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Asidero para la salvación

Salvador García Llanos

Dijo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que hay que conectar con los debates residenciados en la ciudadanía. Y aportó elementos para ir abriendo los que darán algún juego de este verano al año próximo en que hay cita con las urnas. Los adornó, por cierto, con un barniz de 'regeneración democrática', poco apropiado, desde luego: no está el partido gubernamental como para ir dando lecciones ni abogando por regeneraciones políticas. Materias diferentes, debates distintos que, en todo caso, requieren por su naturaleza algo más que un intercambio de mensajes mediáticos y un marco circunscrito a dos bandos. Hasta el momento de plantearlos es importante y debe ser preacordado.

En concreto, señala el presidente que sería bueno estudiar la reducción del número de personas aforadas (lo cual, en nuestra opinión, no es un gran privilegio en el supuesto de una presunta implicación delictiva: lo relevante es excluir a imputados de las listas electorales) y la posibilidad, mediante modificación legislativa, de hacer que los alcaldes sean, automáticamente, los de las candidaturas más votadas. O sea, que aún ganando en minoría, sean quienes asuman el bastón de mando municipal, sin tener que pasar por el filtro de la voluntad de los capitulares. Este asunto, que se sepa, no forma parte del listado de preocupaciones o demandas ciudadanas, pero...

No era este, en efecto, el criterio del Partido Popular (PP) pero, ya se sabe, la coyuntura da la función. Entonces -y de eso podríamos hablar en primera persona, con una censura a los 27 días de haber sido elegido alcalde- prefería ser bisagra, asociarse o coligarse con otras formaciones políticas para, de alguna forma, adulterar el resultado de las urnas. No es que estas alianzas fueran ilegítimas pero, en algunos casos, malsonaban, no funcionaban adecuadamente y hasta tenían un alto costo para el PP.

Debe ser que los estrategas de la derecha están viendo un horizonte oscuro en las municipales del próximo año y han dejado entrever que, si no hay mayorías, la fórmula idónea es la elección directa de regidores. Que de aplicarse, se salvarían algunas capitales o ciudades, ahora mismo en duda, tal como evoluciona el malestar de la población con la situación económica, la corrupción y las decisiones de los gobernantes conservadores.

A ver cómo discurre el debate, desvelada la sugerencia presidencial. Por ahora, eso: una sugerencia. Pero no olvidemos que hay recursos de inconstitucionalidad presentados en el Tribunal Constitucional (TC) para frenar el descarado ataque a la autonomía municipal que significa la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración local y que el municipalismo patrio, en gran medida de conjunción, está en desacuerdo con algunas directrices de esa norma a cuyo debate inicial y a cuyo texto original, por cierto, no incorporaron los populares la sugerencia aludida. Esos mismos municipalistas mucho tienen que decir.

La cosa no ha hecho más que empezar. A ver cómo van reaccionando y a ver cómo se agitan las mentes pensantes del laboratorio de FAES. Y cómo fijan posición los socialistas, partidarios en su día de modificaciones legislativas al respecto (Ahí tienen una oportunidad espléndida de esgrimir la segunda vuelta). En los ámbitos municipalistas también tienen mucho que decir, aunque el anuncio presidencial haya pillado por sorpresa a quienes los transitan, muchos -principalmente en el PP- con notoria preocupación ante una hipotética reelección.

Por eso, se han subido al carro sin muchas reservas, pese a que cuando inició el camino no figuraba el asunto en ofertas programáticas.

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