El que más feroz se puso en la reunión del Consejo de Administración del Puerto fue José Manuel Soria, que acusó a los socialistas de todo, especialmente de querer dinamitar la ciudad de Las Palmas, o algo así. No nos han dicho nada de sablazo, palabro que ya le debe caer gordísimo, entendemos. Él, su Pepa, su Pepe Arnáiz y su Australia estaban desencajados al comprobar que no iban a prosperar sus propuestas y que la exposición de la Gran Marisma se convertía en un museo de cera en medio del desierto del Sáhara. Durará hasta el 9 de enero, y luego será un sueño muy mono. Por cierto, un sueño que no se sabe muy bien quién va a pagar, porque el interventor de la Autoridad Portuaria se ha negado a dar curso a las facturas de los gastos generados por ese conchabo de exposición, declarada ilegal por Fomento, ministerio que tardará poco en pedir las cuentas a ver si alguien ha desembolsado algo irregularmente.