La sensibilidad, sutileza y minimalismo llegan al Cicca con la voz de Conchita

El Centro de Inciativas Culturales de la Caja de Canarias (Cicca) se llenará de sensiblidad y fuerza de una de las revelaciones del panorama musical español de 2007, la cantante Conchita. La artista presentará su primer disco, Nada más, los días 25 y 26 de enero. Conchita ha sido nominada a los Premios Principales 2007 en los apartados de mejor canción nacional por Nada que perder y artista revelación.

Conchita es una artista especial, una cantante y compositora enigmática y sensible que bajo una aparente capa de ingenuidad, atrapa y seduce en la sutil tela de araña que teje con sus canciones. Minimalista, tierna y con un punto naïf, Conchita es frágil y enérgica en su voz; dulce y con un poso amargo en sus letras; con una sensibilidad especial y con una inspiración como compositora difícil de encontrar. Con un punto impredecible muy de agradecer. Siempre original en su manera de componer, de hacer caminar las melodías.

Disco de Oro

Ha sido espectacular el gran éxito del primer disco de Conchita. Con su primer CD ya ha conseguido el primer Disco de Oro, con más de 40.000 copias vendidas. Sus dos sencillos son dos de las canciones más escuchadas. Además, lleva ya 29 semanas entre los discos más vendidos del país. Esto tiene un particular valor y demuestra que Conchita es diferente.

Conchita nombra a Françoise Hardy, Henry Salvador y Edith Piaf como primeros recuerdos musicales de su infancia y a Iván Ferreiro, Jorge Drexler y Corinne Bailey Rae entre sus artistas admirados. Su primer álbum, Nada más, ofrece 13 canciones que buscan el encantamiento desde la naturalidad espontánea porque, como dice Conchita “se trata de contar las cosas de una manera fácil, para que cualquiera se pueda sentir identificado”. Nada más no es comparable al trabajo de otro artista. Hay que escuchar las canciones de Conchita para apreciar un mundo especial, de una sensibilidad un tanto melancólica, casi abandonada.

“Me regalaron una guitarra y empecé a componer. Sin ninguna razón especial. Tampoco la buscaba. Simplemente salió”, dice Conchita, que nombra a Françoise Hardy, Henry Salvador y Edith Piaf como primeros recuerdos musicales de su infancia y a Iván Ferreiro, Jorge Drexler y Corinne Bailey Rae entre sus artistas admirados. Significativo. Como casi siempre, los comienzos no fueron cómodos.

“Al principio todo es un poco difícil, pero también tienes mucha ilusión. Empecé a tocar en El Búho Real -un local emblemático de Madrid, para los nuevos artistas- y fue bonito. Conoces a gente que tiene el mismo sueño que tú”. Las canciones comenzaron a rodar, sus maquetas a moverse y, al fin, el primer disco llegó.

Nada más ofrece 13 canciones (además de una sorpresa oculta) que buscan el encantamiento desde la naturalidad espontánea porque, como dice Conchita, “creo que lo que hago es bastante sencillo, sobre todo las letras. Intento contar las cosas de una manera fácil, para que cualquiera se pueda sentir identificado. Son canciones de todos los días, que explican situaciones que le pueden haber pasado a cualquiera. Muchas son autobiográficas pero procuro no contarlas de una manera demasiado subjetiva”.

Me miras, sonríes y no sé si acercarme; quisiera desnudar tu pensamiento y lograr entenderlo. Es el comienzo de Tres segundos, primer single y canción que abre el álbum. Comienza con sonoridad de guitarra española y piano eléctrico; entran metales arreglados con elegancia que desembocan en una improvisación de saxo tenor, coros que juegan con tenues disonancias, una voz como suspendida... Algo distinto. Las armonías y la línea melódica de Tres segundos suenan nuevas, con frescura y riesgo, siempre diáfanas, arropadas con una instrumentación muy poco cargada, justa, precisa.

Es la tónica de un álbum que continúa con Puede ser (Y debe ser que pienso igual que ayer pero del revés; todo se ve más claro, más fácil, no sé. Las cosas se van ordenando solas, sin querer), una curiosa mezcla de guitarra española rumbeada con una eléctrica con trémolo. Es el lado más luminoso de Conchita, que se sumerge en la melancolía en Nada que perder (Nunca se me dio demasiado bien poner las cartas sobre la mesa) en un tiempo medio cálido y sentimental. Promesas (Y todos y cada uno de los días te hago un funeral en vida, olvidando aquello que iba mal y recordando aquello que no hacías) es una canción de añoranza, algo inseparable de las canciones de Conchita siempre bañadas de melancolía.

Antonio Vega aparece en Ahora que (Y dicen que todo lo que empieza acaba y esto terminó sin comenzar), una canción que le va tan bien que parece compuesta por él. Su dúo con Conchita está magníficamente entrelazado y marca uno de los momentos cumbre del álbum. Una joya de dos minutos y medio. Un, dos, tres (Un, dos, tres, que yo lo entiendo pero explícale a mi boca que no avance, que hoy no toca) mezcla un aire casi infantil con un estribillo claramente pop y Dónde (Y dónde, en qué momento, en qué palabra se deja de querer. Y dónde, en qué lugar, por qué razón se deja de sentir) es una balada que muestra que Conchita es una cantante diferente a la hora de expresar sentimientos de abandono con aire de ingenuidad.

Encaja mi corazón (Encaja mi corazón que yo ya no puedo) confirma esa sencillez envolvente de la música de Conchita, mientras No salgas corriendo (Sobre tu lengua está mi saliva, tus brazos hacen de cinturón y de tus labios a mis caderas va resbalando tu corazón) sorprende por su aire rumbeado, suavizado por guitarras más fronterizas. Cómo te digo eso (Qué difícil resulta todo aquí en mi habitación, intento ordenar las palabras debajo del edredón) es una de las canciones que aparecían en las primeras maquetas de Conchita y tiene un aroma de ranchera adornada con dobro, cuerda y piano. Conchita en estado puro.

Tonta (Y mientras te espero sentada, imaginándome la tonta con el tonto que me hizo llorar) enseña el lado más naïf de Conchita, que puede evocar en algunos momentos a Vainica Doble. Verás (He intentado no caer en la trampa, no dejarme llevar por la rabia mientras soñaba cómo encontrarte) vuelve a mostrar ese particular sentido del pop de la cantante y compositora madrileña y el álbum se cierra con Algo bonito (Quisiera escribirte algo bonito, bonito de verdad; pero se trata de despedirme y se me da muy mal), una de de las primeras canciones compuestas por Conchita y que resume su estilo y su música. También condensa el gran trabajo realizado por Juan Luis Jiménez en la manera de tratar las canciones de un artista tan peculiar: con sencillez, mimo y un gusto exquisito.

Llega a Canarias una artista que ofrece su música con una sensibilidad especial por diferente y con una naturalidad pasmosa. La misma naturalidad con la que se planta ante su nuevo futuro: “No sé donde llegaré. Por el momento he cumplido un sueño, que no es poco. Sólo sé que me gustaría poder dedicarme a esto, vivir la música”.

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