Jueves 19; 15.00 horas: un inconsciente ciclista circula por la Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria, en plena calzada, en dirección Puerto, a la altura del parque de San Telmo. Un ciudadano que lo ve, telefonea de inmediato al 092, que no debió encontrar “unidades libres o próximas a finalizar” por la zona. Porque el ciclista llegó tan campante a Torre de Las Palmas, giró en la rotonda y enfiló León y Castillo en sentido contrario a su apacible paseo junto al mar. Viernes 20; 09.00 horas: varios camiones montan un pifostio de considerables dimensiones en la calle Buenos Aires, atestada de coche en horas tan concurridas. Ni un sólo agente por las inmediaciones. Bueno, sí, tres que no escuchaban los bocinazos de los sufridos automovilistas departían amigablemente ante la ermita de San Telmo, a escasos metros del tapón. Una mujer que se detiene a un lado a explicarles la situación, es de inmediato increpada a gritos por uno de los agentes: “¡Circule, señora!”, sin escuchar lo que se le quería decir. Sobre la acera, una moto y un coche policial tan ricamente aparcados.