. Rajoy regresó de la cumbre informal europea del otro día, la primera Hollande, con el rabo entre patas porque Merkel y nuevo presidente francés quisieron dejar claras de entrada sus posturas. Enfrentadas, por supuesto. Enseguida comenzará el pulso que los llevará a un entendimiento que permita a Hollande no defraudar las expectativas que ha creado y a Merkel capear el retroceso electoral.

Ante el panorama previsible, debería la derechona española fijarse y aprender, de una maldita vez, que la diferencia entre un líder democrático y el que no lo es tanto radica en que el primero no defiende sus criterios, sus ideas y sus conveniencias como dogmas de fe y tiene presentes otras opiniones, lo que le da mayores márgenes de maniobra y marcha atrás sin excesivos costes. Para el líder autoritario, en cambio, su manera de ver las cosas son verdad revelada y quienes no están de acuerdo, antisistemas, provocadores, enemigos a destruir ante los que cualquier concesión equivale a derrota. Que es la actitud mental de los peperos. O se preparan para dar un giro o van a dejar a Rajoy agarrado de la brocha. Alguien dijo que el problema de la política española no es que esté llena de mequetrefes sino que se les note a los que lo son. Pues eso.

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