No pintan muy esperanzadoras las cosas en el PP de Gran Canaria, donde algunas mayorías continúan en el alero por aquello de la insoportable levedad de la estabilidad institucional que tenemos computada en Canarias como endemismo. Mientras Cardona, en Las Palmas de Gran Canaria, trata de imprimir un nuevo impulso a su mandato con el fichaje de expertos en comunicación, desde el otro lado de la isla Francisco González, alcalde de Mogán, hace números cada día a ver cómo salva tantos años de desaguisados económicos y urbanísticos, fielmente recogidos en la operación Góndola. En Telde, mientras, se le acumulan los problemas a la alcaldesa del PP, María del Carmen Castellano, procesada en tres causas penales distintas (la última sería la que ha de promover los servicios jurídicos de la Comunidad Autónoma de responsabilidad patrimonial en el caso La Mareta). Lo tiene muy difícil en estos momentos, pero allá ella con sus circunstancias. Y allá su aliado Guillermo Reyes, distanciado de la alcaldesa por la pérdida de competencias que sufrieron antes de que reventara el escándalo, personajes irrepetibles como Fran López, concejal del PP defenestrado por la alcaldesa para contratar, o José Luis Mena, incomprensiblemente aupado a la jefatura de los Servicios Jurídicos de Telde, donde hace méritos sobrados para engrosar los anuarios de negligencias imposibles de explicar. ¿Y el Cabildo, cómo va? La gran baza del PP en Gran Canaria, el buque insignia de los Bravo, hace aguas por todas partes a pesar de navegar con las aguas prácticamente a su favor. Las polémicas que rodean las últimas adjudicaciones de video-marcadores, los viajes a USA y las revisiones de precios del Pabellón Multiusos 2014 tienen gran parte de culpa.