Sipcic y diez más
El Tenerife 19-20 afronta este lunes un examen final. Es verdad que hasta el sábado no juega el derbi contra Las Palmas, pero es este lunes 2 de septiembre, día de cierre de mercado, cuando la entidad blanquiazul debe demostrar que tiene un proyecto y que las decisiones estratégicas vienen avaladas por una profunda reflexión y no por el resultado del último domingo. Si el pasado sábado el capítulo de fichajes estaba cerrado, me resultaría complicado entender que el lunes se acometiese una revolución por mucho que pueda doler el 4-0 padecido en Ponferrada.
El autor de estas líneas considera que el Tenerife 19-20 necesita un defensa central de alto nivel, un lateral izquierdo que mejore (en mucho) a Isma López o Mazán y un delantero con gol y con más pedigrí que Miérez. Dicho esto, el autor de estas líneas aclara que se sentiría profundamente decepcionado si el club enloquece el ultimo día de mercado en su intento de mejorar una plantilla que hace apenas 48 horas, tras cerrar la contratación de Nahuel Leiva, daba casi por cerrada en espera de concretar las posibles salidas de Ángel Galván y Mauro Dos Santos.
Y con independencia del gusto futbolístico que uno pudiera tener, el autor de estas líneas también se sentiría profundamente decepcionado si López Garai renuncia a sus principios y apuesta por un fútbol diferente, con un estilo distinto a la apuesta por el atrevimiento y el balón que ha defendido hasta ahora. Porque la única ventaja del Tenerife 19-20 respecto a versiones precedentes es que ahora hay un proyecto, que podrá gustar más o menos y que podrá tener los jugadores apropiados o no, pero que se ha construido desde la convicción y no a partir de la improvisación.
Sinceramente, creo que Víctor Moreno es un notable director deportivo... que hasta ahora ha hecho pésimos fichajes. O aceptables y hasta buenos fichajes que han tenido un pésimo rendimiento, lo que no es exactamente lo mismo aunque el resultado final sí sea igual. Y creo que detrás de todas esas aparentemente malas elecciones hay una idea, un criterio, un proyecto global, una apuesta plena de convencimiento y una hoja de ruta que con paciencia y confianza –dos palabras que no se acostumbran a usar en el mundo del fútbol– pueden llevar al éxito al Tenerife.
En la barra de un bar o en las redes sociales, tipos con cara o con perfiles falsos pueden presumir de ser más del Tenerife que el escudo y entre golpes en el pecho e insultos están en su derecho de pedir una docena de fichajes, que devuelvan a Sipcic a Croacia (aunque en realidad es serbio) y hasta de vaticinar un 0-5 favorable a Las Palmas. Es su papel. Están ahí para eso, para callar cuando las cosas van bien y dibujar el apocalipsis cuando hay un mal resultado. Y también están para que las personas responsables y que deben tomar decisiones no les hagan ni puñetero caso.
Nací en Tenerife, me hice del Tenerife desde niño y es obvio que deseo que mi equipo gane el derbi. Pero confieso que –con independencia de que yo piense que el Tenerife 19-20 necesita un lateral zurdo, un central y un delantero goleador– me haría especial ilusión que lo hiciera con su actual plantilla y con el fútbol que le gusta a López Garai, que fuera atrevido, que buscara sacar el balón controlado desde la portería, que no rifara la pelota al menor signo de apuro, que llegara al área rival con un estilo combinativo... y que un mal resultado no pusiera en duda un proyecto.
Y sí, me gustaría que jugaran Sipcic y diez más.
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