Emérito sin mérito

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Nos hemos equivocado al darle el título honorífico de emérito al ex rey Juan Carlos I. Según el Diccionario de la Real Academia Española, el adjetivo emérito se le adjudica a las personas que se han retirado de un empleo o cargo y disfrutan de un premio por sus buenos servicios.

Llamar emérito al ex rey Juan Carlos I es desvirtuar ese adjetivo y rebajarlo para el resto del personal que sí ha cumplido debidamente con su trabajo antes de jubilarse. 

Hablar de catedrático emérito, por ejemplo, no sería ahora un elogio si lo comparamos con el ex monarca. Vivimos casi 40 años con la mentira permanente de que Juan Carlos había hecho grandes servicios a España y a su democracia. Pero no era cierto. El rey aprovechó sus casi 40 años de reinado para medrar, engañarnos y hacerse aún más rico a costa nuestra.

Por culpa de él, a partir de ahora cuando nos presenten a otro emérito o emérita vamos a desconfiar de su currículo y miraremos con lupa su trayectoria antes de aplaudir su servicio. 

Con su actitud tan poco ejemplar y su mala conducta, Juan Carlos (ni siquiera merece el don) ha puesto en entredicho aquellos supuestos servicios que hizo al parecer a España, guiando teóricamente el país en una transición democrática que fue muy elogiada en todo el mundo, aunque quizá sin el debido conocimiento de toda la intrahistoria de este Borbón que ha terminado tan mal como otros de sus antepasados en España. 

Cada vez aparecen nuevos supuestos delitos atribuidos a Juan Carlos I, que debe estar descojonándose en los Emiratos Árabes Unidos mientras se remoja los pies en la piscina de un hotel de lujo. 

Los académicos de la lengua española deberán inventarse ahora otra palabra para atribuírsela directamente a aquellas personas jubiladas que efectivamente hayan dado buenos servicios a la sociedad.

La palabra emérito suena ahora hueca, a insulto y ofensa, cuando su significado real es encomiástico y plausible. O se vuelven a inventar una palabra más adecuada u obligan al ex monarca a devolver ese título. 

Y todavía habrá algún monárquico que se pregunta por qué están creciendo los republicanos en España. 

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