Congreso y libre mercado

No hubo en el Congreso autocrítica y se renovó la prohibición de de hablar con los periodistas; imagino que con los no adictos y que para los plumillas con soriasis no será preceptivo el nihil obstat. Nada importante.

También estuvieron ausentes los casos de corrupción en la parte que toca a los peperos, que es la mayor. Que Soria no los mencionara indica que ya está en vigor su particular ley del silencio y que no les da importancia a esas prácticas. Así nos quedamos sin saber en qué paró la tolerancia cero a la corrupción propuesta en la ponencia política para demostrar que los peperos no carecen de sentido del humor. Lógicamente, tampoco pudimos averiguar si la tal intolerancia iba a tener efectos retroactivos y si se aplicará a todo el partido, de arriba a abajo.

Remató el Congreso Mariano Rajoy. Según él, el problema de la economía española es que nadie se fía del Gobierno. No digo que no, pero añadiría que lo agrava aún más el que tampoco nos fiemos de la oposición.

Debería recordarse que el proceso de lo que hoy vivimos lo inició Reagan en los 80. Su liberalismo salvaje aupó a los neocón que acabaron encontrando en Bush al tipo más propicio para aplicar las fórmulas (las que defiende en España el PP, no lo olviden a la hora de fiarse) que han propiciado el robo global, origen de la crisis actual. Los talibanes del libre mercado puro y duro, convencidos de que el mercado solito lo arregla todo sin intervención de los gobiernos, le piden ahora a éstos que intervengan con ingentes cantidades de dinero público para remendar los agujeros. Proscribieron a Keynes y a Galbraith para entronizar a Friedman y ya ven.

Tampoco el PP es fiable, pues. Rechaza de manera tan sistemática y total las iniciativas del Gobierno que no sabemos si lo hace porque de verdad ninguna sirve, por miedo a que acierte con alguna o por molestar.