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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Las verdades dolorosas de Paulino

El expresidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, aplaude a la candidata de Coalición Canaria, Ana Oramas, tras conocer los resultados de las elecciones generales celebradas en 2011. (EFE/CRISTÓBAL GARCÍA)

Carlos Sosa

Ana Oramas va camino de rebasar con creces el límite de diez años que ella misma considera suficiente para que un político permanezca en un cargo público. Si saliera elegida el 20 de diciembre como diputada nacional, habría de abandonar el acta en junio de 2017. Hasta entonces, seguirá peleando por sus principios, entre los que se encuentra el de “una persona un cargo”, que incumplió durante año y medio cuando simultaneó, entre junio de 2007 y noviembre de 2008, su puesto de diputada con el de alcaldesa de San Cristóbal de La Laguna. Oramas lleva en puestos de responsabilidad pública desde 1979, justo cuando entró en política, lo que desde luego le otorga un plus de experiencia desde la que puede impartir doctrina sin arrugarse lo más mínimo. De ahí que haya sido ella y no otra persona de Coalición Canaria quien afeara a Paulino Rivero (“es que no me quiere”) la opinión que vertió en su blog y acto seguido en las redes sociales acerca de la deriva pepera que ha tomado el partido del que ambos forman parte desde que Fernando Clavijo tomó posesión como presidente de Canarias. Pero, ¿qué fue lo que dijo exactamente Paulino Rivero que tanto irritó a Ana Oramas y al sector clavijista de CC? Pues exactamente que “resulta difícil de explicar la falta de acuerdo entre CC y NC para sumar fuerzas en la defensa de Canarias en el Parlamento de España”; que resulta “difícil de explicar –sin que los demás lo podamos entender- el acuerdo de NC con el PSOE para concurrir juntos a las elecciones”, y que “genera mucha confusión la posición complaciente de con el PP, que ha gobernado cuatro años dando la espalda al Archipiélago”. Las reflexiones del ex presidente del Gobierno canario son impecables y seguramente las comparta en toda su extensión gran parte de la militancia y la dirigencia nacionalista, tanto las de su propio partido como las del que preside Román Rodríguez. Porque es evidente que en los últimos meses se han producido algunos acontecimientos entre estas dos fuerzas (que Rivero califica indistintamente de “nacionalistas” y de “territoriales”) que llaman la atención a cualquier observador neutral, implicado o mediopensionista.

El PP es malo, pero no tanto

Porque es evidente que en el seno de Coalición Canaria anida una enorme contradicción en este periodo preelectoral. Los mismos dirigentes que presumen con la boca llena de haber restablecido el diálogo con Madrid y de desbloquear viejos litigios, acto seguido cargan contra el mismo Gobierno de España exactamente con idénticos argumentos que a principios de 2012 llevaron a Paulino Rivero a abrir una vía de enfrentamiento y de dura reivindicación que acabó como el rosario de la aurora. Pretender explicar al electorado nacionalista, el de uno y otro partido, que se abre una nueva vía de entendimiento sin ni un solo resultado positivo con el mismo partido que ha machacado sin piedad a Canarias con recortes y desprecios que superan con creces la media nacional, resulta una tarea demasiadas veces contradictoria. En una entrevista televisiva de hace exactamente dos días en Teidevisión, la diputada Oramas dibujaba un panorama en las relaciones Canarias-Estado verdaderamente desolador: “El Gobierno de España nos abandonó y nos dijo ”arréglenselas como puedan“; ”Se han cargado planes de infraestructuras turísticas que daban empleo a 3.000 personas“; ”Se han cargado el convenio de carreteras que tiene colapsado a Tenerife mientras se gastan 250 millones de euros en la circunvalación de Santiago de Compostela“; ”Teniendo el paro que tenemos, el Gobierno de España va y se carga los planes de empleo mientras los implanta en otras comunidades“… fueron algunos de los reproches lanzados por Ana Oramas cuando el entrevistador empezó a preguntarle cosas más o menos serias.

Tenerife Sur, en enero

Sin embargo, el mantra que repiten los dirigentes de CC más afines a Clavijo, a Carlos Alonso y a la diputada Oramas es que el diálogo está generando grandes avances en tan solo unos meses, avances que cuando se intentan concretar tardan menos en volatilizarse que un azucarillo en disolverse dentro del café. El último intento por demostrar que el diálogo funciona es que “el consejo de administración de Aena aprobará en enero una inversión de más de 120 millones de euros para el aeropuerto Tenerife Sur”, según escribió en Twitter el presidente Clavijo. De inmediato le secundó con una traca de voladores el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, que se quedó algo cortado cuando el ex viceconsejero de Turismo, Ricardo Fernández de la Puente, le preguntó en la misma red social si en esa inversión se incluye la nueva pista y la terminal. Sólo la terminal, pareció ser la respuesta de compromiso para salir del atolladero. La noticia no es nada despreciable, vaya por delante, pero sería bueno encuadrarla en las inversiones normales que está obligada a hacer una empresa mixta en los aeropuertos que le resultan muy rentables y se están quedando obsoletos. Vender esta burra como un logro del nuevo estado de consenso es cuanto menos atrevido. Ya veremos qué pasa cuando llegue enero, que ya son tres los hitos que se aplazan a después de las elecciones: anillo insular (el Cabildo no pondrá finalmente la pasta que prometió), IGTE y ahora, inversión en el Tenerife Sur. Y nadie puede aventurar a estas alturas qué Gobierno estará entonces en el machito.

Se escapa Nueva Canarias

Pero además del conchabo inútil y sospechoso con el Partido Popular, Paulino Rivero hizo otros reproches a los suyos. Por ejemplo, no haber conseguido fraguar la alianza electoral con Nueva Canarias que en 2011 permitió obtener un diputado por la provincia de Las Palmas, aunque el elegido no fuera de NC sino del socio elegido para la ocasión. Los sondeos otorgan a duras penas un acta por Santa Cruz de Tenerife, lo que pone en riesgo por primera vez en su historia la presencia de CC en el Congreso de los Diputados. Es verdad que en esta ruptura hay otro culpable, el partido de Román Rodríguez, pero no es menos cierto que la deriva conservadora adoptada por la nueva era clavijista y oramista puede haber sido el detonante que faltaba para que NC haya dado este paso de juntarse con el PSOE en una alianza ciertamente arriesgada. Arriesgada porque, efectivamente, como dice en su blog Rivero, se desdibuja el perfil nacionalista de NC, un efecto que los estrategas de este partido quieren contrarrestar amplificando su apellido de “progresistas”. Y es evidente que si tu socio natural en el nacionalismo inicia una deriva claramente conservadora hacia el PP, lo más rentable en estos momentos es echarse a correr. A los de Román les salen las cuentas porque hacen cálculos en dos direcciones. La primera, pegarse como lapas a la alternativa progresista con más posibilidades de gobernar en España, tanto sola como en compañía de otros. El futuro Parlamento nacional se configurará por un puñado de diputados y los que ayude a obtener NC desde Canarias pueden convertirse en decisivos. Por eso esta operación viene bendecida con todos los cuños por la calle Ferraz, por mucho que a algunos dirigentes socialistas isleños –con Patricia Hernández a la cabeza- les huela a cuerno quemado por lo que puede suponer de lastre para sus intereses postelectorales.

Bañolas, en la picota

Los cálculos más domésticos de Nueva Canarias van precisamente en la línea que más preocupa a Paulino Rivero y deberían estar preocupando mucho a Coalición Canaria. La primacía del nacionalismo progresista que encarna NC frente al más conservador e insularista de CC podría complicar mucho la existencia a los de Clavijo si, como dicen las encuestas, hay peligro serio de que ni siquiera Ana Oramas obtenga acta de diputada nacional. Y aún alcanzando ese objetivo la ex alcaldesa de La Laguna, el panorama se presenta muy difícil en la provincia de Las Palmas, con una quiebra clara en la isla de Fuerteventura (precisamente por la deriva derechizante), dos bloques enfrentados en Lanzarote y un partido reducido a la mínima expresión institucional nada menos que en Gran Canaria. Los sables ya se están afilando para después de las generales y el pescuezo que tiene más números en la rifa es el de Fernando Bañolas. El actual secretario general grancanario sabe que sus días al frente de la organización están contados por sus pésimos resultados, por la fuga que está sufriendo el partido hacia Nueva Canarias, por sus vendettas personales que camufla como políticas y por la persecución antidemocrática a los medios que no le ríen la gracia. Ya está pidiendo que le busquen un echadero de postín para cuando llegue el día de su defenestración. Estas realidades pueden doler mucho en CC, y más cuando las sintetiza desde dentro alguien que todavía conserva cierto predicamento como Paulino Rivero. Pero las verdades no deberían ofender tanto. Ellos eligieron ese camino y sólo les queda la salida de apechugar o corregir el rumbo. Si los dejan.

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