“La Isleta es el barrio que más sentido de la pertenencia tiene de Las Palmas de Gran Canaria”

El cineasta, escritor cinematográfico y experto en Comunicación Luis Roca durante la proyección del documental.

Macame Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

La Isleta es el primer barrio obrero de Canarias y su historia quedó plasmada en un documental dirigido por Luis Roca que cumple 25 años. Roca recuerda en una entrevista con Canarias Ahora que el emblemático enclave capitalino pasó de albergar 100 personas a unas 20.000 en cuarenta años.

La Isleta: 1883-1993 muestra un barrio plagado de personajes queridos y recordados, como Manolo García, que aporta su testimonio tras haber sido cambullonero, primer presidente de la asociación vecinal de La Isleta y presidente del Patronato del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.

También hay minutos para Juan el Cachalote, que en el momento de la grabación se encontraba junto a otros pescadores en la zona de la Puntilla, cerca de donde hoy se erige su escultura. “Le decían cosas como: 30 años pescando viejas y ahora te van a sacar en la televisión”, recuerda Luis Roca.

El cineasta, escritor cinematográfico y experto en Comunicación, cree que el barrio sigue manteniendo su esencia y es el que “más sentido de la pertenencia tiene” de Las Palmas de Gran Canaria. Al respecto, recuerda que en una reciente proyección del documental estuvo presente un señor de 95 años que “había venido solo de Escaleritas, donde actualmente reside. Nos contó que llegó con una antelación de una hora y dijo una palabras muy emocionantes del gran valor que tiene la gente del barrio”.

Entre los grandes desafíos a afrontar, se encuentra el de recuperar para el uso público la zona militar, que define como un “tesoro natural”.

El documental La Isleta: 1883-1993 cumple 25 años y la Asociación Atlas y el Foro por la Isleta ha hecho un homenaje para proyectarlo con motivo del día del barrio capitalino, ¿cómo surge la idea?La Isleta: 1883-1993

Desde hace aproximadamente un año tengo relación con Manuel Cabezudo, presidente de la Asociación Atlas Gran Canaria, a través de mis colaboraciones con el periódico El País. La iniciativa fue de él, porque trabaja en un ámbito como La Isleta y hace proyecciones en la azotea de la sede de la Asociación, ubicada en la calle Anzofé. Todo lo demás han sido planetas que se han ido alineando, porque coincidía que era el día de la Isleta y que se cumplían 25 años de la grabación. Yo tenía guardado el documental en un cajón y cuando me lo comentó lo busqué en mi casa y lo volví a ver, pero lo tenía en un soporte de VHS.

Ahora ha sido digitalizado y restaurado.

Audiovisuales Canarias me pasó gratuitamente el formato del documental a digital. Además, me encontré por casualidad con una persona que lleva la parte de archivos del Cabildo y me dijo que ellos lo tenían allí, así que me facilitaron una copia. Así que de tener el tema olvidado hace dos semanas, he pasado a tener dos copias. En el último momento y por la relación de colega que tengo con un montador que aprecio mucho de las Islas, Oscar Santamaría, que ha trabajado en películas como Julie o Con cuatro cuerdas, le pedí que lo mirara y le hiciera una mejora.

Una mejora que se aplica, porque las técnicas de grabación ha evolucionado muchísimo en los últimos 25 años.

Claro. El vídeo lo hicimos entonces en soporte Hi8, que es un intento que hizo Sony. Se trataba de mi primer trabajo como realizador e intentamos utilizar un formato semi-profesional… o semi-doméstico, según cómo veas el vaso [risas]. Estábamos experimentando, básicamente, con un soporte magnético que en ese momento estaba surgiendo. Mucho antes del nacimiento de la señal digital, de los teléfonos móviles y de Internet. No podíamos pensar que todo eso iba a cambiar radicalmente en el plazo de unos diez años. El documental arrastra las deudas de esa época. Es un trabajo que se ha hecho controlando el gasto al milímetro, con unos tiempos y una logística propios del cine.

El material había que cuidarlo muchísimo, porque las cintas de Hi8 son súper finas, tienen 8 milímetros de ancho y cualquier mota de polvo, el que la cabeza magnética estuviera estropeada... cualquier cosa le afectaba. Estaba experimentando con ese soporte, pero tenía el mejor equipo humano que podía haber tenido.

¿Qué es lo que más recuerdas del rodaje del documental?

Recuerdo que era la primera experiencia de casi todos. Nos habíamos unido en una cooperativa a instancias del productor, Octavio Cardoso, que en ese momento estaba coordinando un área del Centro Insular de Cultura del Cabildo de Gran Canaria. Después hicimos otros dos más. Estábamos muy frescos y libres. También es verdad que se trataba de una época en la que no se habían producido los cambios políticos que veríamos con posterioridad. Antes del móvil, de Internet, de la señal digital y de Coalición Canaria.

En 1993 se le presentó la moción de censura a Jerónimo Saavedra por parte de una serie de partidos insularistas, que después derivó en CC y se ha consolidado durante 24 años en Canarias. Vivíamos otra época y la ciudad era totalmente distinta. Recuerdo que era una ciudad de la que no nos sentíamos demasiado orgullosos, estaba descuidada. A finales de los 90 empezaron a cambiar las cosas y hoy la perspectiva es completamente distinta.

La historia del barrio de La Isleta se ha escrito también a través de algunos de sus personajes, que recoges en el documental.

Sí, quisimos contar un siglo en treinta minutos. Ahí nos apoyamos muchísimo en el trabajo de investigación de un equipo que estaba encabezado por la socióloga María Eugenia Cardenal, que fue de donde surgió el proyecto. Fue un trabajo concienzudo, para explicar históricamente el desarrollo de los principales hitos, también sociales y festivos, de la Isleta, para recoger su carácter. El documental divulga de manera acertada y condensada lo que es el barrio, no hay nada que sobre y es posible que haya cosas que falten. Teníamos que combinar una historia muy cerrada desde el punto de vista del guión, con las imágenes de los lugares que fotografiábamos. En esa medida, creo que conseguimos despegarlo de un documental divulgativo árido, para que las imágenes por sí solas hablaran del carácter del barrio y de los isleteros.

Teníamos testimonios de personas que están íntimamente ligadas al barrio y que son características de la Isleta. Uno de los casos más destacados fue el de Manolo García, que falleció en 2009, quien aporta su testimonio tras haber sido cambullonero, primer presidente de la asociación vecinal de La Isleta y presidente del patronato del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria cuando le entrevistamos.

También muestra a personas conocidas, como Juan el Cachalote. el Cachalote

Por la parte de Juan el Cachalote, hubo una grabación en la que aparecía junto a otros compañeros arreglando unas nasas en La Puntilla, justamente donde está su escultura. Introduje algo que no tenían los documentales divulgativos y que adelanta un poco el tratamiento de los más modernos: de pronto, se para la historia, deja de hablar el narrador y entra una imagen con la voz de ambiente de Juan el Cachalote y los demás pescadores que se están dirigiendo a Fulgen Saturno, el cámara. Le decían cosas como “30 años pescando viejas y ahora te van a sacar en la televisión”. Sin saberlo, iba a ser la imagen testimonial de ese hombre, que al cabo de tres años murió por un golpe de mar en un día de tormenta en Los Caletones mientras salía con su barca. Aquello me afectó muchísimo.

Creo que viviste un “momentazo” en el lanzamiento del volador de las Fiestas de La Naval.

Es un momento que no sé si habla del carácter de La Isleta, o de la ciudad y las administraciones. El alcalde, que entonces era Emilio Mayoral, fue a lanzar el volador del chupinazo de las Fiestas de La Naval. Estábamos en la zona alta, Fulgen estaba perfectamente colocado para coger la panorámica del balcón del Club Victoria, lleno de gente.

Estábamos en la zona de los invitados y las autoridades y la cámara capta el momento en el que Mayoral no tiene fuego y busca a Manolo García, que estaba fumándose un cigarro, se lo da y prende la mecha. El volador, en vez de salir en dirección al cielo, hace una elipsis hacia abajo y estalla encima de la cabeza de la gente. No pasó nada, no hubo heridos, pero pudo haber estallado a un metro de la cabeza de la gente. Esa parte de humor que está metida con todos los testimonios de Manolo García, que desprendía gracia mientras hablaba, ayuda al espectador a hacer propio el documental.

Es muy gracioso cuando Manolo García cuenta cómo volvieron las fiestas del Carnaval a Las Palmas de Gran Canaria a través de La Isleta. Fue a ver al nuevo gobernador civil que había llegado y le dijo que quería que Las Palmas de Gran Canaria volviera a celebrar los carnavales, como estaba pasando en Tenerife. El Gobernador llamó a su “compadre”– como decía él – de la isla vecina y le contestó que allí lo que se celebraban eran las fiestas de invierno. Él cuenta que le dijo “ay, perdón, señor gobernador. Nosotros queremos que vuelvan las fiestas de invierno, igual que en Tenerife”.

Sigue teniendo La Isleta esa esencia o ya ha cambiado

Sigue manteniéndola. Es el barrio que más sentido de la pertenencia tiene de Las Palmas de Gran Canaria. Durante la proyección estuvo presente un señor de 95 años que había venido solo de Escaleritas, donde actualmente reside. Nos contó que llegó con una antelación de una hora y dijo una palabras muy emocionantes del gran valor que tiene la gente del barrio de La Isleta. Sí que la mantiene, pero hay un reto, que es saber qué ha pasado desde 1993 hasta ahora y dónde están los principales desafíos a los que se enfrenta. En el documental se ven las chabolas de El Confital y en la zona de La Punta, por el Puerto.

La Isleta alberga el principal tesoro natural que esconde la isla y, desde luego, la ciudad, que son sus volcanes. Están bajo ocupación militar desde 1898, cuando se perdieron las colonias de España y quedó Canarias como última frontera. Se ocuparon de esas montañas y yo he tenido el privilegio de ir, me las he pateado. Hay iniciativas ciudadanas y también del Ayuntamiento para recuperarlas para el uso público como un parque natural protegido. Es un sitio alucinante, tiene una zona de vestigios aborígenes impresionantes en la montaña Bermejo y la Colorada, que es la que está encima de El Confital. El faro de la ciudad está allí y la gente no lo conoce. Hay una zona por descubrir y por recuperar para el uso público que, en mi opinión, no es el principal desafío del barrio, sino de la Isla.

¿Para cuándo, entonces, la segunda parte del documental?

Durante la proyección lo dijo un compañero y el primero que aplaudió esa intervención fui yo. El concejal de Participación Ciudadana, Sergio Millares, dijo que presentemos un proyecto. Ojalá, a mi me encantaría. Una de las cosas que me quedan es que el documental es para que la gente aprenda cosas nuevas. Hay mucha gente joven que fue a la proyección y vio cosas que no sabía de este barrio. Creo que buena parte de la Isleta siente el documental como propio, se hizo con esa intención y ese es el mejor regalo.

Etiquetas
stats