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El día después

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En un entorno global cada vez más interconectado, las consecuencias económicas de un desastre natural quedan rara vez aisladas a la zona geográfica de que se golpea. Siendo la principal motivación la de esquivar la pérdida de vidas humanas, la destrucción de infraestructuras es, con mucho, el tipo daño más obvio. Sin embargo, las consecuencias económicas rara vez se considera más allá de lo que el coste de reconstrucción. Debemos entender que, después de un arranque de año más débil de lo esperado, el segundo trimestre de 2021 había apuntado a una ligera aceleración de la incipiente recuperación económica de las islas, todavía condicionada por la evolución de la pandemia de la COVID-19 y la reactivación de los flujos turísticos. ¿Y a partir de ahora? Pues más obstáculos y más incertidumbre.

Entendiendo el drama personal experimentado cuando se asiste a una pérdida de naturaleza patrimonial, uno de los mayores problemas para las zonas afectadas por los desastres naturales es la interrupción de la actividad económica de forma que se afectan carreteras, infraestructura de comunicaciones o el resto de las instalaciones de carácter privado con el efecto innegable que tendrá sobre las empresas locales. En este sentido, estamos asistiendo a un fenómeno con graves implicaciones provocado por la fuerza incontrolable e inconmensurable de la naturaleza. Este hecho, unido a la creciente interdependencia de las economías y sociedades en el mundo implica que los riesgos emergentes están ahí, sin dar tregua a la contemplación. 

Desde un plano estrictamente económico, el PIB insular de La Palma se cifra en 1.585.250 miles de euros en 2019, un 0,54% más respecto a 2018. En 2020, fruto de la crisis de la COVID-19, retrocede a niveles de 2005, alcanzado los 1.378.986 €. En términos porcentuales, esto supone una caída del 13,01%. En este sentido, en la última década se aprecia un proceso de divergencia en los niveles de PIB per cápita de la isla respecto a las cifras regionales, nacionales y supranacionales. Dicho de otra forma, el PIB per cápita de La Palma ha tendido a ser cada vez menor respecto al de Canarias, este a su vez al de España, y este a su vez al del nivel medio de la Unión Europea. En base a los datos, el PIB per cápita de La Palma se situó en 2020 en los 16.523 € por persona, desde los 19.175 € de 2019, lo que supone un descenso del 13,8%. Comparado con el conjunto del Archipiélago, supone un 96,2% del PIB per cápita de Canarias (17.174,1 €), el cual acusa una caída de mayor intensidad en 2020 (un 19,1%). Si se amplía la comparativa a nivel de España (22.350 €) y de la UE-27 (26.340 €), el PIB per cápita de La Palma supone un 74% y un 63% respectivamente.

Así y todo, los escenarios nacionales planteados es la de acogerse a velocidades de recuperación idóneas a lo largo de 2022, lo que origina un ligero retraso respecto al entorno europeo las principales economías europeas. En el caso de Canarias, las previsiones apuntan en este sentido, si bien la evolución de la situación sanitaria y la lenta recuperación de los flujos turísticos retrasará la salida de la crisis a 2023. Además, las regiones de menor dimensión tienen una mayor vulnerabilidad a los impactos procedentes de un desastre natural, y más en un proceso de recuperación paulatina en donde se comienza a transitar. Por ello es necesario colocarnos en el día después mientras se gestiona la actualidad, no porque sea más o menos urgente, sino por minimizar el tiempo de respuesta. Y, hasta que eso ocurra, mucho ánimo y mucha suerte.

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