Larry Álvarez empieza a ser más previsible que los efectos del ajo. Y encima, repite. Una fatalidad. Sus manifestaciones de este miércoles, berreando como un cordero a punto de ser degollado por las maléficas fuerzas de la Unión, son más patéticas que de costumbre. La transgresión de la legalidad, de la que incluso es consciente el mismísimo Arnáiz (¡cómo han cambiado a ese hombre!) son para Larry y su partido una agresión, una batallita y una humillación del PSOE a la isla de Gran Canaria. Zapatero, según sus teorías, es más malo que carne de pescuezo, y la Gran Marina se hará caiga quien caiga. Ante tan proféticas y atrevidas declaraciones, casi nos olvidamos de preguntar a quién le toca dimitir esta vez en aplicación de las teorías de Larry. Buscamos en el comunicado y no encontramos a nadie. Así que, si nos lo permite el vicepresidente insular y no nos muerde, le sugerimos que proponga a los hermanos Reyes la dimisión de la mona Lulú, que trae de cabeza a los teldenses. Dos pájaros de un tiro.