El círculo vicioso de Soria

La trayectoria política de José Manuel Soria está jalonada de demasiados acontecimientos similares. Su afición por mezclar, con elegancia y gomina, eso sí, política y negocios terminará algún día por pasarle una costosísima factura que no podrá pagar echando la culpa a algún periodista. Estamos ante el político que compró La Favorita después de que su concejal de Hacienda hiciera una visita relámpago a Suiza, donde tenía cuenta cifrada la empresa Calle Cervantes, la vendedora, propiedad también de Santana Cazorla.

Es el político que viajó a Noruega en el jet privado del socio de Santana Cazorla, el mismo con el que comprometió algo y al que terminó otorgando, con la ayuda de CC, una parte de las camas que pretendía. No olvidemos que desde el Cabildo, Soria facilitó mucho las cosas declarando esa urbanización como de interés general, recién llegado de Noruega, claro.

Soria es el político que estaba siempre muy cerca de la trama eólica. No sólo porque su hermano era el consejero que mandaba sobre Celso Perdomo, el consejero que viajaba a Magdeburgo a verse con los Esquível y con los fabricantes de las megaturbinas, el que recibía a los empresarios interesados con el concurso vivo. También porque era el inquilino de uno de los empresarios con más descarada vocación de salir beneficiado de esa grosera operación que alguna vez quedará aclarada del todo.

Soria es el alcalde que convoca el concurso de Isolux, que una pánfila adjudica al mes de tomar posesión tras pedir un informe imposible que colocaba a la empresa número catorce en el primer puesto. La polémica de Isolux continúa viva, y sigue costándole una millonada a los ciudadanos por una chapuza que tiene todos los ingredientes de la corrupción más asquerosa.

Soria es el presidente del partido más corrupto de la historia de Canarias, el que acumula a lo eólico Faycán y Góndola, Brisan y Grupo Europa. El que es capaz de colocar a un editor de periódico que no le baila el agua en responsable de una trama de corrupción de la que él está más cerca que ningún otro dirigente político.

Y amenaza a un empresario, “espero, coño, que cumplas”, al más puro estilo de la mafia siciliana, la que a continuación añade aquello de “atente a las consecuencias en caso contrario”.

Si hablaran más empresarios, si hubiera más teléfonos intervenidos, si todos los miedosos perdieran el miedo... sabríamos más de este siniestro personaje que ha manchado la política y las instituciones canarias hasta límites hasta ahora nunca vistos.