Maspalomas, medio siglo del imperio turístico

El aniversario parece haber pasado casi desapercibido, pero ya que esta semana se celebra en Maspalomas un congreso de ámbito internacional no estaría mal recordar que justo este año se cumple medio siglo de la construcción del primer edificio del que con el tiempo sería el principal núcleo turístico de España.

Fue en 1962 cuando se edificó un restaurante de forma circular situado en San Agustín que permaneció en pie justo hasta 1998. En sus cimientos se guardaba una caja con los típicos recuerdos que se suelen poner en las primeras piedras, tales como un periódico del día. Lo cierto es que todo desapareció bajo las palas, pese a que allí permanecía la certificación del inicio de una enorme urbanización que durante cincuenta años ha atraído a millones de turistas de todos los rincones del mundo y cambió de forma radical la naturaleza, el urbanismo y las costumbres de esta parte de la isla.

En este edificio precisamente hace cincuenta años se celebró la fiesta de conmemoración del nacimiento de Maspalomas como núcleo turístico. Esta enorme ciudad es considerada en muchas ocasiones por los propios grancanarios como un engendro y un ataque al medio ambiente, pero lo cierto es que durante este tiempo ha creado multitud de puestos de trabajos, los extranjeros la adoran e incluso durante la época del franquismo supuso junto con Marbella o Ibiza una burbuja de libertad en medio de un país marcado por el color gris.

El primer paso para desarrollar en el sur de Gran Canaria un núcleo turístico se dio en 1961 con la convocatoria de un premio internacional de ideas promovido por la familia condal y difundido por la Unión Internacional de Arquitectos. Al certamen se inscribieron 140 equipos de los que 80 presentaron sus propuestas, entre las que resultó ganadora la del equipo francés Societé pour l'Étude Technique d'Amenagement Planicies (SETAP).

El proyecto apenas contemplaba la construcción de núcleos turísticos reducidos y dispersos, con lo cual resulta evidente que la realidad acabó desbordando las previsiones iniciales hasta contar en la actualidad con más de 100.000 camas turísticas frente a las 15.000 que se fijaban como techo en el proyecto ganador. Entre las ideas presentadas había una defendida por un grupo de arquitectos japoneses que quería edificar en el mar y otra que apostaba por hacerlo en plenas dunas.

El primer punto en el que se inició el desarrollo del sur fue San Agustín donde se asentó una colonia de ciudadanos suecos, país del que vendría durante los primeros años gran parte del turismo, al menos hasta 1974. En ese momento se produjo la ruptura de relaciones diplomáticas entre Suecia y España a raíz del fusilamiento de varios etarras. En San Agustín se construyó la primera urbanización que se denominó precisamente, Nueva Suecia.

El principal problema al que se enfrentaron los promotores eran las dificultades de comunicación que existía en la isla. El primer hotel que se construyó fue promovido por un grupo de empresarios canarios y se llamaba Folías. Al poco tiempo le seguirían Las Caracolas, Costas Canaria, Rocamar, Las Margaritas, Botánico, Tamides o el Olivia Beach. Todos ellos con sus carteles luminosos fueron poblando las noches de Maspalomas y atrayendo a miles de turistas que iban conociendo este punto remoto de Europa.

El auténtico promotor de este imperio turístico fue el conde de la Vega Grande, Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna, quien en una entrevista realizada hace años recordaba que si decidieron poner en marcha esta iniciativa fue por el propio carácter emprendedor de aquel primer grupo de empresarios pioneros.

Al principio los turistas solo llegaban al sur desde Las Palmas de Gran Canaria y se alojaban para pasar un día de playa alejados de la famosa panza de burro de la capital grancanaria. El conde considera que pese a las críticas que siempre se han lanzado sobre los desmanes urbanísticos en el sur, lo cierto es que ellos tomaron decisiones para proteger el medio ambiente y más en una época en la que no existían movimientos ecologistas y existía un evidente vacío legal al respecto. Así por ejemplo, siempre se apostó por conservar intactas las dunas, la charca y el oasis.

El primer centro comercial que se construyó fue la Kashba, cerca de San Fernando de Maspalomas, y al igual que el Hotel Oasis, de cinco estrellas, fueron dos de los proyectos en los que se involucró directamente el conde y su familia. Para demostrar el discreto respaldo que el Gobierno franquista dio al desarrollo de este núcleo, Del Castillo recuerda que el entonces ministro de Turismo, Manuel Fraga visitó varias veces Maspalomas en medio del revuelo que en aquel entonces originaban estos desplazamientos. Fraga participó en la inauguración del parque Sioux City. No obstante, este apoyo gubernamental era más simbólico que otra cosa, ya que por ejemplo, para la construcción del hotel Oasis sólo recibieron una subvención de 9.000 euros. El precio del suelo por metro cuadrado en aquellos tiempos era de 6 euros y 40 años más tarde ya superaba los 2.000.

Si llegar a Maspalomas era complicado, residir allí en unas condiciones dignas tampoco resultaba sencillo. En los primeros tiempos no había electricidad ni agua. Por ello tuvieron que instalar un motor que servía para abastecer a los bungalows y el restaurante circular de San Agustín. En cuanto al suministro de agua se puso en marcha Elmasa, una empresa propiedad del conde que aún sigue funcionando. La valoración que hace Del Castillo es que llegó un momento en el que tuvo la impresión de que el éxito del sur de Gran Canaria como destino turístico había sido tal que se les estaba escapando de las manos. No obstante, señala que “a Maspalomas siempre se le critica pero la verdad es que hay otros puntos del Archipiélago que están mucho peor”.

Otro de los pioneros fue Antonio Santana quien se define a sí mismo como “un artista del turismo” y que se centró en el sector de la hostelería. Siempre se ha sentido orgulloso del apodo por el que es conocido, Antonio el cochino, que equipara al de la Coca-Cola pero a nivel sureño. El nombre le viene de una vez que se encontraba en Estocolmo y paseando se encontró con un coche matriculado en Gran Canaria. Lo paró y los ocupantes le llevaron a un periódico para que le hiciera una entrevista. Al día siguiente el titular que apareció impreso decía, “El rey de los cerdos de Gran Canaria, Antonio”. De todos estos años señala que lo más negativo ha sido la práctica del time-sharing y el consiguiente acoso al turista.

Alberto Isasi fue el primer director del Hotel Oasis construido en el año 1968 junto al emblemático Faro de Maspalomas. Era el segundo establecimiento de cinco estrellas con el que contaba la isla después del de Santa Catalina en Las Palmas de Gran Canaria. Por el hotel pasaron durante años una larga serie de celebridades como la primera y segunda tripulación de astronautas que pisaron la luna o la cantante Sandie Shaw que acababa de ganar el premio de Eurovisión y participó en la inauguración del establecimiento junto con la bailaora La Chunga.

Pero en sucesivas galas se contó con algunas de las principales estrellas de la época como Raphael, Massiel, Salomé, María Dolores Pradera, Julio Iglesias o The Platters. El hotel llegó en su momento a situarse en el puesto número 80 entre los principales de todo el mundo. Pero también contó con la visita de una larga serie de ministros franquistas o de los entonces príncipes de España, don Juan Carlos y doña Sofía con sus tres hijos. Incluso en este hotel se negoció de forma secreta el reparto del Sáhara español entre el ministro Fernando María Castiella y su homólogo de Mauritania. Como concejal, Isasi participó también en la vida política del municipio sobre la que siempre ha existido una considerable leyenda negra. Cuando se le pregunta se limita a señalar que “durante algunos años existió mucho compadreo”.

Otro problema añadido fue encontrar personal especializado para atender los establecimientos turísticos. Según relató en su momento el director de hoteles, José Nieto Reguera, se limitaban a dar cursillos rápidos y luego confiar en que todo saliera bien. Por eso no era raro que se produjeran malentendidos como el de una trabajadora que cuando vio unos zapatos fuera de la habitación que había dejado un cliente para que se los limpiara lo único que se le ocurrió fue tirarlos a la basura. “Otra vez trabajé con un jardinero que tenía muy mal humor. Una vez un cliente se le acercó para preguntarle que dónde esta el toilet y el trabajador le dio un manguerazo porque pensó que lo estaba llamando tolete”.

Cecilio Alemán Godoy, fallecido en 1999, fue uno de los primeros guías turísticos con los que contó Maspalomas. Hace años recordaba que al principio ni siquiera se molestaban en traducir las explicaciones que daban a los turistas y para que no se enfadaran lo que hacían era llevarlos rápidamente a un buen restaurante. Organizaba fiestas en las plazas o paseos en falúas durante las cuales el pescado que recogían se lo preparaban luego sobre la marcha en simples cazuelas a los clientes. Posteriormente el servicio de guías se fue haciendo más profesional. Entre las personalidades que conoció fue al cantante Nino Bravo quien compró en la isla el coche con el que luego moriría en accidente, pese a que Alemán Godoy ya le había advertido que era un vehículo muy inseguro.

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