Espacio de opinión de Canarias Ahora
Desánimo de escribidores
Me cansé tan pronto del espectáculo televisivo que ni siquiera esperé a ver si Paulino rompetechos explicaba sus últimos raptos de energía nacional-reivindicativa que hicieron temblar a las Españas. Me refiero a su llamada a la rebelión isleña contra el cobro de la segunda maleta en los aviones; y a la advertencia a Unelco-Endesa de que se iba a enterar a cuenta de los apagones. A Madrid se fue Paulino hecho una rueda de fuego y se arregostó de tal manera a las blandas moquetas de Aena y Endesa que vino suavito y contento. Debió parecerle que, después de todo, no son tan mala gente.
En cuanto a la ex concejala teldense, al margen de sus responsabilidades en el caso Faycán, queda la imagen de una mujer rota, víctima de ese modo de hacer política que bien conocemos todos. La cuerda se rompe por el lado más débil. La profunda depresión que la lanzó por la ventana refleja la degradación de la vida pública canaria y su crueldad. No quiero añadir nada más; por respeto al dolor de la familia.
También causa desánimo a los escribidores que el Tribunal Supremo ampare el designio de Falange y Manos Limpias de quitar de en medio a Baltasar Garzón. Está cerca su suspensión y salida de la Audiencia Nacional, objetivo de una campaña que puede provocar el efecto no tan paralelo de la desactivación del caso Gurtel; al tiempo de alumbrarle al mallorquín Jaume Matas el camino para salir del laberinto.
Lo que ocurre con Garzón sería insólito en cualquier país democrático y deja en pelotas a quienes controlan la cúpula judicial. Las declaraciones de los políticos acerca de que hay que dejar trabajar a los jueces suenan a escapismo puro y duro de la reforma de la Justicia (¡lagarto, lagarto!) y de la necesidad de habilitar mecanismos que la hagan independiente de verdad. Algo que nunca se podrá conseguir mientras sus altas instancias reproduzcan, con togas y puñetas, la correlación de fuerzas parlamentarias.
Si algo percibimos del caso Garzón, y de otros menos nombrados y conocidos, es el peligro de investigar a la derecha pepera; como ya se vio cuando el asunto Naseiro, que acabó con la carrera del juez que lo llevaba (Manglano, si mal no recuerdo). No menos peligrosa ha resultado la derecha fascista, que reclama la impunidad de siempre; con éxito, hasta ahora. Para eso sus padres ganaron una guerra.
Tiene asimismo lo suyo la afirmación de Mayor Oreja de que el Gobierno no sólo sigue negociando con ETA, sino que hay un acuerdo por el que Zapatero propiciaría el acceso a cargos en las autonómicas y locales de los terroristas, a cambio de que éstos apoyen al PSOE en las próximas generales. Son socios, pues, Oreja dixit. La dirección pepera se ha apuntado a la tesis sin aportar pruebas, sin apuntar el menor indicio. Sólo Fraga Iribarne se atrevió a decir que no se lo cree. Pero eso no importa: el PP está dispuesto a hacer saltar por los aires lo que sea para recuperar el poder. La derecha piensa que el país les pertenece y ha entrado en la fase de demostrar que, en efecto, es suyo, por lo que pretende desalojar a los inquilinos molestos; a como dé lugar, que la propiedad es sagrada.
Malos tiempos para la lírica.
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