Los primeros contactos políticos ya han existido. Román Rodríguez, que es el que más tiene que ganar y el que menos tiene que perder, ya lo ha planteado en reuniones por separado a Paulino Rivero y a José Miguel Pérez. Y la respuesta parece haber sido positiva. El caldo de cultivo no lo ha extendido, sin embargo, ninguna fuerza política canaria, sino el Partido Popular desde Madrid, y particularmente su ministro para regiones ultraperiféricas, José Manuel Soria. Los Presupuestos Generales del Estado son la guinda a tres meses de continuos desencuentros que hasta ahora habían tenido su culmen en la imposición de las autorizaciones de las prospecciones petrolíferas, pero que han venido acompañados de otros episodios muy ásperos que han ido cabreando paulatinamente al personal. No ayuda, desde luego, la situación socioeconómica, con otros 5.800 parados más, una cifra que superó incluso al número de desempleados que engrosaron las listas en la Comunidad de Madrid. Pero el agotamiento de las partidas de protección social, el anuncio de que se reducirá el número de beneficiaros de los subsidios por desempleo, el agravamiento que va a suponer en Canarias la ya de por sí depauperada atención a los dependientes y el aumento exponencial de ese sentimiento siempre larvado de que estamos abandonados por Madrid van a facilitar mucho la formación de ese frente amplio. Aunque pueda sonar cómico, más de un dirigente del PP canario compartiría plenamente las razones para hacerlo.