Los más pesimistas se echaron las manos a la cabeza este domingo cuando se enteraron de que en la mismísima playa de Pozo Izquierdo, ante la presencia de aficionados y medios de todo el mundo, había arribado una patera con 28 inmigrantes. No parecía preocuparles mucho el estado en que llegaban estas personas, sino la repercusión negativa que pudiera tener para la imagen de Canarias. Olvidan los agoreros que toda Europa conoce de sobra este fenómeno y que por eso las instituciones comunitarias han empezado a implicarse. Pero, para mayor solaz y tranquilidad, sepan que la patera llegó a primera hora de la mañana, cuando apenas había nadie en la playa, que poco después fue retirada por operarios municipales de Santa Lucía y que ninguna cadena se interesó por conseguir imágenes de la llegada. El deporte va por un lado y las tragedias humanas por otro.