Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ausencia de vergüenza
Cuando las sospechas de corrupción se acercan a las más altas instancias es necesario actuar con la máxima pulcritud. Demasiadas veces el ciudadano piensa que hay distintas varas de medir, y en realidad existen muchos ejemplos para la desmoralización. Está generalmente extendido que en estas cosas de la corrupción terminan cayendo los actores secundarios, los lebranchos, mientras que los que se llevan las tajadas mayores, los tiburones, se marchan de rositas. Y, en ocasiones, afeando la conducta a los que se atrevieron a dudar de su honorabilidad.
Se rumorea en el Palacio de Justicia de Las Palmas de Gran Canaria (y así lo ha publicado La Provincia), que la magistrada Carla Bellini se dispone a archivar la causa penal abierta contra el ex presidente de la Audiencia Provincial, José Antonio Martín, después de una accidentada instrucción de un caso de presunto trato de favor del magistrado a un narcotraficante. La trama eólica, a pesar de las relaciones de algunos políticos de alto nivel con empresarios de más alto nivel aún, que iban a resultar beneficiados por un concurso público, se va a quedar en un director general de poca monta.
Soria mintió descaradamente a una comisión de investigación para salvar su pellejo, pero el TSJC decidió pensar que aquellas mentiras eran piadosas. Un juez de instrucción no quiso escuchar a un periodista que le entregaba unos billetes aéreos de un concejal asiduo a Suiza y un número de cuenta corriente relacionados con la operación de La Favorita. Optó por mandar al periodista a juicio, y allí le condenaron.
Ahora que leemos todos las conversaciones de Adán Martín, Domingo Berriel y Salvador Iglesias sobre sus apaños con un empresario turístico, recordamos con qué contundencia el TSJC, con un informe muy eficaz del Ministerio Fiscal, archivaba una pieza separada sin ni siquiera abrir unas mínimas diligencias que permitieran escuchar a los actores explicar qué decían, por qué lo decían, qué se les ofreció a cambio y si, finalmente, cumplieron con las peticiones del empresario.
Y vaya si cumplieron. En el remate más bochornoso y escandaloso de una legislatura autonómica, los partidos del señor Soria y del señor Martín aprobaron dos cosas: unas conclusiones claramente falseadas de la comisión eólica y la adjudicación de 5.500 camas hoteleras en un flagrante incumplimiento de las mismas leyes que ese Parlamento había aprobado.
Vivimos instalados en la vergüenza constante. Y todavía algunos tienen el rostro de hablar de conspiraciones.
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