Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

El blues del insularismo

Portadas de 'La Opinión de Tenerife' del 20 de marzo y de 'La Provincia'  del 26.

Carlos Sosa

Celebrados los congresos regional y nacional (por ese orden y nomenclatura) del Partido Popular de Canarias y de Coalición Canaria, a los poderes económicos de las islas les ha tocado mover ficha, iluminar a sus delegados en las instituciones públicas el camino que deben seguir. Lo han hecho a través del periódico La Provincia, que con mucho acierto retomó este domingo una exclusiva que ofreció su fraternal colega La Opinión de Tenerife el pasado día 20. Efectivamente, bajo el título de “Gran Canaria admite que Tenerife tiene un mayor empuje económico”, el periódico que dirige Joaquín Catalán dio cumplida cuenta de un posicionamiento recogido en la web del Círculo de Empresarios de Gran Canaria (“de Las Palmas”, según el rotativo tinerfeño) según el cual los pérfidos chicharreros vienen robándole la tostada a los totorotas canariones desde hace ya unas décadas, mayormente por culpa de las autoridades de la isla redonda, pusilánimes, conservacionistas, restrictivos y hasta castrantes. La Provincia retomó el asunto este pasado domingo con un titular igualmente demoledor: “Tenerife supera a Gran Canaria”, acompañado de un editorial cuyo sugerente título invita a pensar que la cosa está verdaderamente jodida: “De la hegemonía al letargo”. Les confieso que no he podido leerlo porque, pese a estar suscrito a su edición digital, parece que solo se ofreció en la de papel, y a ésa sí que no estoy suscrito. Cuánto lo siento.

Ambos trabajos periodísticos parten de dos entradas en el blog de opinión del Círculo de Empresarios publicadas con varios meses de distancia entre sí. La primera está fechada en septiembre de 2016, y la segunda, el pasado día 17, tres días antes de que la ofreciera La Opinión. En ambos textos sin firmar se hace una clara advertencia: “Este blog y las opiniones aquí vertidas constituyen una herramienta de debate y no expresan la opinión oficial del Círculo de Empresarios de Gran Canaria”, lo que obliga a diferenciarlas claramente de las que sí llevan firma, como aquella que publicó Óliver Alonso bajo el inequívoco título de “En defensa de José Manuel Soria”. Un artículo escrito desde el corazón y desde el bolsillo por quien representa a una de las familias más allegadas y queridas por el exministro, de quien el autor exalta, entre otras cosas, las ayudas al sector automovilístico y la internacionalización de las empresas españolas, actividad esta última a la que se dedicó durante su excelso ministerio y se sigue dedicando ahora, como bien sabe la compañía Domingo Alonso, S.A.

Pero volvamos a la más rabiosa actualidad. Según reflejan las noticias periodísticas ofrecidas estos días por Prensa Canaria, el cotejo de magnitudes económicas como el empleo, las camas hoteleras, el Valor Añadido Bruto (VAP), el número de turistas y la población, entre otras, situarían a la isla de Tenerife muy por encima, pero que muy por encima, de la de Gran Canaria, siempre de acuerdo con el anónimo autor de las opiniones en el blog del Círculo de Empresarios.

El análisis no parece resistir muchas verificaciones económicas, más que nada por su absoluta y descarnada parcialidad. Su objetivo no es otro que el proferir un nuevo quejío por que Tenerife tenga más camas hoteleras de cuatro estrellas, una inminente regasificadora frente a ninguna y un Cabildo Insular que es como el macho alfa de la economía insular. La culpa, como cabe colegir de inmediato, la atribuye el Círculo al presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, coincidiendo chinche por chinche en sus opiniones, unas veces más sutiles que otras, con las que profiere contra él Fernando Clavijo.

Es como, si de repente, olvidáramos que Morales lleva menos de dos años presidiendo el Cabildo de Gran Canaria y, que por lo tanto, es imposible que diseñara desde la alcaldía de Agüimes, que ocupó las anteriores tres décadas, ni la moratoria turística, ni la limitación de hoteles de cuatro estrellas, ni la suspensión de licencias en San Bartolomé de Tirajana cuando se redactó su Plan General, ni la moratoria dictada por el Cabildo cuando modificó su Plan Insular. Tampoco fue Morales el que decidió en la década de los 70 la proliferación de apartamentos en vez de hoteles en el sur de Gran Canaria, ni el que puso las siete estrellas verdes en la bandera oficial de Coalición Canaria, dicho sea con el único objeto de redondear. Porque sacar aquí lo del toro de Manolete, en territorio libre de fiesta nacional, puede sonar incluso a provocación.

Tampoco aparece por ninguna parte la menor mención al reconocimiento recientemente formulado por el mismísimo Fernando Clavijo de que existe un “desequilibrio inversor” en beneficio de Gran Canaria, lo que echaría por tierra una de las afirmaciones más tajantes de los quejosos empresarios: que el respaldo del sector público ha sido decisivo para la mayor pujanza de Tenerife.

Pero quizás sea la identidad de quienes han estado al frente de las instituciones el lapsus más llamativo: es conveniente recordar -porque los empresarios tienen flaca memoria cuando se trata de atribuir responsabilidades- que cuando estalló la crisis económica de 2007 tomaba posesión como vicepresidente económico del Gobierno de Canarias nada más y nada menos que José Manuel Soria, que acababa de abandonar la presidencia del Cabildo de Gran Canaria, que ha venido siendo gobernado por su partido ininterrumpidamente desde 1995, con el único paréntesis de 2003-2007. Entre ese año y 2011 volvió a manos populares, y fue en 2010 cuando, según La Provincia, ya se apreciaba una diferencia ostensible en el PIB de las dos islas capitalinas. Culpar a Antonio Morales es, como mínimo, un atrevimiento. Por no decir que una absoluta falta de vergüenza.

Dejen trabajar a Clavijo

En realidad, el mensaje de los poderes salvajes, esos que no se presentan a las elecciones pero quieren mandar, es el siguiente: dejen trabajar a Fernando Clavijo, y déjenlo solo a él, que tiene las instrucciones muy claras y ha demostrado ser un diligente medianero. Ya frustró la operación socialista contra los conciertos sanitarios colocando al frente de la sanidad pública al representante de las clínicas privadas, y ahora tiene ante sí el difícil reto de cuadrar una Ley del Suelo que los empresarios quieren aún más dura de lo que ha salido del horno, como se ha encargado de advertir la presidenta de la patronal de la construcción de Las Palmas, Salud Gil, cabreadísima por el atrevimiento de los grupos parlamentarios de enmendarla y, como es su obligación, tramitarla con todas las garantías democráticas. Se la van a apoyar el PP y los gomeros de Casimiro Curbelo, pero sobre ella pende la amenaza judicial y europea que ya sufre la ley de islas verdes. Además del riesgo cierto de que el aligeramiento de trámites burocráticos sea sustituido por largos procesos en los tribunales de justicia, lo que a la postre vendría a demostrar que muchos empresarios lo que buscan es la consolidación especulativa de derechos y no el desarrollo de ese mantra de generar riqueza y empleo.

No se pierdan las noticias que ya apuntan a una compra masiva de suelo rústico en lugares susceptibles de ser urbanizables gracias a esa magnífica Ley del Suelo que se nos viene encima. Ya está ocurriendo, como ocurrió en los aledaños de Granadilla antes de que se aprobara la también polémica construcción del puerto donde van a hincar la famosa regasificadora. En Bruselas todavía están flipando.

Para todas estas operaciones será fundamental el concurso de Asier Antona, que este lunes pasó con nota en Madrid su primer encuentro con periodistas de la capital. Le preguntaron sobre la posibilidad de entrar en el Gobierno, el desgastado Gobierno de Fernando Clavijo, y sobre la viabilidad de una moción de censura con él de presidente, asociado al PSOE y apoyado para la investidura por Nueva Canarias y Podemos. Como pidió off the record, no les podemos contar lo que contestó. Pero fue muy sabroso todo.

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