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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Patricia Hernández asume las humillaciones

Carlos Alonso y Aurelio Abreu en una pista de cochitos locos.

Carlos Sosa

Román Rodríguez lo vaticinó desde la tribuna de oradores durante el último pleno de la pasada legislatura: “Espero que los que les sucedan no les hagan buenos”. El vaticinio iba dirigido al presidente y al vicepresidente del Gobierno aún en funciones, Paulino Rivero y José Miguel Pérez, respectivamente, y a los que les han sucedido a continuación en el timón de lo que pretende ser el próximo Ejecutivo canario, Fernando Clavijo y Patricia Hernández. Ya los han hecho buenos antes de empezar porque el muy criticado pacto de 2011 ha pasado desde este mismo martes a ser la panacea. Con mejores resultados que en 2015, con un giro espectacular hacia la izquierda en la sociedad canaria, con un clamor de cambio político que hiere en los oídos, el Partido Socialista Canario-PSOE ha logrado empeorar sustancialmente su posición política, ha pisoteado su dignidad y ha despreciado su propia historia y el sentir de sus votantes. Del otro lado de la mesa, su histórico interlocutor se ha aprovechado de la coyuntura de una manera que sólo satisface las ansias revisionistas de su núcleo tinerfeño más duro. Efectivamente, Coalición Canaria ha aplicado los más rastreros métodos de la más vieja política para someter a su socio empleando contra él nada menos que las armas que decidió blandir a favor de la regeneración política. Si la consigna de Pedro Sánchez para toda España era la prohibición expresa de no pactar con el Partido Popular, Coalición Canaria ha metido esa variable en sus acuerdos en la isla de Tenerife para obligar al PSOE a autoexcluirse. Lo hizo José Manuel Bermúdez en Santa Cruz de Tenerife y lo sigue haciendo Carlos Alonso en el Cabildo de esa isla porque, a pesar de los grandilocuentes anuncios de la mesa del pacto, el presidente del Cabildo en funciones volvió este martes a ofrecer a Manuel Domínguez incorporarse más adelante al gobierno insular. Como ha hecho sin remilgos el candidato de CC a la alcaldía de La Laguna, José Alberto Díaz, con Antonio Alarcó, que todavía no sale de su asombro ante tamaña deslealtad al socio socialista. El veto al pacto del PSOE con el PP permite a CC moverse a sus anchas entre cualquiera de las combinaciones que más le plazca. Y nadie en el PSOE ha puesto el grito en el cielo: “resignación, que dice César Luena (secretario federal de Organización) que nos callemos”, se repite de boca en boca.

La Obra Pública para el que se la trabaja

Si la consigna federal del PSOE era la transparencia y la lucha contra la corrupción, Coalición ha sabido blindar a los sus corruptos en Lanzarote y en Tenerife alejando a los socialistas de cualquier parcela desde la que pudieran influir en la limpieza. Que Barragán considere “un tema menor” la destitución con alevosía del director de la oficina del PIOT de Lanzarote pese al rebote del socio socialista local patentiza de modo cruel cómo se la refonfinfla a Coalición Canaria lo que puedan pensar los dirigentes del PSOE en Canarias mientras en la Federal les hagan tanto caso. En el Cabildo de Tenerife Carlos Alonso, con la bendición de la mesa del pacto, ha decidido retirar Obras Públicas al PSOE después de que éste descubriera un entramado de corrupción y mamandurria que ha hecho tambalear el edificio insular. Por fortuna, toda la documentación descubierta está buen recaudo y en manos de la fiscalía que, como siempre, se toma su tiempo antes de presentar sus querellas. O las somete a las consideraciones políticas de sus superiores, que ya se sabe que son como son. Pero volvamos a este supuesto pacto: Carlos Alonso ha pisoteado al PSOE de una forma jamás vista en la política isleña, y miren que han pasado cosas estos últimos 30 años. “Nos han dejado las momias y la basura”, resumía gráficamente un socialista tinerfeño este mismo martes tras verificar el serruchazo que el socio nacionalista ha metido a las competencias que hasta ahora mismo ostentaban los consejeros del PSOE. Alonso no ha computado equilibradamente el batacazo que su candidatura se llevó en mayo (40.000 votos menos), ni la subida que experimentó la de su socio, Aurelio Abreu (2.000 votos más). La decisión parecía tomada de antemano: había que quitar al PSOE el poderoso Instituto de Asistencia Social y Sanitaria, el IASS, una maquinaria política y administrativa cuyo presupuesto se colocaría como el del tercer cabildo de Canarias. Y la culpa la deben tener precisamente los resultados electorales: que Aurelio Abreu haya mantenido el tipo mientras CC se hundía dispara el complejo del dueño de la pelota: o se admiten mis reglas o nadie juega aquí.

Luto en La Laguna

Pero si en el Cabildo de Tenerife se ha consumado la humillación para los representantes del PSOE, es en las casas de los votantes socialistas donde la noche de este martes se guardaba riguroso luto. El atisbo de rebeldía que durante estas últimas semanas ha pretendido capitalizar Javier Abreu, secretario general y candidato a la alcaldía, se evaporaba por completo ante la orden directa e innegociable de la candidata a la vicepresidencia del Gobierno, Patricia Hernández. Las Ejecutiva Federal no quería problemas con el socio canario, CC, y sin remangarse lo más mínimo para conocer el terreno en el que se estaba moviendo este pacto, sin valorar por encima los graves incumplimientos del exigente socio, el secretario federal de Organización, César Luena, se permitió actuar al más puro estilo godo: se hace lo que diga la candidata y punto. Por eso Abreu pidió a Patricia Hernández que expresamente le diera la orden de comerse con papas un pacto con Coalición Canaria, le gustara o no le gustara. Y Patricia aceptó, no se sabe muy bien si en un gesto de auténtico terror a desandar todo el camino andado para el pacto regional o si para hacer pública muestra de su autoridad actual y la que quiere adoptar después de las generales, llegada la cadena interminable de congresos. Pero, ¿peligró el pacto regional por la escaramuza que se fraguaba en La Laguna? Tenemos respuestas contradictorias. En el PSOE cundió el pánico, vaya por delante, porque saben de lo que es capaz Coalición Canaria cuando se pone marrullera. Las indicaciones de Ferraz eran evitar a cualquier precio que CC se entregara en los brazos del PP culpando al mismo tiempo al PSOE de ser incapaz de domar a sus fieras municipales. Y las órdenes fueron descendiendo hasta llegar a un perplejo Javier Abreu que no se creía que tuviera que aceptar el pacto más humillante de su carrera política. Habiendo incrementado su número de concejales y viendo cómo su socio caía estrepitosamente, tenía que conformarse con las migajas que los nacionalistas le proponían, es decir, las concejalías que ya tuvo en el anterior mandato cuando la realidad electoral fue manifiestamente más favorable a CC. Paco Spínola, ese gran negociador que siempre destaca el PSOE para profundizar en su disolución, se niega a admitir esa mengua de poder y asegura que los socialistas laguneros tendrán muchas más competencias que hasta ahora. Mucho debe haber pesado en el ánimo de los mandarines el abanico de posibilidades de un pacto de izquierdas que Javier Abreu y los demás partidos en la oposición venían fraguando desde hace semanas. La Ejecutiva Local del PSOE de La Laguna, reunida anoche de urgencia, acordó muy disciplinadamente “acatar sin compartir la decisión de Patricia Hernández”. La virtual secretaria general ya tiene otro rival orgánico, nos tememos.

Y todo, habiendo perdido las elecciones

Mientras Coalición Canaria impone su ley y el PSOE humilla a sus dirigentes y ofende a sus votantes, los demás partidos del arco parlamentario observan perplejos el espectáculo. No dan crédito a que el tercer partido en número de votos, Coalición Canaria, con tan solo el 18% de los sufragios emitidos, pueda ser capaz de someter a su socio no ya a aceptar un insólito reparto del poder regional, sino a perder más espacio en corporaciones clave sin nada a cambio. Es posible que desde Ferraz, un zoquete (así lo llaman ya en la Ejecutiva Regional del PSC-PSOE) como César Luena no se haya percatado de que los partidos de izquierdas representan en el Parlamento canario al 45% de los votantes de las islas, frente al 34% que suponen Coalición Canaria y el PP juntos. Olvidan estos cerebros de la política federal que los partidos de izquierdas, con el PSOE a la cabeza, han pasado de los 272.000 votos obtenidos en 2011, a 410.000 en 2015. La suma de CC y el PP fue en 2011 de 514.000 votos, reducidos cuatro años más tarde a 334.000. Los primeros defraudados no son los dirigentes y militantes del PSOE, que se habrán de merendar estos acuerdos tan humillantes por el método tradicional. Los verdaderos damnificados son los votantes de izquierdas en Canarias, a los que ni Patricia Hernández, ni Pedro Sánchez ni César Luena están haciendo puñetero caso. Eso sí, les encanta ponerse al teléfono cuando les llama Fernando Clavijo o Ani Oramas, que mandan más en el PSOE canario que la mismísima vicepresidenta in péctore. En Ferraz no conocen todavía ni a Manolo Hermoso ni a José Carlos Mauricio ni a Rosa Dávila, a los que se vio en diferentes momentos este lunes en el Ayuntamiento de La Laguna. Alguno de ellos por poco se tropieza con la Policía Judicial, que también se dejó caer por el consistorio.

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