Los restos del café de Agaete pueden convertirse en uno de los alimentos del futuro
El Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL-CSIC) lleva varios años embarcado en un proyecto para darle uso a subproductos que se desechan al elaborar un determinado alimento, como puede ser el aceite de oliva o el café.
La iniciativa se enmarca dentro del objetivo de la Unión Europea de hacer un uso más sostenible de los recursos naturales para buscar un equilibro entre el alimento y el aumento de la población mundial.
María Dolores del Castillo es investigadora del CIAL-CSIC: “Empezamos a fijarnos en el café alrededor del 2010 y desde entonces trabajamos en esta temática” porque durante la fabricación de la bebida “más del 90% del fruto se pierde en el proceso y hay muchos nutrientes con diferentes propiedades que se pueden rescatar”.
Según del Castillo, en ese proceso de elaboración se pueden crear hasta “seis subproductos diferentes” y “muchos de ellos en origen”, poniendo como ejemplo el caso de Canarias, concretamente en Agaete (Gran Canaria), uno de las pocas zonas de Europa donde se cultiva café.
“Creo que en Agaete se producen alrededor de unas 5.000 toneladas y casi todo se exporta, si se aprovecharan los subproductos se podría sacar más partido al cultivo del café porque hay ingredientes que se están dejando en el camino”, explica
En el CIAL-CSIC ya han fabricado galletas a partir de los posos del café, que contiene efecto antioxidante y el efecto de la fibra: “Buscamos equiparar su sabor con el de las galletas de alto contenido en fibra que comen habitualmente los ciudadanos”, afirma del Castillo.
“También se pueden hacer bebidas y productos tipo panaderías porque no tiene gluten y es una alternativa más. Dependiendo del subproducto se obtiene un ingrediente más adaptable a productos líquidos y otros a sólidos” narra.
Pero la alimentación no es el único ámbito en el que se puede reutilizar los posos del café: “Tienen más de quince aplicaciones, se puede dar salida a este producto como compostaje, biodiésel o para el asfaltado, pero nosotros nos centramos en la alimentación”.
“Todo esto se puede producir en Canarias y se valorizaría de alguna manera”, cuenta del Castillo.
La alimentación del futuro
El objetivo del proyecto del CIAL-CSIC no es solo fabricar alimentos de subproductos desechados, sino tratar de añadirles un valor añadido para “resolver problemas de salud, reduciendo riesgos de enfermedades como la diabetes”, cuenta del Castillo.
Y es que para la investigadora en el futuro la tendencia debe ir encaminada a la adaptación de la alimentación a la actividad física, teniendo como base productos con un grado de procesamiento bajo y frutas y verduras, que aportan proteínas, carbohidratos y micronutrientes.
“Necesitamos sustituir el consumo de proteínas a base de carnes rojas por las legumbres, por ejemplo, aumentar la ingesta de fibra y reducir el contenido de azúcares simples, como las bebidas azucaradas” recomienda del Castillo.
Pero al final todo lo que se come o se bebe está condicionado por los recursos naturales, que son limitados y, para mantener el equilibrio será necesario recurrir a la sostenibilidad, es decir, rescatar los alimentos que se desechan y además contribuyen a provocar problemas medioambientales para convertirlos en nuevos ingredientes: “Dentro de esa filosofía hay que mantener un balance entre la ingesta y el desgaste, es decir, mantener una vida activa con actividad física. Y nunca consumir más de lo que vayas a gastar”, concluye.